Recursos para la predicación

07 Oct 2024
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 13 OctubreOct 2024

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Evangelio de Marcos 10.17-27 – “Habla” el evangelista Marcos - Presentación de Carlos Bravo Gallardo

 “La riqueza es un serio peligro, porque impide la relación correcta con el Padre y con los hermanos”.

Jesús decidió proseguir su camino, y apenas habían comenzado a andar, un hombre corrió a su encuentro y, dando muestras de mucha estimación y reverencia, le preguntó: “Maestro bueno, tú debes saber: ¿qué tendría que hacer yo para tener derecho a la vida eterna, así como si fuera una herencia ya asegurada?” A Jesús, en su sencillez y en su modo tan directo que tenía para tratar las cosas no acabó de gustarle mucho aquella manera de dirigirse a él.

Y comenzó aclarándole algunos puntos: “¿Qué ‘bueno’? El único verdaderamente Bueno es Papá-Dios. Y pretendes llamándome a nadie hay que atribuirle lo que es de Él. En cuanto a tu pregunta, francamente me parece que sobra. Ya conoces cómo quiere Dios que tratemos a los demás: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no despojarás a nadie, honra a tu padre y a tu madre. Eso es lo que Él quiere y nos manda.

Jesús daba por supuesto que los mandamientos que se refieren a Dios eran fundamentales; pero ya había tenido la experiencia de la capacidad de perversión que tenemos los seres humanos: el gran conflicto que tuvo con los fariseos lo llevaba a poner el énfasis en el amor a los demás, para que comprendiéramos, en primer lugar, que Dios no quiere de nosotros nada para sí mismo ni que cuidemos de Él o de sus intereses. ¡Él se cuida solo!, y quiere que, si lo amamos, amemos a quienes ha dado la vida; y, en segundo lugar, que lo que a él como Padre lo hiere y ofende son las relaciones injustas con sus hijos, el desprecio a la vida y a los derechos de los pobres, los pequeños, los desprotegidos; porque en la vida de los pobres es donde está en juego la verdad de su nombre de Padre en la historia. La gloria de Dios es que el hombre viva y, sobre todo el pobre, que es quien tiene la vida amenazada. Por eso no perdía ocasión para dar relevancia a las obligaciones para con los demás.

Pero volvamos al hombre aquel. Era un hombre bueno. Y no por vanagloriarse, sino porque era verdad, le dijo: “Desde muchacho he vivido cumpliendo todo eso”. En la respuesta se veía que quería algo más, porque si no, ahí hubiera terminado agradeciendo a Jesús su respuesta. Y Jesús descubrió ese fondo bueno, descubrió que tenía capacidad de más y, mirándolo con simpatía le gustó para que se les uniera en la tarea del Reino. Era arriesgado que entrara alguien más en ese momento en que iban a Jerusalén; no había tenido toda la experiencia anterior de la misión, de la preparación  que ya llevaban los otros, pero le veía posibilidades. Y le dijo: “Mira: ya no tienes que hacer nada; lo que te falta es una sola cosa: que te deshagas de lo que tienes, compartiéndolo con los pobres; no te preocupes de qué vivirás, que tendrás un tesoro en Dios y en su pueblo y en la libertad que da el servir sin condiciones; y cuando hayas vendido y compartido todo lo que tienes, ven y sígueme”.

El hombre aquel no daba crédito a lo que oía. Nunca se hubiera esperado algo así. Y horrorizado ante esas palabras se dio media vuelta y se retiró entristecido. Es que tenía muchas riquezas…

Se comprobaba lo que había dicho Jesús: que hay terrenos en donde la Palabra de Dios no puede dar fruto; uno de ellos es el corazón que se deja enredar en la trampa de las riquezas. Porque el dinero exige que se deje todo para conseguir más riquezas: la salud, el bienestar de la familia, el amor de la esposa, de los hijos, incluso la misma conciencia… es como si fuera un dios celoso que exige la totalidad del ser. Y Jesús, mirando a los que estaban a su alrededor, dijo a sus discípulos:“¡Cuánto les va a doler a los ricos entrar en el Reino de Dios!” (La palabra que usó Jesús era muy descriptiva: era algo así como ‘qué mal les cae en el hígado a los ricos entrar al Reino…’).

