18 – Josué: la fidelidad de Dios (+ introducción Josué)
Guías Metodológicas
Esta jornada no cuenta con Libro de Actividades
Introducción: La historia de Josué.
El libro de Josué nunca ha dejado de cautivar la imaginación humana. La historia se ha leído y releído, interpretado y reinterpretado. Parece hablarle a las nuevas situaciones. Cuando releemos esta historia advertimos que nos llama a renovar nuestra alianza con Dios como un compromiso de solidaridad con aquellos que están luchando por su tierra. Nos llama a solidarizarnos con los pueblos indígenas y con los campesinos en el proceso de asegurar que todos compartan y usen equitativamente la buena tierra de leche y miel que Dios nos ha dado.
Comencemos por el tema de la tierra en el Antiguo Testamento. Es un tema particularmente prominente. Debido a que la historia del antiguo Israel es la historia de la lucha de un pueblo sin tierra por ganar tierras, el pacto de Dios se actualiza en la historia mediante la tierra.
Con todo, tierra es siempre más que suelo y territorio. En tanto que señal de la promesa de Dios, la tierra es una realidad física pero también espiritual. Significa esperanza futura. Los hebreos sabían que Dios estaba presente en sus vidas debido a la tierra. Para ellos, la tierra era salvación, don de Dios.
La tradición de la Tierra Prometida como señal y cumplimiento del pacto de Dios con los hebreos es muy antigua. Antecede a la entrada de Josué en Canaán aproximadamente en quinientos años. Probablemente nació de antiguas historias de promesas divinas a grupos de pastores nómadas del cercano oriente. Estos grupos iban de un lugar a otro procurando constantemente campos de pastoreo donde vivir con seguridad. Eran pastores sin tierra y sin poder. Estos nómadas evitaban las ciudades, cuyas leyes gobernaban la tierra. Eran vulnerables al poder de los que poseían tierras. En este contexto, la promesa divina de tierra se confirmó como creencia sagrada y se repitió una y otra vez.
El relato de Génesis asocia a Abraham y Sara con estos pueblos y estas antiguas historias. En los relatos bíblicos, las tradiciones de la Tierra Prometida comienzan con ellos. Con la promesa de tierra y posteridad que Dios les ha dado (Gn 12.1-2), ambos dejan su lugar en Ur de Babilonia y se encaminan a la tierra que Dios habrá de mostrarles.
El libro de Josué y las tradiciones agrarias del Antiguo Testamento.
El libro de Josué comienza un nuevo capítulo en esta historia de la tierra. Trata de la ocupación definitiva de Canaán por los israelitas, es decir, del ingreso de los israelitas a la Tierra Prometida. Según el relato bíblico, años antes de la ocupación de Canaán por Josué, los antepasados de Israel se habían trasladado de Canaán a Egipto huyendo del hambre y para encontrar campos de pastoreo (Gn 46-47). Allí vivieron, como extranjeros en tierras extranjeras, pastoreando el ganado de la familia real.
Debido a la hambruna, los habitantes de Egipto y Canaán les habían dado sus tierras y ganados a la familia real egipcia a cambio de alimentos (Gn 47.13-26). Debido a la influencia de José se les había dado a los hebreos una región fértil. Sin embargo no tenían derechos y seguían siendo extranjeros. Años más tarde, el faraón forzó a los hebreos a trabajar como esclavos. Finalmente, como nos dice la historia del éxodo, Dios intervino y liberó a los hebreos de la esclavitud.
Después de andar errantes en el desierto durante cuarenta años (historia que se nos relata en los libros de Éxodo y Números), los hijos de Israel por fin estuvieron listos para recibir la Tierra Prometida. Cómo ocurrió esto, es la historia que nos cuenta el libro de Josué.
Durante varios siglos antes de la ocupación israelita, Canaán había sido atravesada en todas direcciones por ejércitos e imperios, inmigrantes, nómadas y mercaderes. Cada ola trajo consigo nuevos pueblos y desplazó a otros. Muchos se quedaron y asimilaron a los habitantes del lugar. Incluso algunos de los antepasados de los israelitas provenían de esa región. Es por eso que, cuando se produjo la conquista de la tierra por los hebreos, ningún grupo era realmente indígena de dicha región.
