Una evangelización en contexto: ¿La gran comisión o la gran omisión?
Los desafíos para el metodismo en América Latina
en tiempos de neoliberalismo
Una evangelización en contexto:
¿La gran comisión o la gran omisión?
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Estas palabras del evangelio de Mateo que llevan por título: “La Gran Comisión” señalan aun una de las tareas más discutidas dentro de las iglesias cristianas a través de los siglos. Tanto se discute este tema que algunos llamaron a esas palabras “la gran omisión”, dando a entender que es la tarea que la iglesia ha olvidado hacer.
David Bosch autor del libro: “Misión en transformación” dice sobre este texto de Mateo:
“Es inadmisible arrancar estas palabras del Evangelio de Mateo para darles una vida independiente, por así decirlo, sin referencia alguna al contexto en el que surgieron por primera vez. Esta metodología ha logrado reducir la «Gran Comisión» meramente a un lema, o utilizarla como un pretexto para afirmar lo que de antemano ya hemos decidido que significa, aunque sea inconscientemente. […] Los investigadores contemporáneos afirman unánimemente la necesidad de interpretar Mateo 28:18–20 contra el telón de fondo de la totalidad del Evangelio de Mateo. De otro modo su significado no podrá salir a la luz. Ninguna exégesis de la «Gran Comisión» divorciada de sus raíces en el Evangelio puede ser válida.”
¡Qué bueno sería si nuestras ideas de evangelización/misión de la iglesia tuvieran como telón de fondo, es decir como contexto general, el mensaje del evangelio que se hizo carne en Jesús de Nazaret!
Juan Stam, teólogo latinoamericano, comenzaba un artículo sobre teología de la evangelización titulado: “Dios como punto de partida para una teología de la evangelización”, decía:
“¿De dónde debe partir la evangelización? ¿Del cielo para llegar a la Tierra?, eso es lo que el título parecería indicar. ¿De la Iglesia para salir al mundo?, sería otro enfoque, ¿o del mundo para después traerlo al evangelio?”
Buscaba Juan al señalar estas perspectivas, problematizar un poco y mostrar la complejidad que tiene el tema de la evangelización. Alcanzan estas preguntas para mostrar al menos que no existe una sola forma de evangelizar “correcta”, que a esta tarea se la puede asumir desde diferentes lugares o perspectivas y que cada uno de estos distintos lugares tienen sus propios riesgos de desvirtuar ese mensaje que buscamos transmitir.
Como se puede notar el tema es fundamental.
Si Jesús es nuestro ejemplo tanto en obras como en su humanidad, lo primero que tendríamos que decir es que gran parte de nuestra falla en la comunicación del evangelio en nuestros contextos de América Latina se debe en gran parte a nuestra falta de diálogo con la cultura, a nuestro desconocimiento de ella o peor aún al rechazo de muchas tradiciones por lo histórico y cultural.
Jesús no solo dialogó con la cultura de su tiempo, sino que se encarnó en plena humanidad para poder establecer ese diálogo y que este pueda ser fecundo. Desconocer nuestra cultura latinoamericana y pretender tener un discurso más propio de otras latitudes o de siglos pasados, es no tener como telón de fondo a la persona de Jesús.
La imitación de los modelos norteamericanos
Dice Stam en su artículo: “Es necesario destacar, en el siglo XIX, por su proyección en la América Latina, el gigantesco movimiento de «reavivamientos religiosos» con su énfasis en el arrepentimiento y la conversión y que además se caracterizó por su emocionalismo y la movilización de masas en torno a un gran evangelista. así se recuerdan nombres como James McGready, Charles Finney, Dwight L. Moody, Billy Sunday y en la actualidad Billy Graham. No es de extrañar que el evangelicalismo latinoamericano, nacido en gran parte al calor y gracias al esfuerzo pionero de la Iglesia norteamericana, haya caído siempre en la tentación de copiar los mismos patrones, reduciendo el «evangelismo» a una función valga decir mimética: de imitación.”
Sin duda si esos predicadores hicieron bien su trabajo en aquellos tiempos, seguro fue porque entendieron sus culturas y supieron entrar en diálogo con ellas. Poco favor les hacemos a ellos cuando solo buscamos imitarlos en formas y contenidos.
La buena noticia que tenemos que comunicar debe encarnarse en la cultura de nuestro tiempo y nuestra tierra para dar fruto de justicia, por eso, como latinoamericanos estamos llamados a un camino propio de encarnación con nuestras culturas. La evangelización es proclamación pero también es encarnación. Para esto es indispensable nuestra participación en la vida de nuestras culturas.
Por el contrario, la teología fundamentalista que se ha derramado por toda América Latina, ha logrado que se viva y se practique la tarea evangelizadora en términos fundamentalmente de separación entre fe y cultura.
En Wesley encontramos una profunda vinculación entre Buenas Nuevas y cultura, su concepto de buenas nuevas, profundo y radical, lo llevó a luchar contra la “execrable villanía de la esclavitud”, y también a incursionar en la economía, en la salud, en la medicina y a criticar a los que transformaban estas herramientas dadas por Dios, para bienestar de sus hijos, en materia de lucro personal. Para Wesley, así como lo mencionaba el viejo Terencio, “nada de lo humano le era ajeno” y nosotros podemos agregar, tampoco lo no humano: animales, creación entera entra, para Wesley en diálogo con las Buenas Nuevas de salvación. La evangelización, para Wesley (aunque él nunca usó ese término) era abrir el espacio para un diálogo enriquecedor y salvífico entre Dios y toda su creación. Nunca pensó las Buenas Nuevas como algo que debía ser impuesto, por el contrario: “Piensa y deja pensar. No obligues a nadie sobre cuestiones de religión, ni los fuerces a entrar por medios que no sean la razón, la verdad y el amor”
El pastor uruguayo Emilio Castro decía:
“El mayor obstáculo para la evangelización es la Iglesia preocupada por su propia existencia. Sería divertido, si no fuera patético, ver a las denominaciones enteras preocupadas por cuestiones completamente secundarias de forma o doctrina… mientras el fermento revolucionario ruge en las calles y en los campos de América Latina.”
Las Buenas Nuevas de Jesús buscan siempre el horizonte, no el encierro. Es encuentro, no cacería de candidatos a ser “convertidos”. Y si en esto la iglesia sigue ensimismada y calla “las piedras gritarán”. Es tiempo para encontrar nuevas preguntas por responder. Ese sería un prometedor comienzo para una nueva iglesia en América Latina.
Pablo Bordenave para CMEW
Preguntas para reflexión
- Si para evangelizar hay que entrar en diálogo con la cultura como hizo Jesús, ¿Qué claves te parece que nos otorga el texto de Fil 2: 5-11 para entender la relación de Jesús con la cultura humana?
- Cómo organizas una jornada de evangelización a la luz de estas palabras de Wesley: “Ten cuidado de no llegar a ser entusiasta en tu afán por perseguir a la gente. No te figures que Dios te ha llamado para destruir la vida de los demás (esto es completamente opuesto al espíritu de quien llamas Maestro) en lugar de salvarlas. Nunca se te ocurra forzar a otros a entrar en los caminos de Dios. Piensa, y deja pensar. No obligues a nadie en cuestiones de religión. Aun a aquellos que se encuentran más alejados del camino, jamás los fuerces a entrar por otros medios que no sean la razón, la verdad y el amor.
- Si el contexto de la gran comisión debe ser el resto del evangelio de mateo. Elegimos tres pasajes, y te pedimos que busques características para llevar hoy esta buena noticia:
Mat. 5: 1-12
Mat 12: 1-8
Mat 15: 21-28