Recursos para la predicación

17 Ene 2022
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Recursos para la predicación 30 EneroEne 2022

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Lucas 4.21-30

El momento presente como marco privilegiado de la venida del Señor

El texto no reproduce todo el discurso de Jesús pero resume lo esencial en una sola frase: Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír (v 21). El contenido de la palabra ya no es una simple lección moral, ni una apelación a la esperanza mesiánica, sino que proclama el cumplimiento, hoy, del plan divino anunciado por los profetas. No es tiempo de volver la mirada hacia el pasado, ni de soñar con un futuro extraordinario: hay que vivir el momento presente como marco privilegiado de la venida del Señor.

Lc detiene intencionadamente la lectura en el momento en que la profecía de Is 61 anunciaba un año de gracia del Señor (v 19), pasando por alto el vs siguiente, que anunciaba el juicio de las naciones: Y un día de venganza para nuestro Dios (Is 61.2). Esta omisión se debe sin duda al deseo de poner de relieve exclusivamente la gracia de Dios.

“Para anunciar un año de gracia del Señor”: es una expresión metafórica, basada en una institución conocida en Israel: el año jubilar en el que los esclavos recuperaban la libertad y las posesiones regresaban a sus dueños (Lv 25.8-55).

“Este pasaje de la Escritura que acaban de oír, se ha cumplido hoy”. Posiblemente haya aquí una alusión al poder de la palabra de Dios (Is 55.10s). En griego, la frase ”se ha cumplido” se expresa con un perfecto (peplerotai): se ha cumplido y se sigue cumpliendo. La salvación se está haciendo presente en la persona de Jesús. Y los efectos de esta presencia por el Espíritu y la predicación de los profetas y los apóstoles (Ef 2.20) hacen que el poder de la palabra divina se experimente continuamente.

El evangelista sugiere hábilmente la atmósfera de expectación creada por la presencia y las palabras de Jesús. Su mensaje produce sorpresa y perplejidad, pero también hace surgir la duda: ¿puede el humilde hijo de José aplicarse realmente las palabras de Isaías y presentarse a sí mismo como aquel personaje extraordinario? La pregunta de los nazarenos ya no expresa la admiración benevolente ante la bondad de Dios que les envía un profeta, sino que manifiesta más bien una incredulidad y una actitud negativa, semejante a la Mc 6.1: “Y se maravilló de su falta de fe”. De lo contrario, tendríamos que Jesús es el que inicia una disputa sin motivo alguno.

Los vs 28-29 recuerdan la lapidación  de Esteban (Hch 7.58) Lucas ve en el destino de Jesús el destino de sus seguidores. Nazaret, edificada en el declive de una colina, tiene muchas laderas escarpadas desde las que un hombre podría caer y matarse. Allí quisieron despeñar a Jesús.

Resumiendo podríamos decir que:

a) La cita de la Escritura pone la actividad de Jesús en relación con la iniciativa salvadora de Dios: en Jesús se están cumpliendo sus promesas de salvación.

b) Si bien es cierto que Jesús se realizó en su vida terrena como un judío piadoso, también es verdad que estuvo abierto a anunciar el Señorío o reino de Dios de una forma original e inesperada. Jesús se manifiesta así como continuación, pero también como plenitud del AT.

c) Como el Sermón de la Montaña en el evangelio de Mt, el discurso de Jesús en la sinagoga de Nazaret tiene una dimensión social muy relevante, que se extiende a todo su evangelio. Cuando Dios quiso mostrarse como Padre para Israel, lo salvó de la esclavitud; cuando quiso mostrar su rostro misericordioso en Jesús Hijo de Dios, Profeta y Mesías, le dio el poder de su Espíritu para aliviar el sufrimiento humano. El mensaje de Lucas se convierte así en mensaje de esperanza para los que sufren: nadie que verdaderamente pertenezca al Reino puede despreocuparse de sus hermanos (cf la parábola del buen samaritano: Lc 10.29-37).

