Reflexiones de fin de año de la FAIE

23 Dic 2014
en En contexto, Vínculo con otras Iglesias
FAIE

“La verdadera fe evangélica no puede permanecer adormecida, sino que se manifiesta en toda Justicia y en la obras de Amor. Viste a los desnudos, da de comer a los hambrientos, consuela a los tristes, da abrigo a los destituidos, ayuda y consuela a los afligidos, busca a los perdidos, venda a los heridos, sana a los enfermos… Ha llegado a ser todo para todos.” (MennoSimons)

Como lo hemos venido haciendo en los últimos años, la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas dedica un tiempo a reflexionar sobre el año transcurrido, las enseñanzas y desafíos que nos deja para el futuro, y las tareas que tenemos por delante. Invita a las iglesias asociadas y al pueblo argentino todo a compartir estas reflexiones y contribuir en este camino que se abre, camino que nosotros hacemos desde la fe en Jesús, el Cristo.

Vivimos en un mundo convulsionado que hoy experimenta renovadamente la crueldad de guerras, persecuciones de todo tipo y catástrofes naturales, provocadas muchas veces, directa o indirectamente, por la ambición humana. Incluso la religión es invocada como fuente de conflictos sangrientos y prejuicios descalificadores. La violencia parece haberse enseñoreado de todas las relaciones humanas, sea en gran escala o en la vida cotidiana, en símbolos opresivos y acciones crueles, en la vida política, en la actividad económica o la sociedad civil, cada una según su forma propia. Las declaraciones insultantes, las acusaciones infundadas o la soberbia de los corruptos solo aumentan ese clima de hostilidad y agresión que tanto daño hace. Los poderosos de la tierra hacen ley de su propio poder, la codicia es la norma y la justicia es atropellada por los encargados de administrarla. Como siempre, las víctimas son los más débiles y expuestos, sean estas las naciones más humildes, sus pueblos o las personas más vulnerables.

No queremos caer en un ingenuo llamado abstracto de “amor y paz”, tantas veces repetido y desoído. El amor y la paz se expresan en una solidaridad inteligente y una justicia efectiva, deben hacerse concretos en las medidas y los hechos, reclaman decisión y coraje, y se valen de instrumentos sociales que realmente afecten para bien la vida de quienes más padecen la violencia e injusticia que señalamos.

Sin pretender abarcar todo, nos permitimos señalar algunos ámbitos y caminos que entendemos, desde nuestro fundamento bíblico, pueden ayudarnos a mejorar la vida y convivencia en nuestro país y en relación con los otros pueblos.

Es voluntad de Dios que cada pueblo disponga de sus tierras, su lengua, sus familias, su gobierno (Génesis 10:5,20,31-32). Frente a embates imperiales que han generado invasiones, guerras, saqueos y otras desmesuras, entendemos que Dios le ha dado a cada pueblo sus territorios y medios de vida, su cultura y organización, que deben ser respetados. Ello incluye a los pueblos originarios de América. El mensaje profético en la Biblia claramente denuncia la ambición imperial que somete a los pueblos al sufrimiento y despojo, sea tanto de las fuerzas extranjeras como de los propios imperialismos internos. Apoyamos que nuestro país se una a otras naciones en la búsqueda de respeto y dignidad para todos los pueblos. Reclamamos que las autoridades pertinentes de nuestro país hagan cumplir integralmente las leyes de protección y promoción establecidas para los pueblos originarios.

La generosidad y la distribución justa, que evita la pobreza, hace grande a una nación y evita la dependencia externa (Deuteronomio 15:4-5). La doctrina cristiana reconoce la legitimidad de los impuestos y el deber de pagarlos (Romanos 13:7), así como enseña que el destino de los mismos debe ser auxiliar a los más necesitados. El objeto de toda contribución es que haya igualdad (2 Corintios 8:14). En ese sentido reiteramos nuestro pedido de un sistema impositivo que sea más progresivo y exija más a los que más tienen. Insistimos en que debe ser gravada la renta financiera y debe profundizarse el combate contra la especulación improductiva. No se debe pagar a los ricos con el pan de los pobres.

