Recursos para la predicación

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Marcos 6.1-13 – Presentación de Ricardo Pïetrantonio
Poderes del reino de Dios
Estructura
Se puede dividirla primera perícopa en cuatro partes: Jesús enseña en la sinagoga (6.1-2a). El público pasmado responde con una serie de preguntas sobre Jesús (6.2a-3). Él responde con un refrán proverbial sobre la falta de honor (6.4), y la historia concluye con un par de comentarios sobre el impacto de la respuesta al ministerio de Jesús (6.5-6a).
La segunda (6.7-13) se basa en tres dichos de Jesús (tocante a llevar poco encima para sostenerse en el camino; posar en casas prestadas y sacudirse el polvo si no se los recibe).
Escenario
Hay varias tensiones narrativas: A Jesús se lo describe enseñando pero la gente también cuestiona “los hechos poderosos”. Inicialmente “apabullados” por él, se sienten ofendidos y se niegan a creer en él (6.2, 3). La segunda parte de 6.5 implica que Jesús sanó a algunas personas, aunque antes se dice que no pudo obrar ningún hecho poderoso allí.
Los discípulos no juegan ningún papel en la historia excepto acompañar a Jesús. No obstante la mención de su presencia corresponde a su llamado para estar “con él” (3.13) y su presencia queda implícita a lo largo de 3.13–6.6a. También prepara el envío de Jesús a la misión en 6.7-13. La perícopa se cierra con una oración de sumario que indica que el ministerio especial de Jesús tenía que ver con la enseñanza (6.6b).
Comentario
Esta es la última mención de Marcos sobre Jesús presente y enseñando en una sinagoga. Así la sinagoga se vuelve el lugar de rechazo por los líderes religiosos y de aquellos que lo conocieron mejor.
El “estaban apabullados” es un verbo que expresa sorpresa positiva (7.37; 11.18) así como la incredulidad (10.26) en Marcos. “¿No es éste el carpintero, el hijo de María?” La palabra que se traduce “carpintero” puede implicar trabajador manual con la piedra, metal o madera y el “hijo de María” representa o que su madre era muy conocida en ese momento o un insulto cruel. La referencia a sus hermanos y hermanas puede ser también algo peyorativo o ser un hombre común. Este conocimiento común de quién era Jesús “realmente” llevó a rechazar la alternativa de que Dios pudiera estar usándolo de manera especial.
“Ellos se negaron a creer en él” lleva la carga de escándalo en griego, más que un insulto a su inteligencia connota una ofensa “religiosa” profunda, un rechazo de su enseñanza y obra, de su “sabiduría” y de sus obras poderosas. En otros términos, las palabras de Jesús y sus obras eran como enigmas para aquellos sin oídos y sin ojos para la fe (cf. 4.11).
La incapacidad de Jesús para hacer cualquier obra poderosa apunta a la naturaleza de su ministerio. Jesús no vino como mago o un obrero milagroso a desplegar y deslumbrar a su público. Sus palabras y su obra eran de Dios (cf. 6:2). Los que rechazan esta demanda inherente en su ministerio no podrán experimentar la obra redentora de Dios en su nombre.
El asombro de Jesús sobre la falta de fe expresa su humanidad, el mismo problema que había deslumbrado a aquellos que lo conocieron mejor. Su perplejidad refleja el dolor personal y compasivo. Su falta de fe no sólo significó el rechazo a su persona (6.2b-3) sino “ver” lo que Dios estaba haciendo a través de él (6:5a).
El mayor de todos los milagros de Jesús fue que reunió a unos discípulos imperfectos y humanos para unirse con él en su tarea. Los milagros no son magia sin sentido, sino que fueron hechos para hacernos ver quién era Jesús. Marcos contiene una gran colección de milagros, pero todos se encuentran en los primeros capítulos. Una vez que Pedro reconoció que Jesús era el Mesías, pasó de la enseñanza a las multitudes a la enseñanza de sus propios discípulos, y ya no hacían falta más milagros para mostrarles a éstos quién era él.