Ahora los sorprendidos fueron los discípulos. Todo el mundo pensaba que las riquezas no sólo eran una bendición, sino que eran una señal de predilección de Dios, que a los buenos daba bienes en la tierra, y a los malos, en cambio, males. Por eso los pobres, los enfermos, las estériles, los huérfanos, las viudas eran menospreciados. Y ahora Jesús volvía a poner las cosas de cabeza, diciendo que si a alguien le iba a costar entrar al Reino de Dios era precisamente a los ricos…

Jesús notó la sorpresa, y volvió a remarcar su afirmación: “De verdad, hijos –así trataban los maestros a sus discípulos; y Jesús estaba hablándoles como maestro–, para todos es penoso el camino al Reino; pero para los ricos… Es más fácil pasar por el ojo de una aguja una soga de esas que se usan para amarrar las barcas, que el que un rico, siendo rico, entre en el Reino de Dios”.

Los discípulos no salían de su asombro; la pregunta obvia era: “Si ellos no, entonces ¿quién se podrá salvar?” Tenían razón, entrar al Reino de los cielos y salvarse, aunque no eran exactamente lo mismo, eran cosas que rebasaban la capacidad humana. Pero Jesús contestó sólo al asunto de la entrada de los ricos al Reino, y dijo: “Para los hombres definitivamente es algo imposible, pero no para quien está de parte de Dios: porque para Dios todo es posible”.

Con esto Jesús llegaba al fondo del asunto. Dios no es un gran mago que anda haciendo cosas sorprendentes, como pasar camellos –así se llamaba a unas sogas gruesas, que servían para amarrar las barcas– por los ojos de las agujas, o como meter ricos al Reino; pero hay algo que sí puede hacer, y que para los hombres es imposible: hacer que un rico se haga pobre y así pueda entrar al Reino de Dios como a su propia casa, sin sentirse mal en ella, como herencia dada por el Padre.

Carlos Bravo, en Galilea Año 30. Historia de un conflicto (Para leer el evangelio de Marcos), Centro Bíblico Verbo Divino, Quito, 1993.


Perspectiva vital del libro de Job – Presentación de Eduardo Arens

La temática tratada en Job y sus observaciones no se dieron en el vacío. El libro presenta reflexiones vivientes sobre el problema del mal. En otras palabras, vienen de la vida y a ella se dirigen. Por eso afirmamos con Fohrer que fue escrito para resaltar la conducta que la persona religiosa debe guardar ante las desgracias que le puedan sobrevenir.

De los destinatarios no sabemos nada. Pero del texto se puede deducir que está pensado para creyentes en Yavé que comparten la religión de Israel. Son varones, al igual que todos los personajes de la obra; la perspectiva es patriarcal. Dedo el estilo difícil y la profundidad de la temática, podemos asumir que los destinatarios serían del mismo mundo intelectual del autor; saben leer, manejan un idioma pulido y son intelectuales. Es el círculo con el que se asociaba la sabiduría. Desde la perspectiva social, se trata de personas acomodadas, igual que los personajes de la obra. Ese es también el punto de vista del autor.

¿Sabemos algo sobre el autor? No conocemos la identidad de ninguno de los que intervinieron en su composición. Hablamos del autor como “el poeta” por haber escrito en forma poética. Fue un genio de alma artística y profundidad teológica. El autor está familiarizado con  el lenguaje jurídico, al igual que con lo referente a la vida de animales (caps 38-40); sabe de geología y cacería, hasta conoce los nombres de constelaciones. En términos modernos podría ser calificado como una persona culta, que probablemente ha viajado mucho. Es además un buen conocedor de la naturaleza humana. Su capacidad de observación y de reflexión son la admiración de quienes leen su obra.

