Tiempo de campamentos: Día de oración de Educación Cristiana – Enero
Estamos en enero, y si algo ocurre en estos meses de verano en muchas de nuestras comunidades, son ¡¡los campamentos de verano!!
Por eso en este mes de oración queremos unirnos especialmente en ese motivo. Le pedimos a nuestro buen Dios que esté acompañando cada uno de los encuentros y campamentos a lo largo y ancho de nuestro país.
Le pedimos a Dios por los intercambios y reuniones que se van realizando durante la programación, que bendiga en las ideas y propuestas, que guíe a quienes manejan los vehículos para llegar al lugar, que disponga manos generosas y dispuestas para colaborar con la recreación, los tiempos devocionales, la cocina.
¡Sabemos que todo es para gloria y honra de nuestro Dios!
También deseamos compartir algunos testimonios que fuimos recolectando de distintas partes del país, la consigna fue:
¿qué significaron los campamentos en tu vida?
Les compartimos algunas respuestas, para “pasar nuevamente por el corazón” estas experiencias en la vida de fe.
Y vos, ¿qué recordás de la tuya?
Le pedimos a Dios que nos siga bendiciendo con más campamentos! Y le pedimos a toda la comunidad de fe, que pueda estar colaborando y orando por las actividades de verano con niñez y adolescencia.
¿Querés saber si hay campamentos en tu zona? ¿Te interesaría colaborar?
Escribinos a educacioncristiana@iglesiametodista.org.ar
Deborah Petcoff – Paula Uslenghi
(Coordinación Pastoral de las infancias y adolescencias)
Manolo Morard – 58 años
Colón, Entre Ríos
Es increíble las emociones que provocan una consigna así. Remueven cosas que están siempre, que siempre las rememoramos. Cada vez que participaba de un campamento sentía mucha felicidad, ahí aprendimos a compartir, a explorar, a sentirnos queridos y escuchados por un montón de gente que no conocíamos, pero que nos estaban cuidando, y sabíamos que nos daban lo mejor y eso iba a ser bueno para la vida, y así fue. Era un Reino, todo funcionaba, aprendimos a jugar, a compartir, a atenuar nuestras responsabilidades, a cantar y adorar al Señor. Tuve una niñez feliz y una parte fundamental fue lo vivenciado en los campamentos.
Maira Esquivel – 45 años
Rosario Del Tala – Entre Ríos
Para mí los campamentos fueron como conocer de otra manera a Dios. Un Dios que trascendía los templos, un Dios que era más parecido a lo que uno precisaba, a lo que uno sentía, era como un despertar. Eran momentos donde uno podía compartir todo aquello que le pasaba, y de repente la contracara era que cuando uno volvía a la congregación, ese gran fuego que se prendía se iba diluyendo. Pero eran grandes experiencias con el Espíritu de Dios, que hoy entiendo que era lo que pasaba. En una palabra, campamento era AVIVAMIENTO.
Maxi Heusser
Bariloche – 43 años
Mi tiempo de acampante en los campamentos de la ex región patagónica, fueron de mucha bendición. No sólo en lo que significó participar y encontrarme con tantas personas de la misma franja etaria y poder compartir, tener amistad y entablar relaciones con personas de otras comunidades con los mismos intereses o las mismas inquietudes. Sino también haber podido ver tanto liderazgo comprometido al servicio de la iglesia y de la juventud. Fue muy lindo, me ha sostenido y acompañado ese testimonio a lo largo de la vida.
Gabi Amaya – 57 años
Rosario, Santa Fe.
