150 años de la dedicación del nuevo templo de la Primera Iglesia Metodista de Buenos Aires
En el periódico “The Standart and River Plate News” del miércoles 4 de marzo de 1874, aparece este artículo que nos permite viajar en el tiempo y vivir en detalle el culto de dedicación del templo de la Primera Iglesia Metodista en la ciudad de Buenos Aires celebrado el domingo 1 de marzo de 1874. Disfrutemos de ese momento:
«Tuvimos el privilegio de asistir el domingo a la ceremonia de inauguración de la nueva Iglesia Metodista Episcopal Americana de la calle Corrientes.
El edificio, como es bien sabido por todos los que lo han inspeccionado, es un modelo de elegancia y buen gusto, y constituye un ornamento para la ciudad. Tiene capacidad para 400 personas, y en la ocasión en cuestión todos los asientos estaban ocupados por atentos oyentes, estando presentes, además de la numerosa congregación americana, muchos visitantes de las iglesias inglesa y escocesa.
El superintendente de la misión en Sudamérica, el reverendo H. G. Jackson, M.A., había hecho los arreglos para que vinieran los reverendos Sres. Thomson y Wood para asistir a la ceremonia de dedicación, pero, debido a la cuarentena y a otras dificultades insuperables, estos caballeros no pudieron estar presentes. En consecuencia, el reverendo superintendente tuvo que realizar todo el servicio por sí mismo, lo que, sin embargo, no fue una pérdida para la congregación, que, cualesquiera que hayan sido sus sentimientos de decepción, fueron ampliamente recompensados por uno de esos discursos que sólo el Sr. Jackson puede pronunciar. Los servicios comenzaron con el canto de ese hermoso himno, “Thine, oh Lord, is the greatness”(Tuya, oh Señor, es la grandeza), en el que todos los cantantes, justos o no, fueron dignos de «más alabanzas de las que podemos dar»; después de lo cual el pastor se dedicó a la oración, que fue seguida por la lectura de las dos lecciones de las Escrituras designadas en la liturgia para esta clase de servicio.
A continuación, se cantó uno de los himnos dedicatorios del Himnario Metodista, tras lo cual fuimos agasajados con un sermón del reverendo Sr. Jackson como no es frecuente tener la suerte de oír. El texto fue tomado de la Epístola de San Pablo a los Efesios 5:32 «Grande es este misterio; más yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia». Las observaciones del reverendo se limitaron principalmente a la última parte de este versículo, en la que trató de las ventajas recibidas en este mundo por medio de la Iglesia cristiana, utilizando las palabras en su sentido más amplio y universal; y de las obligaciones que, a causa de estos beneficios recibidos, tiene el mundo para con la Iglesia. Fue un discurso hermoso, que respiraba un verdadero espíritu cristiano y nos recordaba forzosamente esa misteriosa unión que sin duda existe entre la Iglesia militante en la tierra y la Iglesia triunfante en el Cielo, una unión que sólo puede explicarse por la posesión de una cabeza como la que tiene la Iglesia: Jesucristo, el Señor de la Gloria, que sin embargo se alegra con «dos o tres», de sus humildes seguidores terrenales que se reúnen en su nombre. No podíamos dejar de pensar también en los relativamente muchos que estaban vivos y bien entre nosotros cuando se colocó la primera piedra de la Iglesia, y que ahora son felices moradores en una de las muchas mansiones del Padre.
Después del sermón se cantó otro de esos himnos religiosos que elevan el alma, «I will lift up mine eyes»(Levantaré mis ojos), en el que el Sr. R. F. Nicholson, el hábil director del coro, se distinguió especialmente por su buena ejecución de un solo de bajo muy difícil.
Seguido, se procedió a la colecta, cuyo ofertorio ascendió a la hermosa suma de 5.025 pesos de moneda nacional. Los mayordomos y tesoreros de la Iglesia se acercaron al altar, y se leyeron las oraciones dedicatorias y respuestas habituales, que fueron seguidas por el canto de otro himno, «Deus Misereatur» (Dios tenga misericordia), en el que todos los cantantes se hicieron de nuevo merecedores de nuestra más sincera gratitud y aprecio.
A continuación, el reverendo Jackson anunció que se celebraría un servicio religioso en la iglesia todos los domingos a las 11 de la mañana y a las 7 de la tarde, y una reunión de oración en la sala de lectura todos los miércoles a las 8 de la tarde. Después se pronunció la bendición apostólica y se despidió a la comunidad. Nos dimos cuenta de que los cantantes habían obtenido una valiosa ayuda de los coros de las iglesias inglesa y escocesa, lo que contribuyó en gran medida a la bondad de sus excelentes interpretaciones. El órgano estuvo, como de costumbre, bajo la hábil superintendencia del Sr. J. R. Naghten, que mantuvo noblemente su bien ganada reputación como intérprete de primera clase.
Aprovechamos esta oportunidad para expresar nuestras sinceras felicitaciones a los señores del comité de construcción, con motivo de la feliz terminación de su ardua labor, y también a todos los que de alguna manera participaron en la construcción de esta hermosa iglesia, y esperamos y confiamos en que su influencia para el bien pueda sentirse durante mucho tiempo entre el pueblo de Buenos Aires.»
EN OTRA COLUMNA DEL MISMO DIARIO APARECE OTRO BREVE COMENTARIO
““Tenemos que dar las gracias a un amable suscriptor por el relato que hizo en otra columna de la inauguración de la Nueva Iglesia Americana el domingo pasado. Hemos oído que la ceremonia fue de lo más imponente, y todos son unánimes en alabar la forma en que fue dirigida por el pastor, el reverendo Sr. Jackson.”
Investigación y traducción Pastor Carlos Amarillo
Ed. Daniel Bruno para CMEW