El autor probablemente pertenecía a la aristocracia pudiente. La obra está escrita en esa perspectiva. El autor tenía los medios y el tiempo que supone componer una obra poética tan extensa. Esto explicaría su vasta cultura y la admirable calidad literaria de su obra, de lenguaje sofisticado, que refleja una amplia gama de conocimientos sobre el mundo, y reflexiona profundamente sobre el problema que es su tema.

La obra presupone la existencia de pobres y ricos en aquella sociedad. La historia es acerca de un acaudalado, “el más grande del Oriente” (1.3), cuya desgracia es dejar de serlo (cap 30), y al final Dios le premia su piedad “duplicando sus riquezas” (42.10). Job no deja de ser rico. No perdió sus tierras ni su casa. El examen de conciencia en el cap 31 representa la moral de un patriarca rico e influyente. Y si bien el marco narrativo se ubica en el “desierto” (Job es un sheik) el poeta concibe al protagonista en la ciudad (cf cap 29), es decir, el autor es ciudadano.

Al margen de su visión patriarcal, propia de su cultura, el autor se revela como una persona de sensibilidad social. Describe a los malvados en términos de pecados sociales, no en relación con faltas cultuales, como se observa en el hecho de reiterar descripciones de los mismos, especialmente en 20.15-19; 22.6-9 y 24.2-14. Complementariamente, resalta que la persona justa es aquella que vive según el examen de conciencia del cap 31, que es netamente de carácter social.

Dado el realismo y la sensibilidad del poemario cara al problema del sufrimiento, cabe sospechar que el autor es alguien que lo ha vivido en carne propia al menos que ha sufrido con sufrientes. “La protesta y la lamentación de Job llevan el sello de la experiencia personal. Es una obra escrita con una fe humedecida por las lágrimas y enrojecida por la sangre, afirmó Gustavo Gutiérrez (Hablar de Dios, 60).

Eduardo Arens, biblista católico peruano-alemán, n 1943, Job, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo divino, España, 2007


Job 23.1-12 - Presentación de Eduardo Arens

Ignorando a los amigos, Job da rienda suelta a su “queja y rebelión” por la ausencia de Dios. Se lamenta de no encontrar a Dios para exponerle su rectitud (23.3-9), porque supone que Dios conoce su inocencia y que por tanto saldría liberado en un juicio (vs 10-12). Pero también asume que Dios no cambia su parecer, y por eso lo domina el terror de encontrarse con Él (vs 13.17).

Hay una oscilación entre el deseo de Job de que Dios escuche su alegato de inocencia y su temor de ser condenado por un dios intransigente.

Eduardo Arens, biblista católico y peruano-alemán, n 1943, Job, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo divino, España, 2007.


Salmo 22 – Presentación de Pablo Manuel Ferrer

Repaso exegético

Las palabras de Jesús en la cruz citando este salmo hacen del mismo un texto muy rico para acercarse en tiempo de Pascua puesto que se quiere saber qué pasaba por el corazón de Jesús en ese momento de la cruz.

Podremos encontrar en este salmo un movimiento desde la mayor soledad hasta un encuentro con Dios y la congregación de hermanos y hermanas. La soledad, hay que notar, se da en un momento de extremo dolor donde se precisaba una mayor compañía.

Este movimiento de la soledad a la compañía se puede ver en principio en la estructura misma del salmo 22:

Lamento personal vs 1-21
Adoración personal vs 22-26
Adoración comunitaria vs 27-31

a. Lamento personal vs 1-21

Los vs 1 y 2 dejan ver la más grande de las soledades: la ausencia de Dios en alguien que esperaba su compañía. La forma de nombrarlo a Dios muestra una estrecha relación: Dios mío, lo cual hace el lamento mucho más fuerte y personal. La ausencia de Dios, el silencio de Dios, el desinterés por el pedido son la puerta del salmo. El dolor es total, de día y de noche. Del lado humano hay palabras de clamor (en Job este clamor corre como el agua, Job 3.24), del lado de Dios silencio.