En el libro de Josué, estos pueblos simbolizan la oposición a Yahvé. Para el editor del libro, sus nombres son un recurso literario para hacer una observación teológica. Sus deidades se oponían a la demanda de Yahvé de justicia en la tierra. Los historiadores deuteronomistas estaban convencidos de que la conquista de Judá por Babilonia, y anteriormente del reino del Norte por Asiria, se debió a la corrupción y las injusticias sociales provocadas por prácticas religiosas que Dios aborrecía. Israel, en tanto que pueblo escogido de Dios, tenía que dar el ejemplo. Tenía que diferenciarse de las otras naciones mediante una vida en fidelidad a los mandatos de Yahvé. Lo que estaba en juego no era la raza ni la cultura, sino la conducta.
Historia versus metáfora heroica.
Casi todo cuanto ocurre en el libro de Josué es trascendental, poderoso, milagroso: los ríos se dividen para que Israel pueda cruzar por tierra seca; el sol y la luna se detienen; las murallas se desmoronan debido al ruido de las trompetas; los ejércitos de Josué matan a todos sus enemigos, y ni siquiera los animales de los enemigos sobreviven; se arrasan ciudades enteras; se conquista toda la tierra; ni un solo israelita perece en combate; Josué obedece todo cuanto se le ordena.
Esto sugiere que el estudio histórico, tal como lo consideramos hoy, no era parte del propósito de los editores. Más bien los editores estaban tratando de encontrar una metáfora heroica para el poder de Dios en tiempos de necesidad. Estas personas escribieron los relatos de la conquista de la Tierra Prometida aproximadamente 800 años después de haber ocurrido. Las fuentes disponibles eran mayormente historias populares. Y la historia se escribía en términos del presente. Lo que importaba era la significación teológica, no la precisión ni la objetividad histórica. Con ese propósito, el editor presenta “los hechos” a fin de resaltar la poderosa actividad de Dios en la historia, enfatizar el imperativo de una vida en fidelidad, y recobrar la centralidad del pacto.
Después de la muerte del rey Josías y hasta el exilio en Babilonia, los editores del libro de Josué siguieron llamando al pueblo a resistir a los líderes corruptos y a los opresores extranjeros. Como teología de renovación nacional, el libro se proyectó hacia un futuro en el que los reyes de Judá y los líderes religiosos ya no serían corruptos. El editor tenía esperanza en una nación libre y una fe religiosa revitalizada. En su “historia” de la conquista de la Tierra Prometida, a Dios se lo presenta como el Dios de los que carecen de tierra, el Dios que odió y destruyó a los impíos, el Dios cuyas batallas son conducidas por un comandante fiel, heroico y triunfador. ¡Se trata de un cuadro que le da esperanza a los oprimidos!
Roy H. May Jr., Josué y la Tierra Prometida, Iglesia Metodista Unida, Nueva York, 1997, pp. xii, 1-12, selección y adaptación.
En esta etapa empezamos a ver algunos pasajes de la vida de Josué. El Señor había elegido a Josué, hijo de Nun (Números 27.18-23) para que fuera el sucesor de Moisés.
“Josué es un hombre de espíritu”, dice Dios a Moisés y así comienza su historia en los preparativos para la conquista de Canaán.
Los primeros versos del capítulo 1 enfatizan la promesa de Dios de que siempre va a estar y la de darles la tierra prometida.
Una vez más podemos decir que “Dios es fiel”. Aquello que le había prometido a Moisés que haría con el pueblo, lo estaba cumpliendo. Josué pudo sentir en su propia vida ese acompañamiento que Dios le promete: que siempre estará dondequiera que él vaya. La conquista de la tierra prometida que comienza con la batalla de Jericó, marca el inicio de su gran campaña. Aquel día como no hubo otro en la historia, en que el sol se detuvo en medio del cielo hasta ganar la batalla, y así siguieron conquistando la tierra hasta llegar a su reparto y la vida en paz de la que gozaban los israelitas; y hacia el final la gran Asamblea en Siquem donde el pueblo declara que servirá al Señor y hará lo que Él diga.
