Apasionado compromiso con la unidad de la iglesia

03 Sep 2019
en Artículos CMEW
Apasionado compromiso con la unidad de la iglesia

Uno de los desafíos que estamos viviendo en este cambio de época, es la fragmentación y división que se dan en todos las dimensiones de la vida humana: ideológica , religiosa, en la cultura política, en las diferentes posturas frente a dilemas morales , etc. La exposición de los individuos a los caprichos del mercado laboral y de bienes suscita y promueve la división y no la unidad; premia las actitudes competitivas, al tiempo que degrada la colaboración y el trabajo en equipo, al rango de estratagemas temporales que deben abandonarse o eliminarse una vez que se hayan agotado sus beneficios. Fragmentación y división son experiencias vitales y cotidianas.

Uno de mis descubrimientos al abrazar la tradición metodista fue la profunda preocupación de Wesley por la unidad entre los cristianos y el respeto por la diversidad de pensamiento, como una marca central de su pensamiento y de la identidad metodista . La vocación ecuménica y el compromiso por la unidad de los cristianos son una dimensión clave de la identidad, que se asume heredera de Juan Wesley.

¿Dónde encontramos este tema en los escritos de Juan Wesley? Sin duda que uno de los mas famosos escritos fue su Sermón Nº 39 El espíritu católico. (Obras Tomo II, p.p. 397-417).

Una predicación que se constituye en un breve tratado de ecumenismo, de búsqueda de la unidad de los cristianos cimentados en el amor que viene de Dios , al estilo de Jesús. Presenta en un análisis breve , práctico y profundo sobre las dificultades y obstáculos que se presentan en esa búsqueda.

Como suele hacer Wesley, se basará en un texto bíblico y desarrollará su pensamiento. Este sermón está ordenado en varios ítems y se dividirá en tres partes. Se inspira en el texto bíblico de 2 reyes 10.15. Dice en la introducción:

“…Seguramente, a este respecto, el ejemplo del mismo Jehú, pese a ser un carácter tan contradictorio, es bien digno de atención e imitación por parte de todo cristiano en serio: «Yéndose luego de allí, se encontró con Jonadab, hijo de Recab; y después que lo hubo saludado, le dijo: ¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo? Y Jonadab dijo: Lo es. Pues que lo es, dame la mano.»

El texto se divide naturalmente en dos partes. Primero, la pregunta planteada por Jehú a Jonadab: «¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo?» En
segundo lugar, la oferta efectuada de acuerdo a la respuesta de Jonadab: «Lo es.» –«Pues que lo es, dame la mano.» “

Pero antes de esto Wesley planteará el problema como la dificultad que tienen los cristianos en cumplir (no el 2 mandamiento de amarás a tu prójimo como a ti mismo, que es para todos los seres humanos) sino el nuevo mandamiento que nos dejó el Señor :de amarnos como El nos amó.

Hablando del mandamiento nuevo de Jesús, dice:

“ Todas las personas aprueban esto. Pero, ¿todas lo practican? La experiencia diaria muestra lo contrario. ¿Dónde están siquiera los cristianos que se aman unos a otros, como él nos lo ha mandado?¡Cuántos estorbos yacen en el camino! Los dos impedimentos más grandes y comunes son, primero, que no todos pueden pensar lo mismo; y como consecuencia de esto, segundo, que no todos podemos andar igual; pero en varios puntos menores, su práctica debe diferir en proporción a la diferencia de sus sentimientos.”

Y proseguirá preguntándose si las diferencias de opinión entre cristianos puede impedir una unión externa completa, ..

“¿es necesario que impida nuestra unión en los afectos? Aunque no podamos pensar igual, ¿no podemos acaso amarnos igualmente? ¿No podemos ser de un mismo corazón, aunque no podamos ser de una misma opinión?”.

Esa es la pregunta que deja como punto de partida para su sermón y que tratara de responder en su sermón . Te invito a que en la próxima entrega veamos que respuesta ofrece Wesley a este interrogante vital y tan pertinente en nuestro contexto de polarización y de división.

