Carta Pastoral de noviembre

02 Nov 2017
en Episcopado
Carta Pastoral de noviembre


Iglesia en misión lo es en santidad…

“…vivan una vida completamente santa, porque santo es aquel que los ha llamado” 1 Pedro 1: 15

Desde nuestra tradición wesleyana podemos afirmar que la vida nueva y plena que descubrimos en Jesús es un don recibido, y al mismo tiempo se convierte en una vocación ineludible de vivir en santidad. Este don, que es vida plena, cobra rostro visible en Jesús y sigue siendo el testimonio del Espíritu como ofrecimiento abierto a la vida plena y abundante.

La santidad está en el centro mismo del evangelio y por ello constituye el ser de la iglesia y su misma misión.

Las comunidades de fe estamos llamadas a vivir un proceso permanente de modelado, cual barro en las manos del alfarero, a fin de que la santidad permee todos los ámbitos de nuestra vida. La santidad debe pasar por nosotros encarnándose en nuestras vidas como comunidades de fe.

Estamos llamados a ser iglesia peregrina que camina por sendas de santidad. La esencia de la vida santa es vivir en una relación correcta con Dios, con la creación y unos con otros. Esto define nuestra propia humanidad creada a imagen de Dios en la persona de Jesucristo.

Destaco este párrafo de Wesley que ilumina nuestra mirada sobre la santidad y sus alcances:

“El evangelio de Cristo no conoce otra clase de religión sino una religión social; no otra santidad sino social. ‘La fe que trabaja por el amor’ es la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de la perfección cristiana.”

En el centro mismo de la santidad esta la capacidad de resistir y no acomodarse al tiempo presente, muy por el contrario debe resonar en nosotros el llamado a no conformarse a este siglo, sino a ser renovados en nuestro entendimiento sobre la vida que portamos. Esta vida hace que no nos resignemos a la inhumanidad y los falsos valores que gestan violencia y muerte.

La lógica del pueblo que cree en el Dios de la vida, será inequívocamente la de dar vida. Y por ello asegurar que la vida esté presente contra toda fuerza que quiera destruirla. La santidad nos llevará por caminos de vida contra toda forma de opresión, hambre, egoísmo, injusticia, enfermedad… En definitiva contra el mismo pecado, que resulta ser el sello característico de la muerte.

Hermandad, la santidad de Dios es la fuente y modelo de la nuestra; y esta ha de expresarse en obras y en definitiva seremos juzgados por nuestro hacer o no hacer.

“Se, Dios mío, que sondeas el corazón y amas la sinceridad.
Con sincero corazón te ofrezco todo esto,
Y vero con alegría a tu pueblo aquí reunido ofreciéndote sus dones.
Señor, Dios de nuestros padres… conserva siempre en tu pueblo esta forma
De pensar y sentir, mantén sus corazones fieles a ti”

1 Crónicas 29: 17-18

 

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo

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