Les recomendamos que en lo posible lean todo el libro de Josué, no sólo porque fue un gran líder del A.T. sino porque tiene muchas cosas para decir a nuestra vida y nosotros decirles a nuestros niños y niñas y adolescentes.
La promesa tan marcada de Dios con la que comienza el libro (1.9), es para nosotros hoy.
Meditemos en la ley del Señor de día y de noche para no apartarnos de lo que Él quiere de nosotros. No desmayemos, no tengamos miedo, porque el Señor es quien nos da valor y firmeza y nos dice: “estaré contigo dondequiera que vayas”.
Que este mismo Señor derrame sus bendiciones sobre sus vidas y la vida de los niños y/o adolescentes de sus grupos.
¿Qué queremos lograr?
- Mostrar la fidelidad de Dios y las promesas cumplidas en nuestras vidas.
- Saber que podemos confiar más en el poder de Dios que en nosotros mismos.
- Comprender que Dios nos da nuevas oportunidades aunque hayamos cometido errores.
- Conocer qué es lo que Dios quiere que hagamos y luego hacerlo.
Para tener en cuenta
Para tener en cuenta uno de los temas claves de este mes es cómo enfrentamos los desafíos.
La figura de Josué nos ayuda a ver que su liderazgo se basó en la fidelidad a Dios. Esta sociedad donde vivimos quiere mostrarnos que el “éxito” se alcanza a través del consumo, de la posibilidad de ser famoso, siempre joven, entre otras cosas. En cambio, la estrategia que Dios le enseñó a Josué para su vida fue ser fuerte y valiente, ser fiel al pacto y a los propósitos de Dios . Una vez más, como pueblo de Dios, estamos hablando de otra opción de vida. Esto es muy importante remarcarlo en los encuentros: aceptar al Señor es decidir por otra forma de vivir y eso requiere tener presente las palabras que Dios le dijo a Josué.
Es la historia de los pequeños ganando la victoria sobre los grandes con la ayuda de Dios.
En la historia de Moisés y el pueblo de Dios podemos apreciar tanto la obediencia como la desobediencia y sus respectivas consecuencias. Realmente, es una historia de muchas aplicaciones para la vida real.
Por amor Dios tomó a un niño y lo preparó para ser el líder libertador de los israelitas. Dios escuchó los gemidos de su pueblo, los israelitas. Utilizó todas las experiencias para ir formando a un líder valioso y humilde, fuerte y compasivo, sabio y paciente con los demás.
Moisés, el niño sacado del agua, llegó a ser uno de los líderes más importantes y destacados de la historia humana.
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En estas edades, a los niños les encanta aprender de las tradiciones, comidas, ropas y trabajos de los tiempos antiguos.
Hay que ayudar a los niños a entrar a la vida de los israelitas en su esclavitud en Egipto.
Ayudémosles a entender el miedo que tenían los israelitas cuando llegaron al Mar Rojo y vieron que el ejército del Faraón estaba persiguiéndolos.
Es posible que en su grupo haya niños o adolescentes que en el futuro lleguen a ser líderes. Nos gustaría que para ese entonces puedan recordar que Moisés también le ponía excusas a Dios pero que Dios insistió con él, hasta le dejó la promesa de que siempre iba a estar y así llegó a ser líder de su pueblo con una vida totalmente bendecida.
Enseñémosles a nuestros chicos que cuando el Señor nos llama no podemos taparnos los oídos. El quiere contar con nosotros y nosotros siempre contaremos con él.
Josué 1: 1-9
Al comienzo del libro de Josué el pueblo sigue acampando en tiendas, pero en esta ocasión lo hacen a la orilla del río Jordán. El pueblo está listo para ingresar al nuevo hogar especial que Dios le había prometido.
Antes que Moisés muriera, Dios le permitió escalar el monte Nebo para ver desde allí la tierra prometida. Ahora el pueblo tiene un nuevo líder: Josué. Él y su amigo Caleb son las únicas personas de su generación a quienes se les permite el ingreso a Canaán.
La imagen de la Tierra Prometida con murallas que se derriban ha sido imponente para los pueblos oprimidos. Ha estimulado sus esperanzas de libertad.
