Primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores

01 May 2016
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Primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores

abril 28, 2016
Martires de Chicago

Por Domingo Riorda

El Día Internacional de los Trabajadores es la fiesta por excelencia del movimiento obrero mundial. En 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional, reunido en París, lo declaró como día de lucha reivindicativa y de homenaje a los Mártires de Chicago.

La denominación Mártires de Chicago se refiere a los sindicalistas anarquistas ejecutados en Estados Unidos por sus luchas reclamando la jornada laboral de ocho horas, bajo el lema “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa”

Ocurrió en 1886, tiempo en el cual una ley permitía trabajar hasta 18 horas. La legislación autorizaba superar ese cupo “en caso de necesidad” Si una compañía obligaba a un trabajador hacer jornadas superiores a las 18 horas diarias debía pagar una multa de 25 dólares.

El momento clave fue la huelga del 1 de mayo de 1886. El conflicto continuó tres días cuando ocurrió la masacre de la Revuelta de Haymarket el 4 de mayo. En esa ocasión una manifestación pacífica, con permiso oficial para efectuarse, fue disuelta en forma violenta por la policía dirigida con mala intención contra ocho trabajadores anarquistas y anarco comunistas Luego, en un juicio totalmente injusto, cinco de ellos fueron condenados a muerte y dos con cadena perpetua y uno a 15 años de trabajos forzados.. Todos ellos fueron llamados los Mártires de Chicago.

Ya en 1829 un movimiento había reclamado en Nueva York la jornada de ocho horas. Desde entonces los reclamos se hicieron de distintas formas.

La mayoría de los obreros estaban afiliados a la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo, pero tenía más preponderancia la Federación Estadounidense del Trabajo, cuyo origen se lo atribuyen a los socialistas aunque otros se lo adjudican a los anarquistas. En el Cuarto Congreso, el 17 de octubre de 1884, se resolvió que desde el 1 de mayo de 1886 la jornada legal debería ser de ocho horas y que se iría a una huelga general si no se cumplía ese pedido.

En 1868 el presidente Andrew Johnson promulgó la Ley Ingersoll, estableciendo la jornada de ocho horas. Diecinueve estados sancionaron leyes con jornadas máximas de ocho y diez horas, aunque siempre con cláusulas que permitían aumentarlas entre 14 y 18 horas. Dado el incumplimiento de la Ley Ingersoll, las organizaciones laborales y sindicales de EE. UU. se movilizaron.

La prensa se alineó con las posiciones empresariales. Calificaban el movimiento como “indignante e irrespetuoso”, “delirio de lunáticos poco patriotas”, y manifestaban que era “lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo”

El 1 de mayo de 1886, 200 000 trabajadores iniciaron la huelga con apoyo generalizado de los obreros. La única fábrica que trabajaba era la de maquinaria agrícola McCormik que estaban en huelga desde el 16 de febrero porque querían descontar a los obreros una cantidad de sus salarios para la construcción de una iglesia.

La producción se mantenía a base de rompes huelgas (esquiroles). El día 2, la policía disolvió violentamente una manifestación de más de 50 000 personas y el día 3 se celebraba una concentración en frente de sus puertas; cuando estaba en la tribuna el anarquista August Spies, sonó la sirena de salida de un turno de rompehuelgas por lo que se produjo una pelea campal. Una compañía de policías, sin aviso alguno, procedió a disparar a quemarropa sobre la gente produciendo 6 muertos y varias decenas de heridos.


El periodista Adolfo Fischer, redactor del Arbeiter Zeitung, publicó una fuertísima proclama que terminaba convocando un acto de protesta para el día siguiente, el cuatro, a las cuatro de la tarde, en la plaza Haymarket. Se consiguió un permiso del alcalde Harrison para hacer un acto a las 19.30 en el parque Haymarket.

La concentración reunió más de 20 000 personas que fueron reprimidas por 180 policías uniformados. Un artefacto explosivo estalló entre los policías produciendo un muerto y varios heridos. La policía abrió fuego contra la multitud matando e hiriendo a un número desconocido de obreros.

Se declaró el estado de sitio y el toque de queda deteniendo a centenares de trabajadores que fueron golpeados y torturados, acusados del asesinato del policía.

Estos hechos represivos fueron apoyados por una campaña de prensa con citas como: “Qué mejores sospechosos que la plana mayor de los anarquistas” “¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa, que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad y desafiar a la autoridad de nuestra nación, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas!”

Además, se reclamaba un juicio sumario por parte de la Corte Suprema, responsabilizando a ocho anarquistas y a todas las figuras prominentes del movimiento obrero.

El 21 de junio de 1886, se inició la causa contra 31 responsables, que luego quedaron en ocho. Se violaron todas las normas procesales en su forma y fondo Fue una farsa. Los juzgados fueron declarados culpables. Tres de ellos condenados a prisión y cinco a muerte, los cuales serían ejecutados en la horca. El detalle de las condenas es el siguiente:

Prisión

  • Samuel Fielden, inglés, pastor metodista, obrero textil, condenado a cadena perpetua.
  • Oscar Neebe, estadounidense, 36 años, vendedor, condenado a 15 años de trabajos forzados.
  • Michael Schwab, alemán, 33 años, tipógrafo, condenado a cadena perpetua.

A muerte

  • George Engel, alemán, 50 años, tipógrafo.
  • Adolf Fischer, alemán, 30 años, periodista.
  • Albert Parsons., estadounidense, 39 años, periodista, esposo de la mexicana Lucy González Parsons. aunque se probó que no estuvo presente en el lugar, se entregó para estar con sus compañeros y fue juzgado igualmente.
  • August Vincent Spies, alemán, 31 años, periodista.
  • Louis Lingg, alemán, 22 años, carpintero para no ser ejecutado se suicidó en su propia celda.

Las condenas fueron ejecutadas el 11 de noviembre de 1887.

José Martí. que era corresponsal en Chicago para el periódico argentino La Nación escribió:

«..salen de sus celdas. Se dan la mano, sonríen. Les leen la sentencia, les sujetan las manos por la espalda con esposas, les ciñen los brazos al cuerpo con una faja de cuero y les ponen una mortaja blanca como la túnica de los catecúmenos cristianos. Abajo está la concurrencia, sentada en hilera de sillas delante del cadalso como en un teatro… Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el del Parsons, Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita: “la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”. Les bajan las capuchas, luego una seña, un ruido, la trampa cede, los cuatro cuerpos caen y se balancean en una danza espantable…” + (PE)

Ver despacho SN 0154/16

SN 0153/16

Fuente: Ecupres

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