Recursos para la predicación

06 Ene 2023
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 29 EneroEne 2023

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Mateo 4.25–5.12 - Las bienaventuranzas

Las bienaventuranzas se refieren a un estado de felicidad y prosperidad. Constituyen una especie de bendición de Dios aplicada a diferentes situaciones en la vida humana. Se pueden encontrar muchos ejemplos de ellas, en el Pentateuco (Dt 33.29); en la literatura sapiencial, por ejemplo Sal 1.1; y en los profetas (Is 56.2). el Nuevo Testamento adoptó de la literatura judía esta práctica (véase por ej. Lc 10.23; Jn 13.17; Hch 20.35, etc.).

Esas ocho Bienaventuranzas están referidas al reino de los cielos. Nótese que para  la primera Bienaventuranza “la recompensa” es el reino de los cielos. También lo es en el caso de la última (v 10). De aquí se puede deducir que la llegada del Reino es la Bienaventuranza por excelencia. El Mesías Jesús viene proclamando el reino (Mt 4.17) de la misma manera que lo había empezado a anunciar Juan (Mt 3.1-2).

Mateo ha preferido usar la expresión “reino de los cielos” en lugar de “reino de Dios” que usan los otros evangelistas. La razón es que en el ambiente Judeo-Cristiano de las comunidades de Mateo, no se puede (o no es propio) usar el nombre de Dios (o Yahvé en el Antiguo Testamento). La palabra “Cielos” es un circunloquio, es decir, una manera indirecta de referirse a Dios, sin nombrarlo.

Dagoberto Ramírez Fernández, biblista metodista chileno. Los Pequeños del Reino. Comentario al Evangelio de Mateo, Rehue, Santiago de Chile, 1994.


Miqueas 6.1-8

Miqueas fue un profeta del reino de Judá en el siglo VIII a.C., que denunciaba implacablemente las injusticias sociales, a sus responsables y la complicidad de las instituciones religiosas de su país. Fue contemporáneo del Primer Isaías (Is 1-39) en Judá, y de Oseas y Amós en el reino del Norte (Israel), con quienes mantiene cierta afinidad de temas e ideas (ver más abajo comentario sobre Miqueas 6.8).

Miqueas es testigo de profundas crisis sociopolíticas de su país, que se encuentra bajo diversas amenazas. En el escenario externo Asiria venía destruyendo aldeas y asolando campos; la caída de Samaria fue una señal clara de lo que le podía pasar a Jerusalén (cf. Miqueas 6.16). En el escenario interno los dirigentes y los ricos oprimían y explotaban al pueblo; los sacerdotes y profetas se vendían al interés de los poderosos; y los campesinos eran despojados de sus parcelas familiares. Todo parecía estar contaminado por la corrupción, el fraude y la rapiña insaciable.

El mensaje del profeta era particularmente duro con los responsables locales de la situación; tanto en los aspectos socio-económicos y políticos (ver 2.1ss; 3.1ss; 6.10-12ss; 7.1-6) como religiosos (ver 3.5ss; 3.11; 6.6-7); inclusive llegó a anunciar la destrucción de la ciudad de Jerusalén: “Sión será arada como un campo” (3.12), algo ciertamente insoportable para los dirigentes, por cuanto resultaba amenazante y desestabilizador.

Pero al mismo tiempo, el profeta procuraba recuperar la Alianza de Dios con su pueblo y abrigaba una esperanza de cambio (cf. 2.12-13; 7.11-12, 18-20); y para esto también debía recrear la memoria liberadora del Dios de la historia. En este sentido conviene recordar que el nombre Miqueas significa “¿quién como Yavé?”.