¿Serán necesarios tales milagros en nuestro día al predicar el evangelio? Las opiniones sobre este asunto han seguido divididas a través de la historia de la iglesia, y han vuelto a verse durante las renovaciones carismáticas y los avivamientos. Algunos opinan que todos los milagros cesaron una vez que el NT fue escrito; otros piensan que el “evangelismo de poder” sigue requiriendo milagros continuos para dar apoyo a la predicación; otros han pensado que Dios puede hacer milagros o no hacerlos según su voluntad soberana.
Sea cual fuere nuestra posición, es importante que no veamos los milagros como una suspensión del orden natural, sino como que Dios obra en todo y de toda manera, sea algo común o insólito para nosotros.
Limitando el poder(6.1-6; ver Mt 13.53-58; cf. Lc 4.16-30).
Estos poderes del reino tuvieron muy poco efecto sobre algunos de aquellos que los vieron o supieron de ellos, a juzgar por el siguiente relato. Las señales en sí mismas nunca han de producir fe, ya que la fe es una dedicación y una decisión personal.
Cuando Jesús llegó a su tierra los que lo oyeron estaban maravillados ante sus enseñanzas y milagros, sin embargo, esto no los condujo a tener fe en él. Ellos estaban tan ocupados discutiendo acerca de él como para no poder oír sus palabras. Dios sólo ha decidido actuar en respuesta a la fe. Usualmente Marcos dice que la gente estaba maravillada de Jesús; aquí dice que Jesús estaba asombrado de ellos. ¿Será un peligro al que se enfrentan algunas de nuestras iglesias de hoy? Un proverbio dice que lo familiar crea desprecio.
Compartiendo el poder (6.7-13; véase Mt 9.35– 10.15; Lc 9.1-6).
Hasta ahora los discípulos habían estado con Jesús, a partir de este momento los envía solos aunque a través de la autoridad dada y las instrucciones los acompaña. A pesar de la incredulidad, la obra de hacer conocer las buenas nuevas debía continuar, de manera que Jesús envió a los doce en una misión. Todos los Evangelios –con diferentes detalles– concuerdan en que “viajarían sin equipaje”. Quienes se ocupan dela evangelización no deben ser meticulosos en cuanto a los alimentos y los lugares donde se han de quedar; deben darse cuenta de que su misión es asunto de vida y muerte para sus oyentes.
Más allá de la autoridad sobre los espíritus inmundos, podemos notar (v. 12)que la principal tarea era la de predicar el evangelio que conduce a la expulsión de los demonios y la sanidad de los enfermos espirituales. El ungimiento con aceite aquí es simbólico, no médico. No tenemos ningún dato de que Jesús haya usado aceite, y hay bastantes ejemplos en el NT de sanidades sin el uso de aceite. St 5.14 no es una regla universal, sólo una ayuda externa para la fe; en el aceite mismo no hay nada mágico.
Ricardo Pïetrantonio, biblista luterano argentino (IELU), en Estudio Exegético-Homilético 40, ISEDET, julio 2003. Resumen de GB.
2 Samuel 5.1-10 - Presentación de Lucía Hernández y Humberto Jiménez
2 Sm 5.1-5 – David llega ser rey de Israel
Los dos primeros vs son una anticipación del oráculo de Natán en el cap 7. La historia de David llega a su punto culminante. El que comenzó como pastror de los rebaños de su padre, ahora es constituido pastor de todo el pueblo de Israel. El octavo hijo de Yesé llega al reino. El pueblo reconoce que las promesas hechas por Yavé a David se han cumplido. Pero más que la ascensión al trono de David, al narrador le interesa mostrar que David no hizo nada incorrecto; si llega al reino no es por ambición e intriga, sino porque otros lo han escogido: el pueblo de Judá y de Israel.
Los representantes de las tribus del Norte tenían razones para elegir a David como rey. David y ellos pertenecían a la misma familia, ya que en un sentido amplio todos eran descendientes de Jacob. En segundo lugar, David había sido un prominente jefe en Israel: ya en vida de Saúl, David era quien comandaba los ejércitos del reino. En tercer lugar, la gente estaba convencida de que David había sido elegido por Dios. Tenían más cosas en común de lo que pensaban, podían entonces vivir en paz y no en guerra como hasta entonces. Un ejemplo que vale también para nosotros, que en lugar de buscar la unidad, tendemos a acentuar lo que nos diferencia y divide.
La alianza que celebran indica que mutuamente se comprometían a guardar ciertas obligaciones. Pero lo más importante de este pacto es que se celebra delante del Señor.
2 Sm 5.6-10 – David conquista Jerusalén y establece allí el reino
Una vez unificado el reino, David muestra sus dotes de gobernante escogiendo una capital. La ciudad elegida es Jerusalén, un acierto por parte de David, ya que Jerusalén estaba situada en el centro de Palestina; su existencia se remonta a mil años antes; habitada por los jebuseos, era un territorio neutral , pues no pertenecía a ninguna de las tribus, con lo que se evitaban las envidias que habrían surgido si la ciudad elegida hubiera pertenecido a alguna de ellas. La importancia de este acto es una de las bases para la teología de Jerusalén, unida desde entonces con David. Estos dos elementos, Jerusalén y David, recibirán un gran desarrollo dentro del AT.
Los textos no son muy claros en cuanto a la manera como fue conquistada Jerusalén. Sus habitantes pensaban que era inexpugnable, situada como estaba en lo alto de una colina de escarpadas laderas. Hasta los cojos y los ciegos, decían, bastaban para defenderla. Lo cierto del caso es que David tomó con sus tropas la ciudad que pasó a ser posesión suya y a la que le dio el nombre de ciudad de David.
El v 10 es la conclusión de la historia de la “ascensión de David”. Una historia que comienza en Belén cuando David, joven pastor, apacentaba los rebaños de su padre y que termina con la conquista de Jerusalén, pasando por Gabaón, el desierto de Judá, Siquelac y Hebrón. El autor procura demostrar cómo en todo este recorrido, a veces tortuoso, David queda exonerado de toda sospecha de haber actuado incorrectamente en relación con las muertes ocurridas en su entorno, excepto el desgraciado crimen de Urías, que fue un abuso de poder sin implicancias políticas.
Si la Jerusalén de David comienza con la exclusión de los cojos y los ciegos, al final la nueva Jerusalén será una ciudad abierta a todas las esperanzas y posibilidades humanas: Esta es la morada de Dios con los seres humanos; él habitará con ellos y ellos serán su pueblo; Dios en persona estará con este nuevo pueblo, y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos, ya no habrá muerte ni luto, ni llanto ni dolor, pues lo anterior ha pasado (Ap 21.3-4).
Así, desde nuestra historia de pecado y esperanzas, de luchas y conflictos, nos proyectamos a las perspectivas del “reino de Dios y su justicia”. Dios está en medio de nosotros, acompañándonos en nuestro caminar.
Lucía Hernández Cardona y Humberto Jiménez Gómez, Los libros de Samuel en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, Estella, Navarra, 2005.
Salmo 48 – Presentación de Enzo Cortese y Silvestre Pongutá
El creyente del antiguo pacto que compuso este salmo quiere cantar, delante de Dios, dos realidades: la grandeza de Yavé y el monte consagrado. Es una especie de himno que se desarrolla en tres momentos: vs -1-3, Dios y el monte Sión: vs 4-8, Dios, defensa de Sión; vs 9-14, consecuencias. El tiempo de composición es preexílico.
Vs 1-3 – Dios y Sión
El salmo comienza con una exclamación que proclama la grandeza de Yavé; de ahí surge la alabanza. Se concentra luego en Sión, “la ciudad del gran Rey: este tema es común con los salmos 46 y 47. Con inmensa alegría pondera el salmista la hermosura de Sión. Desde esta ciudad, que es como una fortaleza, Dios es en realidad el baluarte de su pueblo; así se ha dado a conocer.
