Los amores frustrados de Wesley: entre el deseo y la represión
El hogar de John Wesley no era exclusivamente adusto y serio. Él y Charles, siendo jóvenes educados y elegibles, adoptaron las costumbres de la clase alta. En aquellos días, los niños en tales círculos se divertían asumiendo seudónimos y manteniendo correspondencia filosófica platónica o abstracta. John era «Cyrus» y su primer amor fue Sally Kirkham, quien era «Varanese». Esta relación era diferente de la típica de la juventud contemporánea. No había nada físico entre ellos. El registro en el diario de Wesley está en código y es incompleto; sin embargo, está claro que John Wesley se mostró reticente incluso a decirle a la joven que la quería. Ella fue la última persona de su posición social a quien Wesley se sintió personalmente atraído antes de ser ministro. Solo cuando fue a Georgia volvió a sentirse atraído por una joven, pero ahora la situación era pública, no privada.
«Sophy» Hopkey fue una de las jóvenes feligresas de John Wesley en Georgia. Ella era, a decir de todos, no muy, excepcional, pero Wesley sentía cierta atracción. Iban a caminar, montar a caballo o hacer un picnic. La relación no era física en lo más mínimo. De hecho, John Wesley esperó tanto tiempo para decirle que le interesaba que «Sophy» se comprometió con otro hombre. Eso fue una traición para Wesley, y se vengó de la manera menos caritativa: se negó a celebrar la ceremonia de matrimonio de la niña sobre la base de estrechos motivos legalistas. Como resultado de esto, toda la colonia se puso en contra de Wesley quien literalmente debió huir partiendo hacia Inglaterra y nunca más volvió a América.
Para el momento de su experiencia en Aldersgate, Wesley había sufrido dos derrotas en el amor: una menor y la otra algo inquietante.
El tercer encuentro de Wesley con el romance fue con Grace Murray, quien había sido su enfermera durante una enfermedad. Agradecido por la amabilidad que le había mostrado, Wesley la empleó como su asistente mientras predicaba en todo el país. Ella se dedicó a él, y él se apegó mucho a ella. Decidieron casarse, pero desafortunadamente Carlos y Juan habían acordado que uno y otro debían aprobar o desaprobar la elección de sus respectivas novias. Carlos no solo desaprobó el casamiento de Juan, sino que, al descubrir el plan, cabalgó inmediatamente hacia donde estaba Grace Murray y la obligó a romper el compromiso y casarse con uno de los predicadores del Movimiento Metodista, John Bennet. Nadie sabe lo que se dijo en la entrevista o por qué Grace Murray cambió de opinión tan radicalmente, pero Juan Wesley quedó devastado.
El ataque preventivo de Charles tuvo muy malas consecuencias. La próxima vez que John Wesley decidió casarse, lo hizo en secreto, y el matrimonio fue consumado antes de que Charles supiera nada al respecto. Este matrimonio, con la Sra. Vazeille, fue uno de los peores errores de su vida.
La historia de la aventura de John Wesley con Grace Murray ha fascinado a los historiadores durante mucho tiempo, pero la mayoría ha tendido a ver a John como la víctima y sido muy crítico con el comportamiento y las acciones de los demás involucrados.
Grace ha sido descrita como « impetuosa, imperiosa y probablemente un poco inestable » y como una coqueta « inculta, vanidosa, voluble, egoísta y presumida ». Bennet ha sido descrito como ‘un tramposo’ y ‘un hombre traicionero y hostil’. Charles ha sido acusado de reaccionar exageradamente a los chismes y actuar por razones personales. Se ha alegado, por ejemplo, que quería que John permaneciera soltero para poder retener los ingresos que su propia esposa requería, y que tanto él como su esposa eran demasiado presumidos para querer que Grace, una sirvienta de clase baja, fuera su cuñada.
Todas estas acusaciones tienden a oscurecer en lugar de aclarar lo que realmente sucedió porque ignoran o no prestan suficiente atención al hecho de que John Wesley tuvo la misma culpa de lo que sucedió. Hoy, después de décadas de relativo abandono histórico, Grace Murray está comenzando a recibir más reconocimiento como «una mujer decidida, capaz y dedicada, digna de un lugar distinguido en los anales del Metodismo temprano». Lo que surge de este estudio es una mujer notable: una pionera líder de clase y predicadora, que, a lo largo de su vida, tuvo que aceptar no solo las dudas y los temores que pueden acosar a los cristianos a veces, sino también los prejuicios que destruyen vidas y amores.