Teniendo en cuenta el contexto referido más arriba, Miqueas 6.1-8 resulta una muestra significativa del mensaje de toda la obra. La primera parte (6.1-5) utiliza el lenguaje de los procesos judiciales, donde el tribunal y los testigos tienen proporciones cósmicas (vs 1-2); allí Yavé se presenta como querellante en la disputa con su pueblo. Los principales argumentos de Yavé son dos hechos fundamentales de la memoria histórica en que mostró su poder liberador y su justicia a favor de los israelitas: la liberación de la esclavitud de Egipto (v 4) y la bendición y protección que recibieron del profeta Balaam cuando se encontraron frente a un poderoso rey enemigo (Balac, de Moab; en Números 22-24) (v. 5).

Los versículos siguientes (6-8) son una expresión retórica en la que el profeta llama la atención de su pueblo a las demandas de Yavé. Este llamado a su vez viene en forma de preguntas que cuestionan profundamente el culto a Yavé, y nos hacen reflexionar sobre cuáles son las obras y actitudes que nos acercan a Dios y hacen que estemos mejor preparados para recibir su perdón.

Lo que se denuncia principalmente aquí es la notable disociación entre el culto y la ofrenda a Yavé como expresión religiosa, y la devoción a Yavé en tanto práctica de la justicia y solidaridad en la vida cotidiana de la comunidad. La sobreabundancia de ofrendas y sacrificios parece un indicador de la magnitud de la divergencia; a mayor abundancia parece mayor el engaño y la hipocresía. Esto también implica probablemente una crítica al sistema tributario del templo y a la administración sacerdotal, aunque aquí no es lo central.

En todo caso, el culto y las ofrendas a Yavé deberían ser una expresión de gratitud correlativa a la práctica de la justicia y la solidaridad, que es el núcleo del plan de Dios para su pueblo; pero resulta que aquella devoción no solamente se había transformado en algo vacío y disociado de la realidad, sino que peor aún, devino en un instrumento para mentir, ocultar la realidad e inducir a otros pecados bajo el manto perverso de la pseudo-religiosidad y la impunidad. Este inaceptable falso culto a Yavé es lo que mayormente se denomina idolatría en términos bíblicos y teológicos.

Finalmente, el versículo 8 sintetiza el mensaje profético estableciendo lo único que Yavé verdaderamente espera de su pueblo según su Alianza de siempre: “hacer justicia” (mishpat), “buscar la solidaridad” (’ahavat hesed) y “andar humildemente con Dios”. De tal manera, convergen aquí los principales conceptos éticos desarrollados por otros profetas contemporáneos, que también descalifican todo culto o acto religioso que no vaya acompañado de una práctica obediente al proyecto de Yavé (ver Isaías 1.11-14; Oseas 6.6; Amós 5.21-24).

El concepto de mishpat tiene un alto contenido político pues connota una acción histórica y la reivindicación del plan de Dios orientado por la equidad, el derecho y la justicia (cf. Amós 5.24). En este sentido, podemos remitirnos a lo ya dicho sobre el primer poema del siervo de Yavé en Isaías 42.1-7 (ver el texto del Domingo 9 de enero).

El término hesed alude principalmente a las relaciones humanas y sociales, y su contenido semántico se podría resumir en dos conjuntos de significados que son complementarios; por un lado, “solidaridad / misericordia / amor”, y también “fidelidad / lealtad / confianza”. Asimismo, el concepto de hesed es fundamental para referirse a la Alianza de Yavé con su pueblo, en tanto implica una  actitud y forma precisa de relacionamiento entre los que son sus fieles: “misericordia (entre ustedes) quiero, y no sacrificios” (Oseas 6.6a) (comparar con Oseas 1-3; 4.1; 12.6).

A propósito de la “humildad” podemos remitirnos al juicio de Yavé contra los soberbios y poderosos en Isaías 2.6-22. Allí se denuncia el orgullo y la altanería, y se lo relaciona con las riquezas materiales y el poder.

Sugerencias homiléticas

Ciertamente el tema de la Alianza de Yavé con su pueblo es el trasfondo relevante de la predicación del profeta.