d) El presente pasaje de Lc contiene también una teología de la palabra. Leyendo las Escrituras en la liturgia sinagogal, el humilde carpintero de Nazaret da a conocer su misión. Esta es la función paradigmática del texto sagrado. La Iglesia ha insistido en esta forma de la presencia de Dios entre nosotros en la liturgia.

e) El lector de Lucas es invitado a leer la Palabra como provocación y desafío concreto. Una vez que se escucha la Palabra, solo quedan dos caminos: la aceptación o el rechazo. Quedarse indiferente es quedar fuera de su fuerza salvadora.

f) Los nazarenos tenían catalogados el ser y el quehacer de Jesús y pretendían manipularlo, pero Jesús les da a conocer su verdadera misión, aun con riesgo de la vida. Los nazarenos quieren para sí solos el beneficio de la presencia de Jesús. Pero Jesús les dice: “Si ustedes no me aceptan, hay otros que lo harán y que no serán de mi pueblo”. Una advertencia para quienes somos llamados a escuchar la Palabra. En este sentido, la parábola de los viñadores homicidas (Lc 20.9-19) resulta ejemplar o paradigmática para los cristianos.

César Mora Paz y Armando Levoratti, Evangelio según san Lucas, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo divino, España, 2003.


Jeremías 1.4-10

Repaso de los textos de la fecha

Salmo 71.1-6 es la primera parte de una oración de súplica, en la que el orante acude a Yavé en busca de socorro y ayuda oportuna en el tiempo de la angustia. Expresa confianza y esperanza en la justicia y liberación de Yavé, a quien ve como una “roca de refugio” y una “fortaleza” en el tiempo de la prueba.

1 Corintios 13.1-13 es uno de los pasajes poéticos más bellos de la Biblia; es conocido como el himno al amor, y destaca la preeminencia de este carisma frente a los demás. Y si hay jerarquías entre diferentes tipos de carismas, esta jerarquía está determinada principalmente por el carisma del amor, la solidaridad y el bien común (para un mayor desarrollo sobre 1 Corintios 13.1-13 ver EEH 10, 28 Ene 2001).

Lucas 4.21-30 es la continuación del relato de la presentación de Jesús en la sinagoga de su pueblo Nazaret, cuando leyó en el rollo de Isaías 61.1-2. El versículo 21 da cuenta de la interpretación y aplicación que Jesús hizo de aquel pasaje para su realidad actual, y los versículos siguientes describen las reacciones y consecuencias que causó en el público local. Allí sorprende el contraste entre las reacciones de los escuchas, que por un lado manifestaban admiración (v. 22), y por otro animosidad (ver 22b-30). (Para un mayor desarrollo sobre Lucas 4.21-30 ver EEH 47, 1 Feb 2004).

El profeta Jeremías y su mensaje

De acuerdo a la introducción del libro (Jer 1.1-3) Jeremías era hijo de uno de los sacerdotes de Anatot. Esta era una pequeña localidad a unos 5 kilómetros al Noreste de Jerusalén, que pertenecía al territorio de Benjamín. También es mencionada en la lista de las ciudades levíticas (Jos 21.18) y luego aparece como lugar de destierro de Abiatar, uno de los sacerdotes de David que fue expulsado de Jerusalén por el rey Salomón (1 Reyes 2.26-27).

La profecía de Jeremías está dirigida principalmente a Judá y Jerusalén, y su mensaje responde a diferentes momentos de un período bastante extenso que va desde el año decimotercero del reinado del rey Josías (626 aC), hasta después de la destrucción de Jerusalén (587 aC). El contenido de los relatos y muchos detalles sobre las experiencias personales del profeta dan testimonio de un período trágico que llevó a la ruina de Judá y Jerusalén, y de cómo el profeta continuó acompañando y alentando a los dispersos en su propio país y en el extranjero.

