¡Nuevamente Dios está haciendo algo nuevo!
“¡Gloria a Dios en las alturas del cielo,
y paz en la tierra, buena voluntad entre los pueblos!”
Adviento, tiempo de espera y preparación, de vigilancia y camino, de esperanza y conversión, de alegría y novedad. En el horizonte, un Dios que se hace niño en esta tierra para llevar a la humanidad a su plenitud. Nuevamente, Dios abrirá un camino en el desierto, y los ríos correrán en el yermo, donde manarán para toda la humanidad y en abundancia leche y miel. Nuevamente se abrirá una senda de plenitud y buenaventura en medio de la oscuridad y de la pobreza en todos los pesebres de este mundo.
Afirma el pastor y obispo de la Iglesia Episcopal, John Shelby Spong: «Sueña con la paz en la tierra y la buena voluntad entre hombres y mujeres, y luego dedícate a hacer realidad esa visión». Sí, el Señor está en medio de nosotros y nos llama a comprometernos con seriedad en orientar nuestro mundo hacia la vida, la justicia y la felicidad.
¡Reconozcamos cuán grandes son nuestras cegueras y egoísmo, cuántas nuestras miserias y nuestro pecado! Pero más grande y potente es el amor de Dios que ha venido a levantarnos de la ciénaga y a recrearnos para la vida plena y abundante. Sí, Dios con nosotros, con la humanidad toda por siempre y para siempre, por amor.
“Cuando exista un amor profundo, sencillo, universal del hombre hacia el mundo creado de cosas vivas e inanimadas, habrá respeto por la vida, la libertad, la verdad, la justicia y se manifestará el humilde amor de Dios. (…) Mientras veamos a nuestro prójimo como un ser al que esencialmente hay que temer, desconfiar, odiar y destruir, no podrá haber paz en la tierra” (Thomas Merton).
El amor de Dios que mueve cielo y estrellas y también nuestras vidas, nos invita a sumarnos con él en sus acciones de amor y justicia y a restaurar lo lastimado por la violencia y el despojo a la que nuestra casa común está sometida. Disponemos nuestra vida para hospedar al Dios de Jesucristo, quien se hace pobre para enriquecernos con su humildad; que se despoja de su riqueza para abrirnos un camino donde no lo hay.
Esperar, preparar, servir y recibir
Esperar a Jesús aunque pocos lo esperen,
esperando su reino de paz y verdad,
con esa esperanza que nunca se muere
esperando a Jesús vivimos Navidad.
Preparar las antorchas que Jesús enciende
en nuestras vidas con su paz y libertad,
comprender este mundo como Dios lo entiende,
preparando luces hacemos Navidad.
Servir con mi Jesús en su largo camino
del pobre pesebre hasta la misma cruz,
en esta Navidad yo junto mi destino
con todos los que buscan su Reino de luz.
Recibir a Jesús en mi propio pesebre,
abrir bien las puertas de cada corazón,
recibiendo a Jesús y que todos celebren
en mi vida y la tuya viviendo su amor.
Pastor Guido Bello Henríquez, noviembre 2013.
Que la esperanza que nace en esta navidad nos ensanche el corazón y percibamos el grato perfume mañanero de la nueva creación: lo nuevo que anhela nacer en nuestras vidas y en nuestro mundo. Y también, que nuestra vida se asombre ante el milagro del amor y la gratuidad del Reino de Dios que sigue germinando entre nosotros. ¡Todo puede ser renovado y transformado hasta que irrumpan el cielo nuevo y la nueva tierra en nuestra casa común!
Que podamos creer y confiar, animarnos y acompañarnos a correr riesgos en común, por la causa del reino, en un diálogo creativo con la historia y los signos de los tiempos.
Amada hermandad, que renazcan semillas de esperanza en la certeza de que Dios, otra vez, está haciendo algo nuevo. Y que esos nuevos brotes de ternura se conviertan en robles de justicia plantados por el Señor para su gloria.
Abrazo fraterno/sororal
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo