Recursos para la predicación
Marcos 8.27-35 - “Habla” el evangelista Marcos – Presentación de Carlos Bravo Gallardo
Ya para ese momento, ustedes se habrán dado cuenta de que Jesús había llegado a un momento crucial. Se iba fraguando una decisión de cambio, ante el rumbo que estaban tomando los acontecimientos. Pero antes quería cerciorarse si, como sospechaba, sus discípulos estaban tan ciegos como el pueblo mismo. Decidió salir nuevamente a territorio pagano; allí se sentía con más libertad. Se fue hacia el norte, por donde nacía el río Jordán, cerca de Cesarea de Filipo.
La crisis de Jesús y del grupo
Y en el camino les planteó a sus discípulos la pregunta que le preocupaba ya desde hacía algún tiempo: “¿Qué han oído a la gente decir de mí? ¿Cómo me ven? ¿Qué esperan de mí?” La respuesta lo preocupó: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que eres Elías; otros te ven como un profeta más”. ¡Nadie había entendido que era el mensajero último del Reino de Dios!
Y ahora venía la pregunta que tenía miedo de plantear, pero que tenía que hacerla; porque es más dolorosa la duda que el desengaño; en ella se jugaba el todo por el todo: “Y ustedes…, ¿quién creen que soy? ¿Cómo me ven? ¿Qué esperan de mí?”. Pedro, el impulsivo, le dijo lo que no quería oír: ¡Qué pregunta! ¡Si es claro que tú eres el Mesías!
Tampoco ellos lo entendían. Tampoco Pedro. Esperaban que él encabezaría la lucha de Israel para dominar sobre las naciones. No habían comprendido que por lo que Jesús vivía, y por lo que estaba dispuesto a morir, era por el Reinado del Padre mismo en la historia, no por ningún otro reinado de un Mesías durante mil años ni por el dominio de Israel sobre las naciones. Lo que quería era que reinara la justicia, la verdad, la vida. No habían entendido que no buscaba el poder; tal vez se imaginaban que Dios lo protegería de manera mágica, y pensarían que no había nada que fuera más fuerte que él. Pero no habían entendido que el Reinado del Padre no se impone por la fuerza sino que se ofrece como amor indefenso a quien quiera abrirse a él. Y que Jesús había asumido esa manera de ser Dios en la historia.
Pero, además, para Jesús era sumamente riesgoso que dijeran eso de él. Roma era sumamente sensible a cualquier posibilidad de revuelta que cuestionara su imperio; los Sacerdotes, servidores vendidos a Roma por sus propios intereses, también estaban decididos a desalentar cualquier apariencia de organización contra Roma, pues solo así podían conservar sus privilegios; los herodianos tampoco estaban dispuestos a dejar que cualquier posible levantamiento del pueblo les pudiera en peligro de perder el favor de Roma. Y señalarlo como Mesías era ponerlo en la punta de las lanzas romanas.
Por eso les impuso una estricta orden de silencio: No anden diciendo eso de mí. Quería evitar que se malinterpretara su misión. Pero también quería evitar riesgos innecesarios. Estaba convencido de que, tarde o temprano, lo iban a matar, y sus discípulos aún no estaban preparados. Lo que esperaban de él era el poder, el triunfo, la fama. Y decidió jugarles con las cartas sobre la mesa. Era una lucha contra el tiempo. Los había invitado a que fueran con él, y les había compartido su misión y sus poderes para anunciar el Reino, para curar, para expulsar demonios. Eso era lo que él había hecho. Pero ahora las cosas habían cambiado. Algo le decía que llegaba el momento en que ni las palabras ni las acciones ajustarían para dar testimonio del Reino; sería necesaria la entrega de toda su persona.
Tenía que hacerles la revelación que ellos jamás querían oír y que no estaban dispuestos a ver; en la que Jesús se jugaba la posibilidad de quedarse solo. Pero la verdad siempre había sido la norma de su relación con ellos. Por eso comenzó a explicarles que iba a padecer mucho, que lo iban a rechazar los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y que la iban a ejecutar; pero que estaba seguro de que Dios miraría por él y lo rescataría de la muerte.
Les dijo eso con toda claridad, para que no quedara duda ni de la certeza que tenía ni de su decisión de llegar hasta el final. Y con eso el grupo entero entró en crisis. Y Jesús también, porque le afectaba la incomprensión de los discípulos, el desprestigio ante la gente y, sobre todo, la posibilidad de una muerte antes de tiempo, injusta, infame, no deseada ni buscada.
Pedro no podía soportar aquello. Hablando de esa manera sólo iba a provocar una desbandada entre sus seguidores. Quiso por un momento ser prudente; se lo llevó aparte, y comenzó a regañar a Jesús. “¿Cómo te pones a pensar en eso? Si toda la gente está con nosotros, Dios está contigo; ¿cómo puedes pensar que te va a abandonar? Es cierto que muchos están en contra tuya, es cierto que andan buscando la forma de acabar contigo y con nosotros. Pero ahora tenemos más fuerza que nunca. No puedes ya dar marcha atrás ni desilusionar al pueblo, si es verdad que amas a la gente y que crees en el Padre del que hablas”.
Para ambos fue un momento difícil. Jesús comprendía que aquello de que les había dicho tiraba por tierra todos los planes que se habían forjado. Comprendía que eso los desilusionaba y que era para desanimar a cualquiera. Comprendía la frustración de Pedro. Pero no podía dejar que esa crisis desdibujara la claridad con la que había hablado.
Por eso decidió aclarar todo de una vez para siempre, y llamando a todos los discípulos le dijo al pobre Pedro lo que jamás dijo a nadie: “Quítateme de enfrente, Satanás, Tentador. ¿No crees que esos planes de triunfo que me presentas no son una tentación para mí? Y tu problema es que no entiendes el modo de ser de Dios, no entiendes su Reinado; solo piensas en el poder a la manera humana”.
Y no bastaba todavía. Había que sacar las consecuencias. Y Jesús las sacó. Y llamando a todos –también a ustedes, los lectores–, junto con los discípulos, les dijo: “Ya no tengo más palabras que decirles. Si después de esto todavía alguien quiere seguirme, quiero que sepan a dónde voy. Ya no se trata más de milagros y curaciones, sino que tendrán que renunciar a sus propios intereses y cargar con la posibilidad de una condena a una muerte infame e injusta, como yo”.
Sonaba imposible que alguien quisiera así seguir con él. Era como caminar al fracaso. Por eso les dijo que lo que estaba en juego en la decisión que enfrentaban era la vida misma. “Si alguien quiere asegurar la vida, guardándola como en conserva, la perderá; pero quien la arriesgue por la causa del Reino, mi causa, la causa del evangelio, la salvará. La paradoja que Jesús vivió y cuya verdad experimentó a fondo es que la existencia humana sólo se asegura definitivamente a través de la muerte.
Carlos Bravo Gallardo, en Galilea Año 30. Historia de un conflicto (Para leer el evangelio de Marcos), Centro Bíblico Verbo Divino, Quito, 1993. Resumen de GB.
Proverbios 1 – Presentación de Gilberto Gorgulho. Ver la introducción general al Libro de los Proverbios en la pág. 13 de estos Recursos
El prólogo general. 1.1-7
La sabiduría de Salomón dirige al pueblo en torno al Templo de Jerusalén (2 Cr 1.7-12). La sabiduría es una cualidad subjetiva: disciplina (musar) y discernimiento (binah) en la inclusión de los vs 2a y 7a. El contenido objetivo es “justicia, equidad y rectitud” (Prov 2.9). La sabiduría es don divino y proceso racional, es la Disciplina de Yavé que protege a la Asamblea y a la Comunidad (5.12-14).
La sabiduría es pedagogía simbólica, da la prudencia a los ingenuos y conocimiento y discreción a los jóvenes. Hace crecer en el aprendizaje y en el consejo de los sabios ( vs 4-5). Es percepción de la comparación y del símbolo: el Proverbio (manshal, cf Hab 2.6-8); el Enigma (hidah; cf Prov 30.1-4), “las Palabras de los sabios” (cf Prov 22.17s); las Figuras simbólicas (cf Prov 3.16-18; 5.20; 9.1-6).
Primera instrucción: la llamada a la conversión (1.8-33)
La primera instrucción define la disciplina paterna (vs 8-19) y la llamada de la sabiduría (vs 20-33). La confrontación y la ruptura con el círculo de la violencia presenta cuatro elementos de la conversión:
8-19: la disciplina paterna es una advertencia (vs 8-9). Revela el ciclo de la violencia (vs 10-19)). Este mecanismo es una trampa insidiosa y una red mortífera (v 17), fruto de la codicia, del deseo de apropiación sin medida (vs 15-19).
20-23: La sabiduría personificada (cf Prov 8.1-4; 9.1-6) rompe con el circuito de la violencia. Es un grito profético (vs 20-23) con dos estrofas antitéticas (vs 24-27 y 28-33). La sabiduría comunica el Espíritu como promesa de Yavé y abre el Camino a la vida (v 23).
24-27: El rechazo de esta llamada escatológica trae la desgracia, descrita en los términos del v 27 (terror, calamidad, destrucción, angustia). El rechazo hace caminar hacia la destrucción.
28-33: La sabiduría conduce a la vida feliz. Hace aparecer la retribución de la ley del talión para quien rechaza la llamada (vs 24, 28) y el Temor de Yavé (vs 25 y 29). La retribución negativa es la infelicidad, “fruto” de las acciones malas. La retribución positiva es una vida segura y feliz (vs 31-33).
Gilberto Gorgulho, biblista católico brasileño en Proverbios, Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007.
Salmo 19 – Presentación de Enzo Cortese y Silvestre Pongutá
En el salmo 19 se distinguen dos partes bien diferenciadas. La primera, vs 2-7, parte de la constatación de la revelación de Dios por la creación y se concentra luego en el sol. La segunda, vs 8-15, es una proclamación de los valores y cualidades de la ley. El paso de la primera a la segunda parte es brusco. El tema, el estilo, el ritmo son diversos en cada una de ellas. A la primera parte se le han buscado relaciones con la cultura cananea. La segunda parte es claramente israelita; en ella hay una acumulación de sinónimos de la ley que se leen casi todos en el Sal 119, y esta relación de estos dos salmos permite afirmar que el tiempo de su composición definitiva debió ser en la época de Esdras.
Vs 1-6: Primera parte
Como el autor del salmo 8, el de la primera parte del Sal 19 se concentra en la contemplación de las obras de la creación. La sola presencia de varios términos que se leen en el texto de Gn1–2.4a da una orientación muy clara del clima cultural y religioso en el que se mueve esta pieza poética admirable: los cielos, Dios, el firmamento, el día, la noche, la palabra, tierra, el verbo hacer. Más que una narración es una especie de proclamación: el salmista quiere comunicar a otros el resultado de su lectura del universo y de todo lo que estos seres están diciendo al ser humano.
En esta primera parte del salmo no aparece el nombre de Yavé: para mencionar lo que los cielos o el firmamento dicen de Dios, utiliza el nombre ‘El. La primera afirmación dice que los cielos narran la gloria de Dios, lo cual implica una especie de teofanía que es percibida por el ser humano. La naturaleza tiene la función de ser portadora de la alabanza a Dios y mediadora de su revelación. Y se insinúa que cuando este ser humano descifra el lenguaje de Dios, comienza a ser su interlocutor y comienza a adentrarse no solo en el conocimiento de él mismo, sino en el conocimiento del sentido del universo y en el mundo mismo de Dios.
De una manera aparentemente contradictoria, se reconoce que ni siquiera hay vocablos, o palabras, y que tampoco se escucha su voz. Con todo, se trata de una verdadera comunicación, de un verdadero lenguaje que llega hasta los confines de la tierra. Su voz y su conversación aparecen para el salmista como un hecho verdaderamente universal. No se menciona explícitamente quién puso la tienda al sol: pero sin duda que el sujeto de este verbo es Dios, de quien el firmamento dice que es obra de sus manos. Por maravillosa que sea esta criatura, ella también depende de Dios; su recorrido es majestuoso e imponente, pero todo le ha sido asignado por Dios y el sol recorre su camino con una perfecta regularidad.
Vs 7-11: Segunda parte
Si en la primera parte del salmo no había aparecido el nombre de Yavé, en esta es omnipresente. Las dos partes no están integradas ni formal ni temáticamente. Pero sí se hallan muy cercanas: las dos en su conjunto tratan de las realidades que unen al ser humano a Dios, y más precisamente las que unen a Israel con su Dios. Estas son la relación creatural y la relación que deriva del propósito de su elección. La unión de las dos partes del salmo es de fondo y se halla en cada creyente y en cada comunidad de fe.
