Duodécimo domingo después de Pentecostés

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Salmo 112; Proverbios 25:6-7; Hebreos 13:1-8, 15-16; Lucas 14:1, 7-14.
Lucas 14.1, 7-14: Jesús va a comer a casa de un jefe fariseo, y otros fariseos lo están espiando: cuando te inviten a un banquete, no te sientes en el lugar principal: el que se humilla será engrandecido; y cuando des un banquete invita a los pobres y a los inválidos, porque ellos no te pueden pagar…
Proverbios 25.6-7: No te des importancia ante el rey, ni tomes el lugar de la gente importante, vale más que te inviten a subir allí, y no que te humillen ante los poderosos.
Hebreos 13.1-8, 15-16: No dejen de amarse unos a otros, no olviden la hospitalidad, acuérdense de los presos, respeten el matrimonio, no amen el dinero. Jesucristo es el mismo de ayer y siempre. Hacer el bien, compartiendo todo, es alabar a Jesucristo.
Salmo 112.1, 4-9: Qué dicha la de quien honra al Señor: Dios es bueno, justo y compasivo. La persona buena es compasiva y generosa, todo lo maneja con justicia, comparte con los pobres lo que tiene, su corazón está tranquilo, sin temor.
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