vs 6-8. El dolor de la ausencia de Dios se intensifica. El angustiado es colocado en el medio de todo el pueblo. La expresión de la falta de solidaridad hacia el necesitado son llevadas al punto de que el mismo necesitado se siente gusano y no hombre. La opinión pública ha quebrado de tal forma su personalidad que ya no puede sentirse parte de la humanidad, es un gusano.

vs 12-18. Rodeado por el poder, rodeado por la incomprensión humana. Este párrafo tiene vs muy interesantes: en el 12 y 16 se repite a modo de inclusión la idea de estar rodeado por poderosos: toros, vs 12: perros, vs 16: banda de malvados, vs 16. Es en medio de estas afirmaciones de estar rodeado que el salmista se expresa desde el interior, con el dolor de su cuerpo: vs 14-15. Otro vs interesante es el 17b donde el condenado social es sólo un objeto de observación y no un ser al que hay que ayudar y con el que hay que comprometerse.

Sin embargo, el lamento mezcla la expresión de dolor con expresiones de fe. Parecería que aún en el más grande de los abandonos el ser humano buscara herramientas para enfrentarlo. Estas herramientas se pueden ver intercaladas en el lamento y son los vs 3-5, 9-10. También en el medio del lamento se pueden ver oraciones directas a Dios pidiendo su ayuda vs 11, 19-21.

a.1. Expresiones de fe dentro del lamento:

vs 3-5. La primera de las expresiones de fe que tienden a fortalecer al que se encuentra en angustia es la memoria de los hechos pasados de Dios en su pueblo. En esto consiste que Dios sea santo: en haber actuado a favor de su pueblo, en haber acudido al clamor del pueblo. Las figuras parecen recordar al Exodo: clamor de los padres y liberación. No hay una memoria individualista de las bendiciones de Dios, sino que es un hecho social, histórico, que en los momentos de angustia personal le sirven al salmista para recomponer su fe.

vs 9-10. La segunda de las expresiones de fe tienden a fortalecer al angustiado por medio de la memoria personal. El recuerdo del vientre y pechos de la madre hacen a la memoria de tiempos de certeza y confianza.

Ambas memorias, la personal y la social, ayudan en la recomposición de la relación con Dios. Y, por medio de esta recomposición, a una resistencia al dolor. La recomposición de la relación con Dios en medio del dolor supone una memoria de la propia personalidad: la personalidad social y la individual. La social es lo que lo hace al ser sufriente parte de una historia, de un pueblo que estuvo en relación con Dios. La personal es la que lo reubica como ser único, cuidado y protegido por una madre y por Dios.

a.2. Peticiones dentro del lamento:

vs 11. Parecería difícil encontrar una oración dirigida a Dios cuando en el comienzo del salmo se dudaba de su presencia. Sin embargo el salmista apela en la oración a la misma presencia. La soledad total y al único que se puede pedir una ayuda es a Dios: “no hay quien ayude.”

vs 19-21. Oración simbólica, expresando personajes a través de animales. Todos los animales expresan poder y uso del poder contra el ser humano. La nominación de los enemigos como animales era (y es en la actualidad) algo corriente, quitándole dignidad. Nuevamente aparece el pedido de la presencia de Dios.

b. Adoración personal, vs 22-26

El tono del salmo cambia repentinamente pasando ahora a una afirmación de la presencia de Dios. El vs 22 pone el contexto en un momento litúrgico en donde se declara el Nombre de Dios.

El vs 23 es una invitación a los temerosos de Yahveh a alabarlo, a la descendencia de Jacob a glorificarlo y a la descendencia de Israel a temerlo.

El vs 24 es una explicación del motivo de la alabanza, el vs comienza con un “porque” dando la razón para alabar. Es más que interesante notar que el vs no está en primera persona singular, es decir el motivo de agradecimiento no es la acción de Yahveh sobre la misma persona sino una observación del que alaba sobre la acción de Dios en un tercero. Éste sobre el cual Yahveh actúa respondiendo es el humilde, el pobre, el afligido (ānî) . Otra posible lectura es entender los vs 22-26 como una respuesta litúrgica que se da desde el que dirige. Entonces éste que conduce la liturgia llama a la alabanza por la acción de Dios en el afligido.

