El método Wesley
Ser metodista no es simplemente una adhesión denominacional, como tampoco una elección al azar donde vivir la fe junto a otras personas. El metodismo enriquece la gran diversidad de la Iglesia de Cristo por algunos particulares acentos. En esta ocasión, señalaremos uno de ellos, al que denominamos “El método Wesley”.
Por mucho tiempo se enfatizó en la experiencia de Aldersgate un rasgo de “conversión” y entrega personal de la vida a Cristo. Esta mirada es inexacta e injusta, Wesley conocía el amor redentor de Cristo en su vida. Lo novedoso de aquella noche fue el descubrimiento de que Dios actuaba en el presente en la vida de las personas. En este sentido, Wesley vivirá otras experiencias que también lo marcarán y lo confirmarán en este hallazgo.
La búsqueda de Wesley en las fuentes moravas, como también en el misticismo español y hasta en los antiguos Padres del Desierto, nos dan una pauta del hambre y la sed que lo movía: ¿Es posible que Dios actúe en mi vida en el presente y que actúe en la iglesia y en la sociedad?
Estas preguntas implícitas en la vida del fundador del metodismo encontraron, primero en Aldesgate, como también en Bristol (cuando hizo su opción por la vileza), el camino a la respuesta. Todo aquello que las Escrituras enseñan y que la tradición de la iglesia continuó, siguen vivas en el presente. Dios actúa hoy, cambia vidas, abre nuevos horizontes en la sociedad e ilumina a la iglesia en el cumplimiento de su misión.
Esto es un rasgo distintivo de la vida y el pensamiento de Juan Wesley: lo práctico. No en el sentido de la aplicación de teorías, sino en que lo que nos enseña la Biblia y explica la teología Dios lo hace “práctica” actuando en el presente. En este sentido es que Wesley hace dialogar a la teología especulativa con los desafíos del presente, porque allí está Dios mostrando un camino a seguir.
Acerca de la practicidad como rasgo distintivo del metodismo, el Dr. Justo L. González cuenta la siguiente historia:
“Se cuenta que tres teólogos fueron a jugar al golf, uno luterano, otro presbiteriano, y el tercero metodista. Pronto se frustraron porque el grupo que iba delante de ellos jugaba muy lentamente, y en cada hoyo tenían que esperar muchísimo tiempo a que los otros terminaran. Decidieron que tanta espera no valía la pena, y fueron a quejarse ante el administrador del campo de golf, quien les respondió:
-Señores, ustedes no se han dado cuenta de que esos otros jugadores son ciegos. Están jugando de oído. Lo que ustedes están viendo es prácticamente un milagro.
Conmovido el luterano comenta:
-¡Ah! ¡El poder de Dios que se manifiesta en la debilidad humana!
El presbiteriano:
-¡Ah! ¡La Providencia divina, que suple a la necesidad humana!
Y por último el metodista:
-¡Ah! ¿Y por qué no juegan de noche?”
Citado en “Juan Wesley Desafíos para nuestro siglo” (pp. 28-29).
Si Dios actúa en el hoy de las personas, es necesario descubrir su accionar y abrirse a lo que sea necesario. Desde esta premisa es que Wesley, sin apartarse de su anglicanismo, encontró en la predicación callejera una respuesta adecuada al clamor de la gente y el trabajo de Dios en aquel presente. Lo mismo puede decir de la organización conexional que permitió que miles de personas atravesadas por su experiencia de fe no quedaran envueltas en un individualismo que los quitara de la gracia del Cuerpo de Cristo, o que fueran “devorados” por estructuras tradicionales que resistían todo cambio.
“El método Wesley” significa también buscar la obra actual de Dios en todos los desafíos y escenarios humanos las ciencias y los conflictos sociales no son ajenos a esto. Por esta razón, Wesley investigó asuntos de electricidad, de química, de salud y alimentación. Pero también se preocupó por comprender y desentrañar un sistema político-económico que generaba hambre y fenómenos aberrantes como la esclavitud.
Cuando leemos la vasta obra de Wesley quedamos atónitos por la cantidad y variedad de asuntos por los que se interesó, siempre de manera práctica para que llegara a la gente la acción de Dios en el presente y también para que tuvieran las herramientas para comprender eso que Dios hacía.
Una fe que nace de la práxis de Dios y que nos empuja a modificar nuestras prácticas y nuestras miradas. Esto es lo que la teología en Latinoamérica descubrió hace algunas décadas y Wesley proclamaba en su tiempo. Es necesario, entonces, que los metodistas latinoamericanos revisemos nuestras prácticas y conceptos doctrinarios a la luz de los escritos de Wesley.
El metodismo actual está en deuda con el “método Wesley”. Encerrar la experiencia wesleyana de la fe en Jesucristo en algunos clichés doctrinales, en anécdotas o, incluso, en fundamentalismos en nombre de las Escrituras nos alejan de ese espíritu valiente que no se detuvo ante los desafíos de su presente, en la seguridad de que Dios estaba actuando en esa historia, en ese momento. En sus propias palabras: “»Vuestra preocupación es con el momento presente; vuestra ocupación es vivir hoy. No podéis vivir sobre lo que Dios hizo ayer: por consiguiente, Él viene hoy.»
Será por eso que las últimas palabras de Wesley fueron consecuentes con su método: “Lo mejor de todo es que Dios está con nosotros”. Descubrir este tesoro hoy nos permitirá desembarazarnos de antiguas recetas, de prejuicios y de ideas distorsionadas sobre el metodismo. Asumamos con coraje que Dios obra hoy entre nosotros y despojémonos de todo lo que nos impida seguir el método que Wesley descubrió, aplicó y nos dejó como herencia.
Claudio Pose para CMEW