Recursos para la predicación

29 Nov 2023
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 31 DiciembreDic 2023

Blanco

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Lucas 2.22-40 – Presentación de René Krüger

Esta historia, repleta de alusiones al AT, refleja la influencia de la presentación de Samuel en el templo (1 Samuel 1-2). Contiene el tercero de los tres cánticos de la etapa preparatoria de la misión pública de Jesús y Juan el Bautista. Luego de los himnos, primero, de la madre de Jesús y luego el de Zacarías, padre de Juan, encontramos el canto llamado de Simeón, uno de los personajes de este relato, junto a la anciana viuda Ana.

Zacarías ha reconocido el rol del niño Juan en la historia de la salvación, y Simeón y Ana dan testimonio del rol del niño Jesús en esa historia, proyectada a toda la humanidad. Ambos personajes representan una transición de la mejor fe del AT a la fe en Jesús el Mesías.

Repaso exegético

La ley veterotestamentaria prescribía un rito de purificación para las madres después de haber dado a luz (Levítico 12.1-8). El texto nos presenta a María dando cumplimiento a esta prescripción. Nótese que la ley tenía una disposición especial para personas de condición pobre, y ésta es la que se aplica en este caso.

La ley también disponía que un primogénito fuera “redimido”. Al considerar a los primogénitos como consagrados a Dios, los padres debían hacer un pago especial para “rescatar” a sus hijos. (En el caso de los primerizos de los animales, éstos eran sacrificados ante Dios).

El centro del relato es la reacción de Simeón y Ana al ver al niño. Simeón, caracterizado como hombre justo y piadoso, esperaba el consuelo de su pueblo, y vivía bajo el Espíritu Santo. El texto remite a Isaías 40.1 y 61.2, donde se anuncia esta consolación. Bajo este término se entiende la liberación, no un consuelo interior en un momento de tristeza o desánimo. Guiado por el Espíritu Santo, llega al templo y ve al niño.

El relato se adelanta en calificar a la criatura como Cristo del Señor. Luego del anuncio de los ángeles a los pastores de Belén, ésta es la segunda vez que Jesús es proclamado como el Mesías anunciado y tan largamente esperado.

Ante el cumplimiento de sus expectativas, Simeón sólo puede expresar su profundo agradecimiento a Dios, manifestar que da por concluida su vida y dar su testimonio sobre la misión del Salvador. Lo decisivo de su testimonio no es sólo el anuncio del cumplimiento de la expectativa y con ello, de la irrupción de la salvación mesiánica, sino la amplitud de esta salvación: ella excede totalmente las fronteras de su propio pueblo. Abarca a toda la humanidad. Judíos y gentiles son colocados “en paralelo”: la salvación se abre a ambos.

Aquí se afirma por primera vez la dimensión universalista de la salvación, un aporte teológico típicamente lucano elaborado a partir de algunas promesas del AT: Salmo 98; Isaías 42.6; 49.6; 52.10. Asimismo, las siguientes palabras de Simeón expresan otra característica esencial de la teología de Lucas: salvación para todos los pueblos no significa gracia barata; sino que la llegada del niño será tanto para juicio (caída; remitiendo a Isaías 8.14-15) como para salvación (levantamiento).

El tema del tropiezo es retomado también por otros textos neotestamentarios. La actuación del Mesías arrancará las máscaras de la gente, y frente a él se verá con claridad cómo es cada cual. Esto lógicamente no sólo producirá adhesión, sino también resistencia, y María misma sufrirá la oposición que se levantará contra su hijo.

El texto permite dos interpretaciones en lo que respecta a los sujetos de la caída y el levantamiento: puede tratarse de la caída de unos y el levantamiento de otros, o también al arrepentimiento y la salvación de las mismas personas.

El testimonio de Simeón es confirmado por Ana, viuda muy anciana. Ana es profetisa; y se ubica en la línea de mujeres profetisas del pueblo de Israel: la profetisa y líder Miriam, la profetisa y jueza Débora, la profetisa Hulda y la profetisa, esposa de Isaías. Ana también proclama públicamente a Jesús. Jerusalén es aquí sinónimo de Israel. En la teología lucana, Jerusalén es el lugar inicial de la extensión de la salvación hasta los confines de la tierra.