Los vs 8-11 expresan el resultado de una contemplación de la ley de Yavé, con varios términos para mencionarla: Ley, testimonio, preceptos, mandado, dictámenes. Algunos de estos términos se leen con frecuencia en el Deuteronomio, exhortando a la observancia de la Ley como condición indispensable para entrar a tomar posesión de la tierra. En Dt 4 se recuerdan los hechos salvíficos fundamentales del éxodo, y el compromiso de fidelidad que debe caracterizar a Israel. El vs 11 pondera los valores que la Ley tiene ara el salmista: el oroy la miel son muy valiosos, pero mucho más es la Ley. Para llegar a esta valoración se requiere haber entrado en la lógica de la fe y haber logrado una correa jerarquía de todos los valores.
En los vs 12-14 se concentra la atención en la persona del salmista. Él se llama a sí mismo siervo de Yavé. Parece como si la meditación sobre los seres creados y sobre la Ley le hacen preguntarse sobre su actitud ante eso que admira y exalta, y dice sencillamente que esta enseñanza le es de gran provecho. En el v v13 se ahonda un poco más la confrontación personal con todo lo que ha venido considerando: nadie es puro ante Dios ni ante la Ley. No es suficiente tener conciencia del pecado personal: puede darse el caso de faltas desconocidas. Por eso el salmo agrega una petición a Dios para que lo libre de la arrogancia (vs 14). Finalmente, el vs 15 es una conclusión muy significativa de todo el salmo: el culto y el himno de alabanza realizan la aspiración del creyente y expresan el sentido del universo, de la historia y de la vida de hombres y mujeres. La última exclamación es una verdadera profesión de fe y de confianza en Dios.
Lectura cristiana del salmo
En la plenitud de los tiempos, la gloria de Dios tiene la máxima cercanía al ser humano en la persona y en la obra de Cristo: el Verbo hecho carne es la inauguración de esta definitiva comunicación de Dios (Jn 1.14); los signos del Mesías tienen la misma finalidad de revelar la gloria de Dios (Jn 2.12), y todo confluye hacia los acontecimientos de la Pascua que desentrañan en forma total y definitiva los misterios de Dios y revela la gloria, el poder, la sabiduría y los alcances del amor de Dios Padre, el sentido final del ser humano y de toda la creación.
Por lo que se refiere a la segunda parte del salmo, el cristiano encuentra en Cristo la nueva y definitiva Ley del nuevo pueblo de Dios: Él, infinitamente más que la antigua Ley, fue dado para la vida, es fuente de vida; no solo restaura al ser humano, sino que lo transforma en una nueva criatura y lo llama para hacerlo partícipe de su resurrección; Él es la Sabiduría de Dios (1Cor 1.23), es el camino e indica los caminos que conducen al bien (Mt 5.1-12). Jesucristo es la fidelidad y la verdad de Dios, y es quien trae la realidad del Reino de Dios, valor absoluto que hace posible la valoración de todas las cosas.
Enzo Cortese y Silvestre Pongutá, Salmos, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo divino, España, 2007, Vol II, pp.648-650.
Santiago 3.1-12 – Presentación de Mercedes García Bachmann
Ver la introducción al género “parenético” y a la carta de Santiago por Armando Levoratti, p 6 de estos Recursos,
Repaso exegético
V. 1: a, advertencia; b, causa de la advertencia: cuanto más responsabilidad se nos dé, mayor el juicio.
V. 2: conexión entre la advertencia del juicio y la aplicación al cuerpo: “todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo.” La discusión de este v. concierne el alcance del término “cuerpo”: ¿se trata del propio cuerpo del maestro, quien al poder refrenar la lengua puede dar una imagen coherente de sí, o se trata del cuerpo = comunidad, al no crear desorden o desunión? Los tres ejemplos que siguen dan la impresión de que se está pensando en este sentido más amplio
V. 3: ejemplo 1: el caballo, un cuerpo grande;
V. 4: ejemplo 2: el barco, azotado por fuertes vientos. La imagen del barco para la Iglesia es una de las favoritas, y los vientos que la amenazan representan distintas doctrinas y posiciones.
V. 5: ejemplo 3: el fuego en un bosque. A diferencia del ejemplo 2, donde el timón (la lengua) logra dirigir a la nave a buen destino, el tercer ejemplo enfatiza la destrucción del mundo entero por causa de la lengua: por ella el mundo entero es encendido.