“De Dios es la tierra y su plenitud, el mundo y los que lo habitan, porque Dios la fundó…” (Salmo 24:1-2ª). Toda tenencia humana es a título precario a fin de cuidar y producir para el bien de todos, y no el enriquecimiento de algunos. La distribución y uso de la tierra, así como de todos los bienes, debe ajustarse a principios de igualdad y justicia. De allí que reclamamos, como ya lo hemos hecho en ocasiones anteriores, una profunda reforma que apunte a promover un uso más racional del suelo, a su conservación productiva y una distribución que contemple las necesidades y posibilidades de todas las familias rurales, evitando la acumulación oligopólica.

Jesús dedicó la mayor parte de su ministerio a enseñar y curar (Mateo 4:23). Por eso consideramos que la prioridad en la educación y en la salud debe marcar la función social, tanto del estado como de la sociedad civil, volcando a ello todos los recursos necesarios. Los docentes y quienes se encargan de la salud deben ser cuidados y respetados, así como las familias e instituciones sociales son responsables de que estos derechos fundamentales que hacen a la dignidad e integridad de las personas sean sostenidos en su totalidad y de acceso a todos y todas.

El año 2015 va a estar marcado, sin duda, por el proceso electoral. También allí esperamos que quienes se proponen para ocupar puestos públicos lo hagan desde posiciones constructivas, bien fundamentadas, y con aportes que nos ayuden en este camino de desarrollo y justicia social, de creciente igualdad y mutuo respeto. El fraude no se comete solo en las urnas. También defraudan las falsas promesas, los slogans vacíos y las propuestas irresponsables e incumplibles. Serán la sensibilidad y la sabiduría las que nos den las mejores opciones. Y será bendito el pueblo que no se deje llevar tras ídolos pasajeros, discursos vacíos o vanas ambiciones, sino que escucha la palabra de Dios, la cual reclama hechos concretos que restauren las condiciones de vida de sus hermanos y hermanas más necesitados.

Finalmente, debemos señalar que seguimos esperando una mayor libertad e igualdad en materia de religión. En este sentido aún nos rige una ley restrictiva emanada de la última dictadura cívico-militar. Si bien el nuevo Código Civil y Comercial ha significado un avance al reconocer el carácter específico de las iglesias y entidades religiosas, también hemos enfrentado últimamente en diversas provincias nuevos intentos de imponer una religiosidad hegemónica o regular restrictivamente el derecho de culto. Aún esperamos que las autoridades nacionales establezcan una nueva legislación que supere estos problemas, según la palabra que nos han dado en reiteradas oportunidades.

No queremos ser ingenuos, pero menos aún quedar sin esperanza. Y si bien señalamos las dificultades y amenazas que divisamos para nuestro mundo y nuestro pueblo, también creemos y anunciamos la posibilidad de redención, la vida nueva, el perdón y la reconciliación cuando son guiados por la verdad y la justicia, cuando son expresión de sinceridad. También nos alegramos con los logros alcanzados, con los nietos recuperados, los avances en salud y educación, con las mejoras que muchas familias han logrado. No pretendemos hacer un balance, sino mirar a la realidad con los ojos de la promesa de un Dios que nos ama, de un Espíritu que nos renueva, de un Jesús que mostró el amor y la integridad hasta lo último. Y en ese camino de fe hemos de caminar junto a nuestro pueblo anhelando que todos vivamos bajo la gracia de Jesús: “De su plenitud recibimos todo, y gracia sobre gracia” (Juan 1: 16).
Néstor Míguez Presidente
Federico Schäfer Secretario

FAIE – Federación Argentina de Iglesias Evangélicas
http://faie.org.ar/nuevo/

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