El v. 33 tiene una función redaccional: el asombro de José y María, algo extraño si se toma en cuenta que ya conocían el destino de la criatura, es figura del asombro que deben producir las palabras de Simeón en el lector y la lectora del evangelio. Además, la maravilla es elemento bíblico constante ante la revelación divina.

Hay una progresión en la preparación de Jesús: los pastores reconocen al niño por la señal recibida de los ángeles: el pesebre; Simeón lo busca y lo reconoce por la guía del Espíritu Santo.

A diferencia de quienes sostenían una expectativa mesiánica davídica de corte nacionalista, político y hasta violento, centrada en Israel y en su supremacía sobre todos los demás pueblos, Simeón y Ana son representantes típicos de una esperanza mesiánica sustentada por los que se conocen como los silenciosos de la tierra. Éstos no tenían sueños de poder, dominio y hegemonía, de grandes proclamas y ejércitos victoriosos. Preferían la vida de oración y adoración. Esperaban con humildad la venida de Dios.

Reflexión sobre un posible esquema para el sermón

Además de informar sobre el cumplimiento de las disposiciones relacionadas con la purificación y las ofrendas, este relato presenta un cuadro espléndido con personajes fuertes que se colocan frente al Niño, y cuyos tres movimientos son espera, encuentro y testimonio. Dado que para la predicación se impone trabajar sobre una temática y no varias, proponemos tomar estos tres movimientos y proyectarlos como focos homiléticos sobre nosotros.

  • Espera paciente: ¿Qué esperamos nosotros? Simeón y Ana esperaban la venida del Mesías. Su expectativa se traducía en una actitud de oración silenciosa, adoración de Dios, espera ferviente. ¿En qué y en quiénes están cifradas nuestras esperanzas? ¿Cómo esperamos lo que esperamos?
  • Encuentro feliz: Pocos días después de las fiestas navideñas, seguramente sigue brillando algo de la luz encendida el 24 ó 25 de diciembre. Ella sigue siendo una invitación a encontrarnos con Jesucristo, Dios hecho hombre. El sermón puede ofrecer algunas pistas concretas para fomentar o facilitar ese encuentro.
  • Testimonio: El esperado encuentro con el Señor nos transforma en testigos. ¿Qué testimoniamos? ¿Cómo actuamos como testigos? ¿Qué testimonio espera nuestra sociedad de cada cristiano, cada cristiana? ¿Qué testimonio se está esperando de cada iglesia?
René Krüger, biblista argentino, Iglesia Evangélica del Río de la Plata, Estudios Exegético-Homiléticos 33, ISEDET, diciembre 2002. Resumen.


Contexto de Isaías 61.10–62.3 – Presentación de Alvaro Michelín Salomón

La clave situacional para leer todo el libro de Isaías en su forma actual no es sólo el Trito-Isaías, según Croatto, sino la perspectiva postexílica. Por lo tanto, el horizonte de lectura del libro entero de Isaías es postexílico, por causa de la dominación persa, de la lucha por la supervivencia de la comunidad judaica, de la deshonestidad de la clase dirigente de Jerusalén, de los conflictos con los samaritanos, etc. El mensaje antiguo de Isaías respecto al juicio divino tiene todavía validez. Sin embargo, es necesario estimular la esperanza en un pueblo frustrado.

El texto a ser considerado habla de justicia y salvación. Para concretizar mejor estos conceptos es importante considerar las condiciones políticas y sociales del pueblo de la época: dominación extranjera y corrupción de la clase dirigente del país (parecen temas recurrentes): todo lo que el Trito-Isaías quiere corregir, reubicando el utopismo salvífico del Déutero Isaías, abriendo nuevos canales de esperanza.

Hay que reconocer que, durante este dominio persa, hubo una restauración, por pequeña que fuese, una recuperación de la tierra y de la comunidad. Es bueno entender eso, como parte de la política de repatriación de los exiliados, que permitía tener vasallos agradecidos al Imperio, y con un mínimocosto económico. Por otro lado, la presencia imperialista de Persia significó el empobrecimiento registrado en Neh 9.36s, que ocurrió a través del despojo económico: impuestos, sustento de las tropas, trabajos de infraestructura militar. De esta manera, los textos de Isaías sobre la dominación asiria pasaron a recuperar un nuevo valor en la época persa.