Conocemos aspectos de la vida y carácter de Jeremías mejor que de cualquier otro profeta. Su alma sensible y tierna se refleja en múltiples confesiones y lamentaciones (ver 11.18-12.6; 15.10-21; 17.4-18; 18.18-23; 20.7-18), aunque también le tocó anunciar sobre desgracias y violencias (ver Jer 20.8), e inclusive llegó a pronunciar oráculos sobre la destrucción del Templo (Jer 7.14); deseaba la paz pero debió estar siempre en lucha, supo lo que es estar perseguido, preso o exiliado; se vio frecuentemente enfrentado con falsos profetas, con dirigentes de su pueblo y con los poderosos extranjeros.

Los 52 capítulos del vasto libro de Jeremías reúnen colecciones de oráculos muy diversos entre los que no faltan pasajes memorables llenos de ternura y esperanza, como el que habla sobre una nueva alianza, y la palabra de Dios escrita en los corazones y la mente de su pueblo (ver Jer 31.31-34).

Comentario sobre Jeremías 1.4-10

Jeremías 1.4-10 es el relato de vocación o llamamiento del profeta, en el que ya se percibe un perfil de su misión y ministerio. Los relatos de vocación son casi un género literario clásico en la Biblia y hay muchos ejemplos similares con los cuales se podría comparar (ver Ex 3-4; 1 Sam 3; 1 Re 19.19-21; Is 6; Ez 2-3). Comparado con otros, este relato de la vocación de Jeremías se destaca por su sencillez y simplicidad.

Este llamado se presenta como un diálogo entre Yavé y Jeremías, comenzando con una palabra que viene de parte de Yavé (vv. 4-5), frente a la cual reacciona Jeremías presentando algunos argumentos o excusas (v. 6). Entonces viene la réplica de Yavé (vv. 7-8), y finalmente, a manera de visión, una confirmación del mandato y la misión (vv. 9-10).

El contenido de la palabra inicial de Yavé (v. 5) más que una invitación o llamado parece la revelación de una información desconocida hasta ese momento por Jeremías, que él ya había sido designado como “profeta de Yavé para las naciones”, desde antes de ser concebido y gestado en el vientre de su madre. El verbo “conocer” en el contexto bíblico implica una relación íntima y personal, y a veces como aquí también incluye la idea de elección. El verbo “santificar o consagrar” implica la idea de ser separado o apartado para el cumplimiento de una misión especial.

El énfasis que se pone en el alcance de la misión “a las naciones” (ver vv. 5c y 10a), por el contexto podría estar haciendo referencia a los judaítas dispersos, en orden a fortalecer y sostener la memoria y la identidad del pueblo en un contexto de disolución y asimilación a otras culturas dominantes. Por tanto, el profeta también se verá confrontado con otros reinos y poderes a fin de cumplir su misión. En efecto, el mensaje de Jeremías se pronuncia en una época en que el pueblo de Judá tiene que hacer frente a una situación política compleja donde intervienen egipcios, asirios, babilonios, moabitas, y otros; y su énfasis puesto en la conversión y fidelidad a la Alianza con Yavé impulsa acciones políticas concretas de acuerdo a las diferentes circunstancias que se van presentando.

La reacción de Jeremías (v. 6) da cuenta de que acusó recibo del aviso de parte de Yavé, pero responde de manera evasiva: “yo no sé hablar, porque soy un muchacho”. La palabra hebrea para “muchacho” es na’ar, y se refiere a un joven veinteañero y no a un adolescente; por tanto la cuestión de “no saber hablar” alude probablemente a que le faltaba sabiduría y autoridad para discutir con los ancianos, pues en el antiguo Israel era apreciada la sabiduría de los ancianos, y los jóvenes debían guardar silencio en presencia de los mayores y las autoridades; lo cual podría ser más marcado si el joven era del campo o de una aldea pequeña como Jeremías.

La respuesta y los argumentos de Yavé son contundentes: “no digas soy muchacho, porque vas a ir a donde yo te envíe y vas a decir lo que yo te mande” (v. 7); y “no temas delante de ellos, porque yo estoy contigo para librarte” (v. 8).

