Sentado, vestido y en su sano juicio

01 Jun 2023
en Episcopado
Sentado, vestido y en su sano juicio

“El hombre vivía entre los sepulcros, y nadie podría sujetarlo ni siquiera con cadenas…
Día y noche andaba por los cerros, entre los sepulcros, gritando y lastimándose con piedras…
Entre gritos le decía: ¡No te metas conmigo Jesús, Hijo del Dios Altísimo!

Evangelio de Marcos 5:3, 5, 7

Paz y bien, mi hermano y hermana. Te sugiero que leas toda la historia, que encontrarás en el capítulo 4 del Evangelio de Marcos en los vs. 1 al 20.

Las acciones de Jesús de Nazaret están orientadas a ayudar a la inmensa población de Palestina a disfrutar de una vida más sana, digna y liberada del poder del mal. Las acciones de Jesús de Nazaret hoy están orientadas a ayudar a la inmensa población del mundo a disfrutar de una vida más sana, digna y liberada del poder del mal.

¿Cuál es la sociedad que está detrás de la historia narrada? ¿Cuáles son las sociedades que están detrás de nuestras historias hoy, digamos en América Latina, en Argentina?

Sabemos que el 90% de la población en la época de Jesús era de clase baja. Palestina y el resto del mundo mediterráneo se encontraban sometidos políticamente al Imperio Romano. En el pueblo de Judea surgían frecuentes rebeliones como en muchas otras partes del inmenso Imperio. Y Roma ejercía implacablemente sus derechos de conquista, aplastaba las revueltas con su poderío imperial, ejecutado por un ejército profesionalizado y altamente instruido en el arte de la guerra.

El relato que nos ofrece Marcos permite visualizar la presencia de lo demoníaco, conectado con la opresión imperial, que genera y promueve la marginación socio-política. Y la institución religiosa dominante funciona como instrumento que impone los criterios de una “pureza” excluyente y una legalidad discriminatoria.

En la narrativa del evangelio de Marcos el término sepulcro aparece tres veces e indica su importancia por su repetición. Con ello nos está diciendo que el personaje que entra en contacto con Jesús al bajar de la barca, es doblemente maldito e inmundo: no solo vive poseído por un espíritu impuro, además habita en un territorio de muerte. Este escenario indica a las lectoras y lectores la situación de miserabilidad que sufre el gadareno. Su vida en los sepulcros, lejos de los lugares habitados, es la resultante de una ruptura definitiva con la comunidad, que solo ha encontrado grillos y cadenas como triste terapia: comunidad enajenada como el enajenado enloquecido.

En este contexto es cuando el relato nos ofrece la alternativa de Jesús a la violencia, la marginación y la deshumanización.

En contacto con Jesús, esta casi persona que había perdido todo rostro de humanidad es restaurado para la vida. Su anterior proyecto enloquecido lo hacía alguien psíquicamente perturbado y socialmente excluido, ahora la gracia y la autoridad amorosa de Jesús lo recuperan para la comunidad y para su familia y lo eleva a la dignidad de hijo de Dios.

Jesús no acepta que la opresión y la enfermedad se adueñen de los seres humanos y por eso ha comenzado a liberarlos para iniciar con ellos su Reino de justicia, libertad y amor.

Quienes sufren las exclusiones representadas en el endemoniado encuentran en Jesús la sanidad integral de su persona, encontrando la caricia de Dios hacia sus vidas. En el encuentro con Jesús el ser humano recupera su autonomía, su libertad y sano juicio, y emprende, desde una vida entre iguales y sin violencia, el camino hacia una sociedad que aspira a la paz.

La praxis de Jesús nos muestra que el amor, el servicio, la cercanía, la disposición, la solidaridad, la compasión, la inclusión y la opción por quienes sufren, son valores del reinado de Dios, que trae liberación y esperanza, con el fin de potenciar la calidad de la vida en los momentos más difíciles de la misma.

El teólogo Xabier Pikaza afirma que “aquél era un mundo de locura generalizada: un mundo en que gran parte de la gente se negaba a vivir o vivía en la frontera de la propia fragilidad, del miedo y de la represión.” O como cuenta fray Bartolomé de las Casas al escribirle al rey Fernando de España en 1515 describiendo las atrocidades que había visto en la conquista de Cuba, tales que “ahorcábanse maridos y mujeres, y consigo ahorcaban a los hijos; y por las crueldades de un español… se ahorcaron más de doscientos indios. Pereció de esta manera infinita gente”.

Claro, no puedo dejar de pensar en el mundo de estos presentes tiempos, que se nos evidencian con una gran inestabilidad en lo social y lo personal, con datos alarmantes sobre la pobreza y la exclusión y como si fuera poco, el grado escandaloso de violencia ligada al proyecto narco, que vivenciamos con una ferocidad que atemoriza.

Se preguntan las capellanías de nuestras instituciones educativas en Rosario al repasar la situación de violencia que padece la ciudad y en particular las comunidades educativas en los barrios: “¿Cuál es la tarea que queda por delante? Reconstruir el tejido social mediante el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo, atacar a la corrupción de raíz, luchar contra la precarización laboral y la desocupación, generar condiciones para una economía centrada en el ser humano y el trabajo…, invertir en la educación y salud para el conjunto de la población, urbanizar los barrios populares, expandir la cultura en todos los territorios…”

–¡Espíritu impuro, deja a ese hombre!

Ante el menoscabo de la integridad de la vida humana, la manifestación del poder de Dios cura, restaura, sana y brinda dignidad. ¡Este es el evangelio de Jesucristo, que restablece la plenitud de la salud y elimina todo estigma! ¡A Él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén.


Abrazo fraterno/sororal.

Pastor Américo Jara Reyes
Obispo


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