En el que habría de ser su último discurso, Martin Luther King. Jr. clamó:
Yo sólo quiero hacer la voluntad de Dios. Y Dios me ha permitido subir a la montaña. Y desde allí he mirado en todas direcciones. Y he visto la tierra prometida. Quizás no pueda entrar en ella con ustedes, pero quiero que sepan esta noche que nosotros como pueblo llegaremos a la tierra prometida.
Roy H. May Jr., Josué y la Tierra Prometida, Iglesia Metodista Unida, Nueva York, 1997.
La gente estaba sumamente emocionada ante la posibilidad de ingresar a la nueva tierra. Josué y los israelitas confiaban en que Dios los ayudaría y él ciertamente habría de hacerlo. No obstante, antes de que pudieran establecerse en Canaán y edificar sus casas, tenían que cruzar el río Jordán, pelear con algunos enemigos que habitaban la tierra que ellos deseaban, observar lo que sucede cuando la gente no parece confiar en Dios ni hace su voluntad y esperar algunas cosas asombrosas que el Señor iba a realizar por ellos.
Josué era el nuevo líder de los israelitas. Josué amaba a Dios, confiaba en ÉL y lo obedecía. Mientras Josué fue líder del pueblo siguió su buen ejemplo.
Rahab era una mujer que vivía en Jericó, la primera gran ciudad con la que se encontró el pueblo creyente apenas atravesó el río Jordan. Ella no conocía a Dios pero algo había escuchado sobre él por lo que decidió confiar en él y ayudar a su pueblo. Rahab fue la madre de Booz y una de las tatarabuelas más famosas del rey David.
¿Qué queremos lograr?
- Aprender a confiar en Dios y estar atentos a sus propósitos.
Índice
./ niñas/os no lectores
Buscar láminas donde haya niñas/os (jugando, aprendiendo, peleando, y varias situaciones más).
Preguntar dónde está Dios en las láminas. Seguro que van a decir donde hay situaciones lindas, pero entonces le haremos saber que donde hay chicos peleando también está Dios y que eso no le gusta.
Contar la historia de que una vez a un muchacho llamado Josué, Dios le dijo que hiciera todo lo que Él le decía porque así le iba a ir bien.
Decir: Podemos hacer cosas que a Dios le gusta, por ejemplo, darnos la mano, un abrazo, un beso.
- Pedir que se paren, se pongan en medio del salón y se encuentren con otro chico. Les decimos: “ahora nos damos la mano”, buscamos otro amiguito y “le damos un abracito”, seguimos caminando y buscamos otro, a ésta/e le “damos un beso”.
También hay otras cosas que podemos hacer, a ver ¿cómo barremos?, ¿cómo juntamos con la palita y tiramos al tarro de basura?
Volver a sentarnos y preguntar si les gustó dar la mano, un abrazo, un beso.
Comentar que esto es lo que Dios nos dice que hagamos con los demás y si así lo hacemos Dios siempre va a estar con nosotros.
- Conversar sobre las tareas que podemos hacer, si nos gusta ayudar y guardar nuestras cosas.
ORAR.- dando gracias a Dios porque siempre está con nosotros.
./ niñas/os lectores menores
Buscar láminas donde haya niñas/os (jugando, aprendiendo, peleando, y varias situaciones más).
Preguntar dónde está Dios en las láminas. Seguro que van a decir donde hay situaciones lindas, pero entonces le haremos saber que donde hay chicos peleando también está Dios y que eso no le gusta.
Contar la historia (leemos Josué 1.1-9) de que una vez a un muchacho llamado Josué, Dios le dijo que hiciera todo lo que él le decía porque así le iba a ir bien y le dejó la promesa de que siempre iba a estar con él (1.9) Le dijo (1.8) que hiciera lo que La Biblia dice. Y una de las cosas que dice la Biblia es esto de ser amables unos con otros.
¿Podemos hacer cosas que a Dios le gusta, por ejemplo, darnos la mano, un abrazo, ayudarnos?
Hacer un poco de teatro, todo sin hablar, con gestos únicamente.
- que los chicos hagan como que se encuentran y se saluden.
que uno de los chicos haga como que lleva una mochila pesada y otro se acerca a ayudarle,
buscar otra situación o que los chicos la busquen y la representen.
Volver a sentarnos y conversar sobre si lo hacemos como teatro o si siempre ayudamos y somos amables con los otros.