Los vv. 9-10 describen una visión en la que “Yavé extiende su mano y toca la boca del profeta” (v. 9a), confirmando el mandato anterior y agregando algunos detalles sobre las características de la misión. Para el primer término, hay que recordar que en el lenguaje antropomórfico bíblico y tradicional “la mano o brazo” es un símbolo de fuerza y poder, y que tocar “la boca” del profeta representa la transmisión del poder de Dios a “las palabras” de su enviado. Esto se refuerza con la afirmación siguiente: “He puesto mis palabras en tu boca” (v. 9b), que evoca la promesa de que el Señor nunca dejará de enviar a su pueblo profetas como Moisés (ver Dt 18.18); lo cual a su vez ubica al profeta Jeremías en la corriente profética que se remonta hasta Moisés y la etapa fundacional del pueblo de Israel.

Los 6 verbos del v. 10b representan de manera simplificada el esquema básico del mensaje de los profetas: “juicio de condenación” y “anuncio de esperanza” (el esquema del mensaje profético tradicional comprende cuatro términos: denuncia de pecado, anuncio del castigo, llamado al arrepentimiento, promesa/esperanza). El anuncio de promesa y esperanza es parte constitutiva de la profecía, aunque en algunos casos predomine el énfasis en el juicio de condenación, como en este caso que aparecen cuatro acciones condenatorias, y dos de esperanza. La metáfora de la construcción habla de “destruir”, “derribar” y “edificar”; y la metáfora de la agricultura habla de “arrancar”, “arruinar” y “plantar”. Esto representa casi un paradigma o filosofía para la acción transformadora y los cambios que son necesarios en el medio en que vivimos.

Sugerencias para la predicación

Comparar la idea de ser elegido, conocido y consagrado desde antes de nacer con otros textos bíblicos (ver por ejemplo, Job 10.8-12; Salmo 71.6 y 139.13-16). A partir de esto podríamos reflexionar sobre la tensión entre “privilegio” y “responsabilidad” en el llamado y la misión de Dios. En el caso de Jeremías, como de otros verdaderos profetas, su vocación y misión no parecen haber sido un gran privilegio (ver Jer 20.9).

Con respecto al llamado o vocación podríamos preguntarnos: ¿Tenemos suficiente apertura y sensibilidad para escuchar y aceptar el llamado de nuestro Dios? ¿Cuáles son las formas o maneras en que se podría presentar el llamado de Dios? ¿Cuáles son nuestros argumentos o excusas para evadir los compromisos o mandatos del evangelio?

La vida del profeta Jeremías y su mensaje ponen en evidencia los riesgos y peligros del ministerio profético (comparar con los otros textos de la fecha: Salmo 71 y Lucas 4.21-30); pero también destacan el aspecto humano de la persona del profeta, su sensibilidad y ternura (comparar con el himno al amor en 1 Corintios 13.1-13). Podríamos preguntarnos sobre qué podemos aprender de esto para el ministerio profético en la comunidad de fe y en la sociedad en que vivimos, y qué implicaciones o consecuencias tendría en el mensaje que predicamos y enseñamos, en la eclesiología y la vida comunitaria de nuestras congregaciones, en el servicio entre las personas que más necesitan, en nuestro compromiso político y ciudadano.

¿Cómo planteamos la tensión entre deconstrucción y construcción en la orientación de nuestros proyectos y nuestra praxis? Muchas veces nos vemos confrontados con la necesidad de destruir viejos esquemas para permitirnos construir lo nuevo. Conviene que nuestro discurso y nuestra acción sea permanentemente revisada y analizada a la luz del evangelio para descubrir defectos y problemas que en muchos casos son involuntarios y responden a inercias tradicionales; ver por ejemplo, falta de comunicación, prácticas amañadas y manipuladoras, formas de autoritarismo encubierto o explícito, deshonestidad y falta de consideración por los otros, etc.

¿Cómo podemos comprender y asumir el alcance universalista del mensaje profético del evangelio?

Bibliografía consultada

Jacques BRIEND, El libro de Jeremías, Cuadernos Bíblicos 40, Estela, Verbo Divino, 1983.

Samuel Almada, biblista bautista argentino en Encuentros Exegético-Homiléticos 82, ISEDET, enero 2007, Buenos Aires.
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