Vs 4-8 – Dios, defensa de Sión
A modo de ejemplo, el salmista recuerda una experiencia de la defensa de Dios a favor de su pueblo: presenta la imagen de un intento de asalto protagonizado por reyes de la tierra que llegan a Sión; bastó que ellos vieran la ciudad para que se atemorizaran, se desconcertaran, se llenaran de pánico y huyeran. Ilustra, además, la intervención de Dios con la imagen de un vientoimpetuoso que destroza los navíos de Tarsis. Lo que el salmista y sus contemporáneos constataron, ya lo habían escuchado de los antepasados: se trata de una constante del obrar providente de Dios en la historia.
Vs 9-14 – Consecuencias
En su visita al templo de Yavé, los creyentes son invitados a reflexionar sobre la misericordia, la justicia y la providencia de Dios. Todo esto debe llevar a una alabanza que quiere ser proporcionada a la grandeza y ubicuidad de Dios. La alegría de esta experiencia de la cercanía providente de Dios debe llenar a Sión y llegar a todo Judá. El salmista invita a recorrer el perímetro de la ciudad, a ver la integridad de su muralla y de sus torres de defensa, a constatar la eficacia de la protección de Dios. Esto se debe contar a todos, ya que todo es obra de Dios, y él guiará su pueblo para siempre.
Lectura cristiana
Es fácil ver en la Sión que contempla el salmista a la Jerusalén celestial, la Iglesia que surge de la Pascua del Señor y de Pentecostés. Ella es la habitación del Gran Rey, de su Señor resucitado y glorificado que ha vencido a todos los enemigos de Dios y de la humanidad y que ha ser el que los guía a la vida. Jesucristo es también el nuevo templo del nuevo pueblo de Dios en donde los creyentes contemplan y meditan y participan en las grandezas de Dios.
Pero es necesario evitar la imagen triunfalista de esa Sión del salmo. No hay manera de evitar el recuerdo de las palabras de Jesús que advierte “destruyan este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn 2.19-21), hablando del templo de su cuerpo, y más aún, hablando del templo y de Jerusalén: “no quedará aquí piedra sobre piedra. Todo será derribado” (Mt 24.1-2). A esa destrucción hay que contraponer la imagen del Cordero, el Cristo inmolado, al que se le canta un cántico nuevo, y a quien se dan “la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Ap 5).
Enzo Cortese y Silvestre Pongutá, biblistas católicos italiano uno y colombiano el otro, en Salmos, Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2007.
2 Corintios 12.2-10 – Presentación de Iván Efraín Adame
Introducción
A partir del cap. 10 al final Pablo se centra en defender nuevamente su apostolado, como ya lo ha hecho en 1Co 4, que es importante leer como antecedente. Al parecer la primera carta no había logrado disuadir a quienes cuestionan la autoridad apostólica de Pablo, por lo que ahora más extensamente tiene que presentar argumentos que vindiquen su apostolado ante los cuestionamientos de sus adversarios y la patente impresionabilidad de los corintios.
Comentario del texto
Es en esta carta donde la expresión gloriarse aparece con más frecuencia en todo el Nuevo Testamento. Particularmente en estos tres capítulos 10-12 se registran 17 menciones (lo cual es casi la mitad del total en el NT: 37 veces). Y en 2Co 12.1-10 se cuenta 5 veces el término. Esto resalta la gran importancia del asunto que Pablo ya había mencionado en 1Co 1:10-31 que concluyó con la frase “El que se gloría, gloríese en el Señor”, que es una referencia al texto de la LXX de Jeremías 9:22-23. Este precepto ya fue recordado en 2Co 10.17-18. Pablo continúa con pasión su argumento que ha venido desarrollando y llega en esta sección a su cenit.
La máxima razón para gloriarse de Pablo (2-7a): No debe descontextualizarse esta parte de lo anterior. Pablo viene presentando razones que él mismo tiene para enaltecerse ante la comunidad corintia, deslumbrada por aquellos “grandes apóstoles” que se enaltecen en sus logros. Esta no es la costumbre de Pablo, pero no deja de hacerlo, señalando a sus interlocutores como responsables de esta conducta desaprobada por él (2Co 12.11).