Pablo Oviedo para CMEW


Segunda entrega

¿No podemos ser de un mismo corazón, aunque no podamos ser de una misma opinión?, es la pregunta que Juan Wesley comienza a responder en la primer parte argumentativa. Se basará en la pregunta planteada por Jehú a Jonadab: «¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo?». Comenzará diciendo que Jehú aunque impetuoso en su temperamento, no le impondrá a Jonadab que piense igual que el . Y que ninguno de ellos, parece haber causado al otro la menor molestia con respecto a las opiniones que sostenían.

Y afirma que en su presente ,( como en el nuestro, agrego), es inevitable que personas buenas tengan opiniones diferentes sobre la religión y sobre la vida en general. Sostiene: …

« Es una consecuencia inevitable de la presente debilidad y corto alcance del entendimiento humano que varias personas serán de diversas opiniones, en cuanto a religión como también en cuanto a la vida común. Así ha sido desde el principio del mundo, y así será hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas. ».

Y va mas allá, afirmando que aunque toda persona cree que cada opinión que tenga es verdadera , nadie puede estar totalmente seguro de que todas sus opiniones tomadas en conjunto son verdaderas, sencillamente porque errar y desconocer es humano. Y afirma categóricamente que :

« Toda persona sabia por lo tanto permitirá a otros la misma libertad de pensamiento que desea que ellos le permitan; y no insistirá en que ellos abracen sus opiniones más que lo que admitirá que ellos insistan para que él abrace las de ellos. Tolera a quienes difieren de él, y solamente plantea a aquel con quien desea unirse en amor una sola pregunta: «¿Es recto tu corazón, como el mío es recto con el tuyo?» ….¿Pero qué es lo que realmente implica esta pregunta? No pregunto lo que aquí entendía Jehú, sino ¿qué debe entender por ello un seguidor de Cristo cuando la plantea a alguno de sus hermanos? La primera cosa implicada es esta: ¿Es tu corazón recto para con Dios? »

Y continuará con una serie de preguntas (basadas en textos bíblicos ) que nos interpelan acerca de nuestra rectitud de corazón con Dios . Vale citarlas a algunas de ellas :

«¿Crees tú en el Señor Jesucristo, Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos?…. ¿Amas tú a Dios? …con todo tu corazón, y con toda tu alma,y con toda tu mente y con todas tus fuerzas….. ¿Estás ocupado en hacer no tu propia voluntad, sino la voluntad del que te envió…. ¿Es tu corazón recto hacia tu prójimo? ¿Amas a todo el género humano sin excepción como a ti mismo? Si amas sólo a los que te aman, ¿qué mérito tienes? ¿Amas a tus enemigos?….¿Muestras tu amor mediante tus obras?…. ¿Mientras tienes tiempo y en cuanto tienes oportunidad, haces de hecho el bien a todos los hombres, vecinos o extranjeros, amigos o enemigos, buenos o malos? ¿Les haces todo el bien que puedes, esforzándote por suplir todas sus necesidades, ayudándoles tanto en cuerpo como en alma al máximo de tus fuerzas? Si este es tu sentir, diga cada cristiano (si por cierto lo deseas sinceramente y prosigues hasta que lo alcances) que entonces «tu corazón es recto, como el mío lo es para con el tuyo».

Es importante notar que Wesley no sostiene si estamos viviendo esto de manera cabal o prefecta sino « si por cierto lo deseas sinceramente y prosigues hasta que lo alcances«. Es decir que lo que debemos reflexionar es si es genuino nuestro deseo y voluntad de amar a Dios y al prójimo al estilo de Jesús : amando no solo al hermano en la fe , al amigo y al enemigo ,al extranjero ,a todo el género humano sin distinción . Deseo que nos impulsa y voluntad que nos lleva a proseguir adelante, cuando descubrimos que no podemos cumplir cabalmente este amor en nuestra vida cristiana.

