Carta Pastoral de octubre

03 Oct 2017
en Episcopado
Carta Pastoral de octubre


La iglesia espacio de la gracia…

“Ciertamente la gracia de Dios los ha salvado por medio de la fe. Ésta no nació de ustedes, sino que es un don de Dios; ni es resultado de las obras, para que nadie se vanaglorie” Efesios 2: 8-9

Rastreando las raíces de la palabra gracia o charis en griego, uno se encuentra con un verbo que significa me regocijo o estoy contento. Es un enorme desafío para la iglesia ser un lugar donde se dé cita la alegría. En un mundo falto de gracia y abundante en condenación. La gracia es un dulce sonido a la vida necesitada y golpeada. Quien compone música suele agregar a la partitura “notas de gracia”, es decir adornos musicales que dan a la pieza musical: expresión, vivacidad, gracia…

La sola gracia debe moldear nuestras comunidades de fe. Tan solo la sola gracia puede dar respuesta a la oración de la niña que pide: “Dios mío, haz que la gente mala se vuelva buena, y que la buena se vuelva agradable”.

Bienaventuradas y bienaventurados somos al haber experimentado la gracia, que en definitiva no es otra cosa que ser conmovidos por la misericordia de Dios. Esta experiencia de la gracia debe seguir moldeando nuestras comunidades de fe haciendo posible que la palabra de vida circule libremente, que los sueños acontezcan y que los huesos secos cobren vida.

La gracia divina nos debe habitar de modo que podamos ver nuestro tiempo y a nuestro pueblo con el cristal de la gracia. Y desde esta mirada gestar prácticas de compromiso amorosas, que derriten la falta de gracia de la condena humana. Somos llamados a parecernos al padre de la parábola de Jesús, el que amó mucho, dando respuesta a las necesidades espirituales y materiales de nuestro pueblo.

“Cántanos, oh Dios, las canciones de la tierra prometida, sírvenos, en el desierto, el maná y concédenos la gracia de jugar y saltar en tus días de descanso, como expresión de confianza… y que haya, en algún lugar, una comunidad de hombres, mujeres, viejos, niños y bebes de pecho que sea un primer fruto, un aperitivo, una caricia del futuro, Amén.”
(R. Alves)

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo

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