La imagen era la de un país devastado por las sucesivas invasiones, por la sequía, por las plagas (cf Joel1.4s) y por el hambre. Había pobreza (Neh 1.3), administración injusta de los poderosos. Los campesinos productores de alimentos eran los más afectados (Neh 1.3-5, 11). Esta realidad hacía que se volvieran actuales las críticas de Isaías contra las injusticias sociales, el despojo de los campesinos, la explotación de los que no tienen poder.

Por lo tanto, la crítica debería ser recordada y transmitida por la tradición profética. Pero la situación grave de la comunidad postexílica exigía que se pudiera vislumbrar un futuro con más esperanza. Exigía un anuncio que pudiera hacer salir del desánimo y el desencanto. El pueblo, de vuelta en Palestina, enfrenta la miseria en medio de la readaptación y la reconstrucción. La profecía no necesita hablar ya de del deseo de libertad y del regreso.

La profecía se vuelve a las circunstancias precarias de la vida comunitaria. El Trito-Isaías se confronta con un pueblo de fe vacilante (59.1s), que vive su relacionamiento con Dios en medio de la injusticia y de un culto vacío (58.1s), que terminan descreditando la benevolencia divina.La perspectiva no es solamente escatológica, sino que significa encontrarse ya dentro de la salvación. Probablemente por eso, en el texto en estudio, los términos de salvación e injusticia aparecen varias veces juntos.


Isaías 61.10–62.3 – Presentación de Alvaro Michelín Salomón

Poema de esperanza para Jerusalén y Judá

El Tercer Isaías manifiesta su certeza de la nueva presencia de Yavé en medio de su pueblo. El gozo, la salvación (yeshuá`), la justicia (tsedakáh) y la alabanza (tehiláh) serán una realidad “delante de todas las naciones” (v.11). El profeta no puede callar su verdad y anhela que la justicia y la salvación pronto sean una realidad para su pueblo.

El exilio en Babilonia marcó duramente a Judá, pero al mismo tiempo significa un tiempo de reflexión histórica y de nueva perspectiva hacia el futuro. No deben ser en vano el sufrimiento, las muertes, la destrucción de Jerusalén y el templo, el exilio y la nostalgia en tierra extraña; no deben ser en vano la actitud de arrepentimiento como pueblo pecador delante del Dios justo.

Así como Yavé ha mostrado por medio de sus profetas los errores de gobernantes y poderosos de Israel y Judá, ahora viene el turno de la esperanza por el nuevo tiempo, el tiempo de gracia, de libertad, de buena voluntad de Yavé, de consuelo y gozo, de reivindicación histórica y regreso a la tierra de los padres (cf. Is.61.1ss). Viene la época de la reconstrucción de Jerusalén y de otras localidades de Judá. La descendencia de Judá se mantendrá como testigo de la presencia de Dios en medio de los pueblos.

Jerusalén y Judá serán colocados como “corona de gloria en la mano de Jehová y diadema de realeza en la mano del Dios tuyo” (62.3). Este poema mesiánico que abarca todo el cap.62 afirma la esperanza en la manifestación de la justicia restauradora de Dios a su pueblo sufrido, oprimido y exiliado. Jerusalén cambiará de nombre (v. 4) “porque el amor de Jehová estará contigo”. Is.62 recuerda a Is.40, el comienzo del Libro de la Consolación de Israel (Déutero-isaías). El Salvador viene a Sión, al Pueblo Santo, a los liberados por Yavé, a la Ciudad Deseada (Is 62.11-12).

La perspectiva de futuro de este poema se condice con la perspectiva de futuro planteada por Lucas en los relatos sobre Simeón y Ana. La esperanza de Israel por la manifestación de la salvación que Dios trae a su pueblo aparece en el AT y en el NT, pero en el NT identificada con la venida de Jesús. El poema de Is 62 es actualizado en Jesús pero también modificado en su sentido, ya que del nacionalismo hebreo hay que pasar a una concepción más universalista de la salvación.