Ya en la segunda parte argumentativa desarrollará el texto tan conocido popularmente como «dame tu mano« . Vale citarlo ampliamente como aparece en el sermón :

…«Pues que lo es, dame la mano.» No quiero decir: «Sé de mi misma opinión». No es necesario. No lo espero ni lo deseo. Ni tampoco quiero decir: «Yo seré de tu misma opinión». No puedo. Ello no depende de mi elección. Yo no puedo pensar como quiera más que lo que puedo oír o ver como quiero. Guarda tú tu opinión, yo mantendré la mía; y ello, más firmemente que nunca. No necesitas esforzarte para pasarte a mi posición, ni para llevarme a mí a la tuya. No quiero que disputes acerca de estos asuntos, ni oír ni hablar una palabra acerca de ellos. Que todas las opiniones se queden cada una de su lado. Solamente «dame la mano». No quiero decir: «Abraza mis formas de culto», o «yo adoptaré las tuyas». Esta también es una cosa que no depende de tu elección ni de la mía. Ambos debemos actuar plenamente persuadidos, cada uno en su propia opinión.

Aférrate firmemente a aquello que crees que es lo más aceptable a Dios, y yo haré lo mismo. 

No deseo disputar contigo ni un solo momento acerca de ninguno de los asuntos precedentes. Que todos estos puntos menores queden a un lado. Que nunca salten a la vista. «Si tu corazón es como el mío», si amas a Dios y a toda la humanidad, no pregunto nada más: «Dame tu mano». Quiero decir: En primer lugar, ámame. Y ello, no sólo como amas a toda la humanidad; no sólo como amas a tus enemigos o a los enemigos de Dios, aquellos que te odian, aquellos que te ultrajan y te persiguen; no sólo como a un extranjero, como a uno de quien no conoces ni el bien ni el mal. No estoy satisfecho con esto. No; «si tu corazón es recto, como el mío lo es con el tuyo» entonces ámame con tierno afecto, como un amigo más cercano que un hermano, como un hermano en Cristo, un conciudadano de la nueva Jerusalén, un soldado compañero en el mismo combate, bajo el mismo Autor de nuestra salvación. Amame como a un compañero en el reino y la paciencia de Jesús,y coheredero de su gloria. «

Wesley proseguirá ofreciendo algunas enseñanzas prácticas derivadas de la sentencia «dame tu mano «. Reconociendo que aunque tengamos diferentes opiniones sobre las formas de culto, de gobierno eclesial, de maneras de administrar los sacramentos ,etc ., propone que las «pongamos en lista de espera para hablarlas si hace falta cuando tengamos oportunidad«.

En principio propone algo que todo cristiano esperaría de sus hermanos : quiero que ores por mi , que me corrijas en amor y me provoques al amor y buenas obras .

Que nos encontremos cara a cara en afecto fraternal y busquemos profundizar lo que nos une . Dejando en segundo plano las diferencias que nos distancian o separan.

Seguramente esto suena muy bien pero vemos como hoy nos cuesta. Porque solemos poner en primer plano las diferencias de opinión de temas secundarios de la fe y eso nos distancia. Aquí nos resuena como trasfondo la frase que se le atribuye a Wesley (pero que el repite de la tradición de la iglesia, sea de San Agustín o de algún reformador) : “ En las doctrinas centrales de la fe , Unidad , en los temas secundarios pensamos y dejamos pensar, pero en todo debe haber Amor”.

Sin duda que la complejidad de esta estrategia es cuando se da la situación, de que algunos hermanos sostienen que un tema central de la fe es considerado secundario por otros.

Pero aun incluso en esta situación siguen clamando las sugerencias de este sermón : es tu corazón recto , amas a Dios y a la humanidad , me amas? …estas dispuesto a aceptarme y a amarme con el amor de Cristo ? y al revés ; es mi corazón recto? , amo a Dios y a la humanidad?, te amo y estoy dispuesto a aceptarte y a amarte con el amor de Cristo?……
preguntas para pensar en primer lugar lo que hay en nuestro corazón y no tanto en empezar juzgando a los demás .

Esta es la base para la unidad según Wesley : si no hay ese amor entrañable de Cristo y ese reconocimiento del otro como hermano, como criatura, como hijo de Dios ; es imposible una comunión sólida y profunda en el amor. Será un darse la mano para la pose, pero no un encuentro humano verdadero en el amor, sustento de toda la creación de Dios , imagen y semejanza suya.

Veremos en la tercera y última entrega como Wesley profundiza en lo que denomina el espíritu católico , en los peligros de un falso ecumenismo o de encuentros superficiales de unidad, concluyendo con un llamado final .

Pablo Oviedo para CMEW


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