Dios dice: “Estaré contigo dondequiera que vayas”.
Podemos utilizar este texto para generar alguna actividad. Hacemos un afiche para que quede en el salón, cartelitos para los chicos, para las carpetas, mochilas, paredes.
ORAR.- dando gracias a Dios porque siempre estará con nosotros.
./ niñas/os lectores mayores
Leer Josué 1: 1 – 9
¿Quién había muerto? ¿Quién llamó a Josué? ¿Cuál fue la primera orden que recibió Josué?
- Después de leer, con la Biblia en la mano, pedir que formen dos filas enfrentándose unos con otros (si son muchos se pueden hacer dos ruedas, también con los chicos enfrentados). Que se lean uno al otro (no juntos) el versículo 5. Luego desarmamos las filas y buscamos a otro compañero, se ponen frente a frente y uno por vez otra vez, que se lean mutuamente el versículo 9.
- Que escriban las partes del texto en tiras para pegar en el salón, con las palabras del versículo 5 y lo mismo con el versículo 9.
Contar que Josué era un joven al que Dios ya había elegido para que sucediera a Moisés porque como dice Dios en la Biblia “Josué es un hombre de espíritu”.
¿Les gustaría que Dios los elija para alguna tarea? ¿Saben que si participan de la escuela bíblica, Dios ya los eligió para que vivan una vida llena del Espíritu de Dios? ¿Hay cosas que te resultan muy difíciles para hacer? ¿Cuáles?
Está en cada uno de ustedes si quiere vivir la vida que Dios le propone o hacer la suya… Aquellos que quieren vivir cerca de Dios, tienen la misma promesa que le hizo a Josué.
Proponer que en la semana piensen si quieren aceptar la vida que Dios les propone, que será una vida de amar a Dios y a los demás como a uno mismo.
ORAR.- con ellos y por ellos para que acepten a Dios como su Señor.
./ adolescentes
Buscamos dos voluntarios a los que se les taparán los ojos con algún elemento de manera que no vean al compañero que tienen enfrente.
Se les da a los dos un recipiente (un plato) con chocolate en polvo y una cuchara (también puede ser dulce de leche) y de a uno por vez se tienen que “dar de comer”. En tanto, el resto de los compañeros les dan instrucciones para que cada uno llegue a la boca del otro. (más arriba, más abajo, al costado . . .)
Después de unos minutos, se cambian los voluntarios; se puede repetir el juego dos o tres veces, al final se cambia y entonces las indicaciones las da una sola persona. Y así pueden darle de comer al otro.
¿Es más eficiente cuando se oye una sola voz? Uno entiende más y puede cumplir con la indicación.
Leer Josué 1.1-11.
Josué escuchó a Dios. El Señor le dio indicaciones de como andar por la vida y cómo cumplir lo que le había encomendado.
Comentar que ser líderes no es algo que sucede automáticamente sino que uno se va preparamos para eso.
¿Cómo eligió Dios a Josué?
Comentar que Dios eligió a Josué porque vió que era un hombre de fe que oró y le pidió su ayuda y bendición y porque confiaba en los propósitos de Dios y los tenía siempre en cuenta.
¿Qué se necesita para ser un buen líder?
Leer: Deuteronomio 7. 6, Josué 1.5-9, Hechos 6.3-4; 1 Tesalonicenses 1.4.
¿Cuáles son las buenas cualidades que Dios quiere en sus líderes? ¿Por qué estudiar la Palabra de Dios es importante para ser un buen líder para Dios? ¿De qué forma nos ayuda la oración? ¿Qué desafío tenía que enfrentar Josué? ¿Qué desafíos tenés que enfrentar vos?
Comentar que Dios sabe que lleva mucho tiempo crecer hasta llegar a convertirse en un buen líder para él.
Por eso es que Dios quiere que usemos nuestro tiempo con sabiduría, aprendiendo su Palabra, orando para que él nos guíe y confiando en él. Dios elige a sus líderes entre nosotros, y nosotros podemos hacer crecer las cosas buenas que Dios quiere que tengamos en nuestras vidas, para llegar a convertirnos en buenos líderes.
- Releer la promesa de Dios a Josué.
ORAR.-