Los campamentos son una marca para toda la vida, son experiencias que marcan, allí te encontrás con gente conocida y no conocida, donde hay que negociar tiempos y espacios. Donde se dan tiempos de fuerte comunión que ayudan para repensar y aprender de la palabra de Dios de una manera diferente…. El campamento es un tiempo distinto al de la vida diaria, es tiempo donde se hace un ejercicio de autonomía, niños y niñas encuentran su modo de estar en convivencia con otras personas sin estar con el acompañamiento de los referentes adultos de la vida diaria. El campamento también es oportunidad para desarrollar habilidades sociales que son enmarcadas en las palabras del evangelio y que luego se usan en otros espacios: estar a disposición del otro, colaborar, todo eso hace una marca. Todo esto hace a la posibilidad de encontrarse con Dios, en comunidad, con esa comunidad que se conformó por esos días. Uno en la vida vuelve hacia atrás para recuperar y tomarse de esas situaciones que ha vivido del campamento, del mensaje que se escuchó, pero también se vivenció, un mensaje de amor, de esperanza, y de vida digna. Creo que las experiencias de los campamentos deberían ser una posibilidad para todos aquellos que de alguna manera están en una comunidad de fe o en relación con una comunidad de fe.
Gisela Dinarte – 59 años
Mar del Plata – Buenos Aires
Fui a campamentos de niña, de adolescente, y como familia. Son una gran fuente de inspiración, reconversión y conexión con los pares y con Dios. Me ayudaban a reforzar la fe, que a veces se quedaba dormida. Fueron una gran parte en el crecimiento de mi vida de fe. Gracias a Dios!
Alejandro Alvarez – 29 años
CUNP – Temperley – Buenos Aires
Los campamentos son un hermoso momento, dejan marcado algo muy especial en cada uno. A mí en particular me dejó marcada gente que hoy en día no está, pero que me llenó el alma del Espíritu Santo y me dio ganas de poder seguir acompañando con mi don que es la recreación. Estoy muy feliz y con ganas de continuar con esta tarea y dejarle esos momentos tan hermosos a los niños, niñas y adolescentes.
Walter Terenzio
Paraná – 38 años.
Los campamentos de la iglesia para mí han sido un lugar de encuentro, de amistad, mucho aprendizaje y crecimiento personal que me han formado y ayudado a lo largo de este tiempo y también donde nos divertimos compartiendo con amigos de otras congregaciones. Trabajamos haciendo ferias de platos y tallarines para conseguir el dinero, nos encantaba trabajar juntos y esperar las vacaciones de verano o invierno para ir. También tuve la oportunidad de ir como líder a un campamento de niños en la Capilla Central, otra experiencia hermosa en la que acompañé con la guitarra en el ministerio de la música.
Silvia Mutio – 67 años
Trelew – Chubut
Puedo hablar de mi rol de líder, pero también de acampante, porque esos roles se entremezclan y terminamos viviendo, ¡gracias a Dios! todo ese sentir, ese vivir, ese mirar que es lo que hace El Señor en nuestras vidas. El campamento es la acción de acampar, y de los años que acompañamos adolescentes en la región patagónica, recuerdo sólo un campamento “de carpas”, después hemos estado en escuelas, en albergues. Pensar en campamentos es además recordar todo lo que significaban los preparativos, pero también es pensar en todo lo que dejan, los vínculos, antes eran las cartas durante el campamento, hoy serán los whatsapps. Tiempo riquísimo en cuanto a la espiritualidad, en lo que tiene que ver a nuestro tiempo para estar con Dios. Poder ver en las adolescencias y en las juventudes las vivencias, lo que experimentan. Aún perduran en mi vida de líder, como un tesoro, que cuando nos vinculamos y reencontramos con chicos y chicas de aquellos tiempos siempre vuelven a resurgir esas anécdotas. Es un disfrute volver a pasar por el corazón esas vivencias que nutren el alma y nuestro cuerpo.
Alfredo Coelho – 44 años
Almagro – Buenos Aires
Los campamentos para mi fueron y siguen siendo muy importantes en mi vida. En un principio fueron los campamentos del Colegio Schweitzer, de Almagro. También en un campamento de verano de adolescente decidí volver a congregarme en la iglesia. Luego de joven, en campamentos con jóvenes de Argentina y de otros lugares de Latinoamérica. Y lo siguen siendo hasta el día de hoy, en los cuales todo aquello que hemos aprendido lo seguimos compartiendo en campamentos con adolescentes y familias.
Doy gracias a Dios por esta experiencia que para mi es sumamente importante.