Los vs 25-26 siguen la misma estructura que 22-24: La alabanza en primer lugar y luego el origen de la misma en la respuesta de Dios al pobre, al sufriente, al humilde.

c. Adoración comunitaria, vs 27-31

Los vs siguientes amplían la mirada de la alabanza hacia todas las naciones. El vs 27 comienza nuevamente con la memoria como lo esencial para volver a Dios.

Comentario

Tener en cuenta la fuerza de la liturgia como instrumento para recomponer la personalidad humana es algo que debemos reforzar. El salmo ayuda a comprender cómo el ser humano puede ser quebrado tanto en su auto comprensión, como en su comprensión social y en su relación con Dios.

La liturgia puede ser un buen espacio y tiempo para que cada persona recuerde su lugar frente a sí mismo, su lugar en un pueblo, su lugar frente a Dios. Y como el salmo lo realiza, descubriendo primero, la ausencia, la negación, el silencio de Dios.

Recomponer la persona es una tarea que requiere entender que el dolor y el clamor deben ir juntos.

Sugerencias homiléticas

Tal vez sería bueno enfocarel sermón en las “herramientas de la resistencia” que como cristianos poseemos. Y sería bueno también pensar qué es lo que hay que resistir.

El de hoy podría ser un sermón que convoque a testimonios personales. Formas en que las personas de nuestra congregación han resistido en momentos difíciles. Tal vez para esto es bueno remarcar que la resistencia no es sólo a una enfermedad, se podría completar con los testimonios de aquellos y aquellas que luchan por justicia social, por la dignidad humana.

También sería oportuno marcar la diferencia entre resistir y resignarse. Tal vez ambas actitudes puedan parecer similares pero son diametralmente opuestas. En la resistencia continúa la construcción de lo nuevo, en la resignación se abandona. En la resignación se siente el abandono de Dios y el poder del injusto. En la resistencia se mantiene la certeza que los que cometen injusticias no tienen el poder eternamente y si lo tienen los que celebran a Dios. En la resistencia hay una fuerte apelación a la memoria (“esto antes no pasaba”, “antes no se vivía así”…) como una fuerte idea de comunidad. Saber que no se está solo es una buena herramienta de la resistencia.

Pablo Manuel Ferrer, biblista metodista argentino en Estudios Exegético–Homiléticos 49, Abril 2004, ISEDET, Buenos Aires, Argentina


Hebreos 4.12-13 – Presentación de Enrique Nardoni

Después de la exhortación a la fidelidad, el autor de la carta a los Hebreos hace una conclusión homilética, retomando el tema de la palabra (logos) de Dios dirigida a la comunidad por medio del salmo (ver 4.2). Personifica la palabra al estilo de Prov 8 o Sab 18.14-16; 7.22-24. Ve en ella el poder divino que da vida y penetra el universo entero y todo el ser humano en particular hasta llegar a lo más recóndito con una mirada escrutadora y enjuiciadora, más penetrante que una espada de doble filo. No se juega con la Palabra de Dios. A ella hay que rendir cuenta. La palabra de Dios salva a quien la recibe, pero condena a quien la rechaza.

El autor juega con el sentido múltiple del término logos, que entre otras cosas puede significar “palabra” o “cuenta”. A la palabra (logos) de Dios debemos rendir cuenta (logos). Así, la homilía termina con la advertencia sobre la gravedad del llamado dirigido a la comunidad escatológica por la palabra del salmo.

Esta conclusión homilética subraya la dimensión enjuiciadora de la palabra de Dios. En el exordio y en 2.3, el autor destaca la dimensión salvadora de la palabra. Más adelante, en 12.25-29, se referirá a la palabra que destruirá el universo y salvará a los fieles.

Enrique Nardoni, biblista y sacerdote católico argentino, 1924-2002, en Carta a los Hebreos, Comentario Bíblico Latinoamericano, NT, Verbo Divino, España, 2003, pp1047-1061, resumen de GB.


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