V. 6: extremadamente difícil de traducir. Aun aceptando como traducción que “la lengua es un fuego”, no es claro el sentido de que la lengua se auto-erija como ho kosmos tes adikías, con los numerosos significados de ho kosmos: adorno, totalidad, mundo. Posiblemente el sentido aquí sea que la lengua, con su poder destructivo, es en el individuo el microcosmos del mundo externo, el macrocosmos, con su hostilidad hacia los/as cristianos/as.
ho trojos tes genéseos, “la rueda del nacimiento” posiblemente sea una expresión tomada del estoicismo, del mundo formado por diferentes eones, o las teorías órficas y pitagóricas de la transmigración eterna de almas (cf. sin embargo Sal 83.13-14; Eze 1.15-19; 1 Pe 4.12; Judas 23; 2 Pe 3.7,10). Pero una vez más, Sgo da la impresión de usar la terminología sin implicar su sentido técnico. A pesar de posibles influencias filosóficas, Sgo le da un toque innegablemente judío: el fuego se origina en la gehenna. GeHinnom, el valle de los hijos de Hinnom, había sido usado para sacrificios humanos (2 Re 23.10, Jer 7.31) relacionados con el Dios Molok; más tarde fue símbolo del lugar de castigo a Jerusalén y en el NT es lugar de castigo después del juicio final (Mc 9.45 y par., Mt 5.22, etc.)
V. 7-8: otra comparación: toda criatura salvaje ha sido domada, la lengua no. Es un mal turbulento (BJ); akatástatos ya había aparecido en 1.8 como “inestable” en relación a quien ora pero duda. En seguida, en los vs. 9-12, retoma esta inestabilidad:
V. 9-12: inconsistencia de quien bendice a Dios y maldice al prójimo con la misma boca.
Sgo usa homoiosis, “semejanza”, un término que en la LXX aparece sólo en Gén 1.26. ¿Se referiría a la hipocresía o a un mal entendido celo profético dentro de la comunidad? Sea como fuere, quien maldice al prójimo, creado a semejanza de Dios, está yendo contra la obra creadora de Dios; tal persona no puede a la vez bendecir a Dios.
De nuevo siguen tres comparaciones: una misma fuente no fluye con agua potable y amarga; una planta no produce frutos diferentes; el mar no contiene agua salada y dulce a la vez.
Breve reflexión teológica
En este pasaje se desalienta la superabundancia del ministerio del maestro en la comunidad. Las razones podrían ser, por una parte, que los/as especialistas en el uso de la palabra estamos especialmente expuestos/as al pecado de la palabra: no olvidemos que el tema principal es el pecado, no el ministerio; por otra parte, la estima en que los maestros (rabinos) eran tenidos en el judaísmo: no el ministerio, sino la honra del ministro atraía a muchos (¿muchas?).
Hoy, la honra ligada al rabino sigue ligada al o la rabino/a, pastor/a, sacerdote, religiosa, etc., más que por su función de enseñanza, por su conexión especial con lo Divino, de donde proviene su autoridad. Hoy tanto como ayer “todos caemos muchas veces” (v. 2) y de distintas maneras. No sé si hoy como ayer, confesamos nuestra condición pecadora con tanta franqueza, o nos escondemos tras múltiples explicaciones.
Posible esquema para la predicación
- La comunidad necesita de diversos dones para poder sobrevivir y crecer: gente que instruya, que predique, que administre, que organice, que aconseje, que dirija la adoración…
- Aunque puede haber dones más valorados que otros, todos son necesarios en la comunidad. La variedad y el servicio es lo que importa, no la competencia o la envidia.
- A veces, a partir de un supuesto afán de servicio, en realidad lo que estamos promoviendo en nuestro propio interés en hacer las cosas a nuestra manera, en mantener el control, en determinar quién puede servir cómo y dónde.
- Nosotros/as que predicamos este domingo, especialmente pastores y pastoras, no estamos libres de las dos advertencias de Sgo, contra la elección de un ministerio por las razones equivocadas (la honra propia), y contra el uso de la lengua, el discurso, para prender fuegos en lugar de apagarlos. Un “mea culpa” no vendría mal, probablemente.
- Frente a la lectura activista que tantas veces se ha hecho de Santiago, con su énfasis en las obras de la fe, se podrían traer a colación los ejemplos de este texto (las aguas dulces y amargas no fluyen juntas, un árbol no da diversos tipos de fruto, el mar no tiene agua dulce y salada a la vez) para ayudar a la comunidad y a su liderazgo a examinar sus propias obras.
Mercedes García Bachmann, biblista luterana argentina, en Encuentros Exegético-Homiléticos 6, sept. 2000, ISEDET, Buenos Aires.
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