Hasta este punto de su discurso, Pablo se refirió a sus avances “humanos” (en la carne, 2Co 11.18), pero ahora comenzó indicando: “no me conviene gloriarme así, por tanto me referiré a lo que es propio de Dios”, es decir, sus visiones y revelaciones. Pablo da a conocer ahora parte de una experiencia personal que recibió en el tercer cielo o el paraíso; ambos términos forman parte de las tradiciones escatológicas judías. Representan en conjunto el lugar de encuentro con Dios (en vida o más allá de ella). Pablo se identifica a sí mismo en tercera persona, como era habitual también en la apocalíptica judía, para distinguirse de sus adversarios que se “alaban a sí mismos” (2Co 10.12). Pablo hace un juego de palabras con el verbo saber que conviene destacar:
A Sé de un hombre en Cristo
B __ no sé si en el cuerpo
__ no sé si fuera del cuerpo
C Dios lo sabe…
A' Sé de tal hombre
B' no sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo
C' Dios lo sabe …
Esta manera de introducir su experiencia destaca por un lado su parcial entendimiento de la misma; por otro lado pone a Dios como testigo certificado de lo que está relatando, mencionándolo dos veces a propósito. La fecha de esta experiencia (hace 14 años), que ha sido objeto de estudio de los exégetas para tratar de ubicar el tiempo y lugar, no puede determinarse con ninguna certeza. Podríamos preguntarnos si no tendrá un contenido simbólico de alguna manera (7+7), ya que no es la única vez que Pablo asocia este número de años con una revelación divina. En Gál 2.1-2 justifica su actuar “pasados catorce años” en una revelación.
En cuanto a lo revelado, Pablo lo describe como palabras inefables o impronunciables. Este adjetivo sólo aparece aquí en toda la literatura bíblica (aunque hay expresiones sinónimas también infrecuentes, cf. Rom 8.26 y 1Pe 1.8). De acuerdo con sus paralelos helenísticos puede entenderse que Pablo escuchó palabras no para ser dichas, o no para ser pronunciadas. En esto se distingue de otros “arrebatamientos extáticos” supuestamente experimentados por otros personajes de su tiempo (incluso tal vez por sus propios adversarios), que cuentan con lujo de detalles lo que vieron y oyeron. Pablo no alimenta la fantasía y la curiosidad; más bien pone en el centro su privilegio de haber tenido esta experiencia, como el apóstol mismo está convencido.
Llama la atención que a pesar de la importancia personal que para Pablo tiene esta experiencia, él llega a darla a conocer casi porque se vio obligado a hacerlo. Él mismo en ningún momento afirma que esto sea una verdad que deba tomarse como fundamento para edificar la iglesia. Aunque en su caso podría estar vinculada a afirmar algún aspecto en particular de su ministerio apostólico (como parece ser la revelación citada en Gál 2.2), él no la usa como objeto de predicación.
Pablo concluye reiterando su negativa a gloriarse a sí mismo, sino solamente en sus debilidades. Esto ya lo había señalado antes (2Co 11.30). Él reitera que, aunque él tiene mayores motivos para enaltecerse que los otros falsos apóstoles, se niega a hacerlo porque prefiere ser juzgado por las circunstancias que todos pueden ver de él y percibir, y no por la “grandeza de la revelaciones” que el recibe.
El aguijón en la carne (7b-10): Pablo continúa destacando con un quiasmo la dura prueba por la que él pasa o ha pasado en sí mismo.
A Para que no me sobre-enaltezca
B Me fue dado una espina en la carne
B' Un mensajero de Satanás para que me golpee
A' Para que no me sobre-enaltezca
Pablo usa la expresión enaltecer sólo aquí en todas sus cartas, ¡y dos veces para sí mismo! Esto resalta lo peligrosa que él considera esta actitud en sí misma. La palabra espina resalta el carácter continuo y molesto de este sufrimiento, a diferencia de la palabra aguijón (usada en 1Co 15.55-56 y Hch 26.14) que da la imagen de una fuerte punción. Se desconoce la naturaleza exacta de esta prueba. (1) Algunos suponen que se trata de alguna enfermedad por la expresión “en la carne”; tal vez se trata de la misma dolencia referida en Gál 4.13-15 u otra similar; (2) otros sugieren que puede referirse a su tristeza por la resistencia al evangelio que predica por parte de sus hermanos “en la carne”, de Israel (Rom 10.1). El triple ruego que Pablo hace puede representar un número repetido de veces que pidió al Señor que quite de él esa prueba.