También podemos destacar que las tres ideas fuerza de Miqueas 6.8 no se refieren a actitudes contemplativas, sino que implican una movilización y compromiso con el reclamo de Yavé.

Todo el mensaje profético de Miqueas está marcado por la oposición entre dos lógicas o formas de vida, que se ven reflejadas en diversos aspectos económicos, sociales, políticos y religiosos. Por un lado, se denuncia el sistema acumulativo de abundancia, que siempre exige cada vez más (hasta el primogénito), y que tiene fuertes lazos con el poder político y religioso; y por el otro, encontramos un proyecto de distribución equitativa, que está fundamentado en el Dios de la Alianza, y que está anclado en el anhelo profundo de los más pobres y excluidos.

Samuel Almada, biblista bautista argentino, en Estudios Exegético-Homiléticos 58, ISEDET Buenos Aires.


1 Corintios 1.17–2.5 - El mensaje de la cruz versus discursos de sabiduría

En un primer párrafo de esta sección (1-17-25) Pablo responde con tono apasionado a algo que percibe como clave en el problema del partidismo en la iglesia: la influencia de ciertos discursos elocuentes y eruditos que han introducido conceptos de la sabiduría griega como parte de la fe cristiana. Al dejarse orientar por esta sabiduría, algunos creyentes olvidan que su salvación se fundamenta en un Cristo que fue rechazado por los sabios y crucificado por los poderosos. A los griegos este “mensaje de la cruz” parece una locura. Tampoco apela a los judíos, que lo consideran ofensivo. Sin embargo, esta “locura de Dios”, esta “debilidad de Dios”, comunica una fuerza salvadora a quienes, tanto griegos como judíos, la abrazan con fe, al reconocer que la sabiduría del mundo no los lleva a conocer a Dios.

En un segundo párrafo, (1.26-31), Pablo desafía a los hermanos a fijarse en su propia comunidad, para darse cuenta de que cualquier pretensión de sabiduría y poder riñe con su condición humilde, carente de prestigio y conocimiento. Con la lógica de la cruz, es precisamente esta condición lo que Dios ha valorado; con ellos Dios ha demostrado su voluntad de exaltar a los humildes y desautorizar todo sistema humano basado en el poder, inclusive el poder que proviene del conocimiento espiritual. Por estas misma lógica, los pocos cristianos de mayor categoría social están llamados a deponer sus privilegios, con el fin de experimentar esta obra de Dios, que anula todo orgullo humano al otorgar libremente su “sabiduría, justicia, santidad y redención” (v 30).

El último párrafo (2.1-5) retoma el tema de la cruz. Pablo recuerda a los corintios que este mensaje paradójico de Jesucristo crucificado es lo que él proclamó entre ellos. Nada de sabiduría humana en el contenido, ni elocuencia en la comunicación, sino debilidad y temor. Así se demostró el poder del Espíritu de Dios, y así ellos creyeron y fueron transformados.

Irene Foulkes, biblista evangélica norteamericana-costarricense, 1932-2016, Primera carta a los Corintios, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Estella, España, 2003.


Salmo 15

El Salmo 15 establece las condiciones para poder vivir en la presencia de Yavé y participar de su culto (comparar con el Salmo 24:3-6; Isaías 33:15-16; Miqueas 6:6-8). Yavé es el Dios de la justicia y el Señor de la vida, y a todo aquel que quiere entrar en el ámbito de su presencia se lo interroga sobre su conducta cotidiana y no sobre su confesión religiosa. Solo los que cumplen la voluntad de Dios en su vida son recibidos en su casa y gozan de los derechos de habitar en ella. Se destaca el valor de la coherencia y la integridad, la honestidad y la fidelidad, y especialmente el no aprovecharse de la situación de debilidad del prójimo.

Samuel Almada, biblista bautista argentino, en Estudios Exegético-Homiléticos 58, ISEDET Buenos Aires.


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