“De todas las razas, idiomas y pueblos”: no hay fronteras cuando el mundo es la parroquia
No siempre resulta tarea sencilla encontrar el pensamiento de Wesley desarrollado y fundamentado sistemáticamente, sin embargo, en el terreno de la polémica puede observarse prolija y detalladamente el desarrollo de las ideas que mueven la labor pastoral del fundador del metodismo.
Continuamos con los temas iniciados semanas atrás ver https://iglesiametodista.org.ar/la-iglesia-a-cielo-abierto-otras-consecuencias-de-que-la-parroquia-sea-el-mundo/ en los que nos propusimos investigar sobre las consecuencias que tuvo la decisión de convertir al mundo en la parroquia, a partir de la práctica de la predicación al aire libre, por fuera de los templos y los cultos establecidos por la iglesia. Los escritos de Juan Wesley dan cuenta de numerosos momentos de su vida que fueron de inspiración para su relación con Dios, su comprensión de la iglesia, su misión y del amor al prójimo como la más alta expresión de la gracia de Cristo.
Habitualmente registramos ciertos hechos y experiencias como la noche de Aldersgate y la decisión de “ser más vil”. Asuntos que hemos tratado en entregas anteriores. Hoy nos ocuparemos de una experiencia que el mismo Wesley juzgó como poco afortunada en su vida y su ministerio, nos referimos a su viaje a las colonias americanas (Hoy EEUU) entre 1736 y 1737 que citamos en el posteo denominado, “La iglesia a cielo abierto“.
Recorriendo sus diarios y sus cartas de ese período encontraremos la sorpresa ante lo desconocido, el desencanto por la fe pobre de algunos colonos ingleses y la novedad de sus encuentros con líderes aborígenes y otros inmigrantes. También hallaremos momentos difíciles en su vida personal y sentimental.
En una carta dirigida a George Whitefield y los metodistas de Oxford (10 de septiembre de 1736) Wesley ofrece un panorama de lo que está viviendo en Savannah:
“Aquí hay adultos de las partes más lejanas de Europa y Asia, y los reinos interiores de África. Añadan a éstos los nativos conocidos y no conocidos de este vasto continente y tendrán una gran multitud, la cual nadie puede contar.”
(Obras, T. XIII, Cartas, T. I, p. 91)
La frase final de la cita remite a Apocalipsis 7: 9 “Después de esto vi a mucha gente de todos los países, y de todas las razas, idiomas y pueblos. ¡Eran tantos que nadie los podía contar! Estaban de pie, delante del trono y del Cordero, vestidos con ropas blancas. En sus manos llevaban ramas de palma” (TLA)
La descripción que hace Wesley pone énfasis en países, razas, idiomas y pueblos más allá de Inglaterra y los países cercanos de Europa. Incluye zonas lejanas del continente europeo, de Asia, de África y a los nativos de América. En sus diarios y cartas se encuentran detallados diálogos con referentes del pueblo Chickasaw. También existen menciones a reuniones con los Choktaw, los Creek y los Cherokee. Incluso, comenzó a estudiar español para poder comunicarse con los nativos de Georgia, dado que algunos de ellos conocían ese idioma por los colonizadores españoles.
Otro dato curioso, vinculado al idioma español, es que éste le permitió a Wesley entablar un diálogo con la comunidad sefardí. Conviene transcribir la reflexión que hace el autor al respecto:
“Comencé a estudiar español para poder conversar con mis parroquianos judíos, algunos de los cuales están más cerca de tener la mente de Cristo que muchos de los que le llaman Señor.”
(Diarios T. I, p. 26)
Wesley, como todos los seres humanos, es un hijo de su tiempo y del contexto social y cultural en el que desarrolló su vida. Siendo un inglés del siglo XVIII llama la atención su acercamiento a culturas, razas y religiones diferentes a la suya. Buscó siempre tender puentes para el diálogo y el encuentro, sin descalificar la experiencia de sus interlocutores y destacando los aspectos positivos que descubría en las personas. Es especialmente notorio esto en sus referencias a los judíos, los aborígenes y las personas de África.
En el balance que puede hacerse de los resultados de su viaje a las colonias, queda la impresión del fracaso debido a que no consiguió los frutos esperados. También es cierto que el tiempo, menos de dos años, no es lo suficientemente prolongado como para esperar efectos de la tarea misionera. Junto a esta sensación de frustración, se encuentra el desencanto con los cristianos que encontró en el continente americano. Así lo expresa en su diario:
“A duras penas podría creer que la mayoría, la gran mayoría de esta gente tan solícita y seria, podría en lo sucesivo pisotear aquella Palabra y decir toda clase de maldad, falsamente, de quién la habló.”
(Diarios, T. 1 p. 21)
Otro aspecto que marcará el sentimiento y testimonio de Wesley sobre la esclavitud, comenzó en ese viaje. Cuenta Wesley que le enviaron “un joven negro” (así lo describe en su diario) para que lo acompañara en un viaje. Para los colonos no era otra cosa que un esclavo, es decir una herramienta de trabajo, no una persona. Esto impactó fuertemente en Wesley y lo registró en su diario:
“El Sr Bellinger envió a un joven negro para que fuera conmigo a Purrysburg, o mejor dicho, a lo poco que que quedaba de éste. ¡Oh, cómo ha extendido Dios sobre este lugar el cordel de destrucción y niveles de asoleamiento! Pobre de aquellos cuyas vidas aquí fueron vilmente desperdiciadas, a través de la opresión, a través de las diversas plagas y problemas. La tierra descubrirá la sangre derramada sobre ella y no encubrirá ya más a sus muertos.”
(Diarios, T. 1 p. 28)
En este ejemplo acerca de la conciencia sobre lo abominable de la esclavitud, podemos observar que existen asuntos en la vida de Wesley que fueron procesos que en algunos casos llevaron pocos años y en otras décadas. Pero siempre estuvo dispuesto a modificar su pensamiento y su práctica con tal de poder servir con fidelidad al Señor.
Tanto los aspectos que se pueden destacar como positivos, como aquellos que resultan desfavorables, hicieron de la experiencia de Wesley en América una fuente de conocimientos, vivencias y oportunidad de descubrir aspectos desconocidos de la vida humana y del mundo más allá de Europa. Por eso, cuando sentó las bases de su entendimiento sobre la misión de la iglesia, no dudó en decir que su parroquia era el mundo. Un mundo vasto, diverso y complejo que atisbó en su paso por las colonias británicas en América.
Claudio Pose para CMEW