La respuesta del Señor es presentada como una revelación más, resaltando nuevamente su condición de apóstol que recibe un mensaje de Cristo mismo. En esta ocasión, a diferencia de las “palabras inefables” anteriores, Pablo sí comunica lo que escuchó, agregando su reflexión (v. 9):
A “Es suficiente para ti mi gracia,
B porque el poder [mío]
C en la debilidad se plenifica”
X por tanto, con gusto me gloriaré aún más
C' en mis debilidades
B' para que sobre mí resida el poder
A' de Cristo.
En el centro de este esquema se presenta de nuevo, enfáticamente, la cuestión con la que se comenzó. La gracia a la cual se refiere Pablo aquí está vinculada con su llamamiento como apóstol, que proviene de Cristo declarado Hijo de Dios con poder, según se lee en Rom 1.4-5. El poder es el de Cristo mismo y el de su evangelio que Pablo predica (Rom 1.16; 1Co 1.18), que se manifiesta no sólo en los hechos prodigiosos que acompañan la predicación (Rom 15.18-19; 1Co 2.4-5), sino también en la capacidad para enfrentar las adversidades (2Co 1.8; 6.3-12); este particular aspecto del poder espiritual es característico de esta segunda carta a los corintios. Así Pablo equilibra su exposición ante sus lectores, ávidos precisamente de manifestaciones poderosas, pero desacostumbrados a considerar las debilidades como escenario de acción del poder de Cristo. Las debilidades serán reiteradas a continuación (v. 10).
Pablo concluye aseverando que por Cristo (que según el versículo anterior debe entenderse gracias a él, y no necesariamente por amor a él, como se interpreta comúnmente) Pablo se complace o se agrada en las debilidades, que él entiende son fruto directo de su ministerio apostólico. Esta lista de debilidades hace eco de las enumeraciones más largas presentadas en 2Co 6:4-12 y la de 11:23-33. Como puede verse, estas debilidades están en relación con la oposición a la predicación del evangelio. El hecho que Pablo se considere fuerte cuando es débil es gracias al poder de Cristo que reside en él, según señala en el versículo anterior.
Sugerencias homiléticas
Podemos destacar el asunto del reconocimiento de las limitaciones o debilidades, especialmente por parte de quien tiene el liderazgo. La sociedad actual es la sociedad de ‘la imagen’, la sociedad ‘virtual’, donde las cosas son aparentes. Para lograr el éxito hay que presentar una imagen de éxito, vistiendo, usando y manejando los productos que reflejen esto, promoviendo el consumo, el orgullo y propiciando las desigualdades. Las iglesias y sus líderes no se han escapado de estas tendencias favoreciéndose las comparaciones, las discriminaciones, los celos, las separaciones.
El texto nos invita a la humildad, al reconocimiento de las limitaciones personales. Este reconocimiento no implica un conformismo. Es una oportunidad para tomar conciencia de nuestra dependencia de la gracia de Jesucristo. Si queremos que la comunidad viva esto, como líderes tenemos que seguir este ejemplo de Pablo, que queda expuesto ante aquellos a quienes quiere convencer de su autoridad. Esto no le resta, sino que le confirma su autoridad como apóstol. ¿Cómo podemos nosotros/as y nuestras iglesias vivir hoy con esta conciencia?, ¿qué nos impide hacerlo?, ¿vale la pena intentarlo?
Iván Efraín Adame, pastor y biblista presbiteriano mexicano, Rector del Seminario de esa Iglesia, en Estudios Exegético-Homiléticos 76, ISEDET, Buenos Aires, julio 2006.
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