Hacia la predicación

Estamos llegando al fin de año, tiempo para evaluar y proyectarnos, para hacer balances y vislumbrar nuevas posibilidades de desarrollo personal, eclesial y social. Inspirados por Isaías y combinados con el NT podemos enfatizar estos aspectos de la vida de fe:

  • el gozo y la alabanza;
  • la certeza de salvación (mostrada de manera eminente en Cristo);
  • el camino de justicia (también personificado en Cristo);
  • la esperanza de la continuidad de la acción de Dios en la historia;
  • el arraigo de la vida de fe en la historia del Pueblo de Israel como muestra de un camino inseparable entre lo social y lo espiritual-teológico;
  • la proyección internacional de la religión hebrea y del cristianismo;
  • el consuelo que significa sabernos perdonados por Dios para comenzar una vida en esperanza, hacia la realización de nuevas y mejores posibilidades ‘a la vuelta del exilio’ (en la superación de los fracasos, errores y pecados).
Alvaro Michelín Salomón, biblista valdense uruguayo, en Estudio exegético–homilético, 105 – Diciembre de 2008, ISEDET, Buenos Aires.


Salmo 148 – Presentación de Pablo Ferrer

Introducción

Cuando realizamos la exégesis de un salmo debemos tener en cuenta su posible intención. Así veremos que hay salmos de alabanza, de petición de agradecimiento, de entronización, salmos que relatan la historia del pueblo de Dios, etc. Ciertamente que, en muchos casos, se puede hablar de una concurrencia de diferentes sentidos en los salmos. En el caso del salmo 148 estamos ante una alabanza, su objetivo principal es alabar. Y no estaría de más apuntar algunas notas sobre la comprensión del hecho religioso de la alabanza.

Me acerco al salmo a partir de una lectura socioliteraria, que busca encontrar en el discurso rastros y datos del mundo social que produce dicho discurso. La estructura literaria, las opciones lingüísticas que se realizan, los tiempos verbales, los usos de las personas y los personajes son todos elementos que se tienen en cuenta en este abordaje. Veamos entonces estas opciones literarias que se dan en la alabanza.

  1. Alabar es crear un “mundo”

Cuando un grupo religioso alaba está creando un “mundo virtual”. En esa alabanza puede haber espacios geográficos, tiempos pasados y tiempos por venir (personales como en el salmo 146.1 o bien grupales como en el salmo 9.5-6,19-20; salmo 47.1-4; salmo 105), seres que habitan en esos tiempos y espacios (Salmo 146.7-9). En mayor o menor medida, alabar implica establecer un mundo espacio-temporal sobre el cual recaerá la alabanza (Salmo 117.1). Ese mundo se establece principalmente no desde un discurso intelectual sino emotivo: no hay un planteamientos acerca del mundo que se está alabando, sino una afirmación cierta de la presencia de ese mundo, los seres que ahí viven y los tiempos históricos.

  1. Alabar es “ordenar”

En una alabanza hay implícitamente (o a veces explícitamente) un ordenamiento jerárquico del mundo y sobre todo de los seres que en él habitan (salmo 33.13-17). De la misma forma se alaban las obras de estos seres en forma jerárquica (salmo 66.16-19). En la alabanza se puede “ordenar” reforzando las escalas de valores de la sociedad circundante o, por el contrario, la alabanza puede proponer un mundo con escala de valores inversa a la del mundo circundante (salmo 92.6-9,12-15).

  1. Alabar es entrar en comunión

Cuando una persona alaba participa de una comunión con los que alaban en el mismo tiempo con él (salmo 95.1,2,6,7; salmo 11.1) y también con aquellos que a través de los siglos han alabado presentando un mundo similar en la alabanza. Esta comunión se extiende también hacia Dios.

  1. Alabar es mostrar mundos negados

A lo largo de la historia las sociedades ocultan sus pecados estructurales. De diferentes formas hacen que los excluidos dejen de verse, se borren, se olviden, desaparezcan del discurso. Paso previo a la muerte. La alabanza tiene la fuerte capacidad de des-cubrir a estas personas excluidas, desaparecidas (salmo 9.17-18; salmo 103.6; salmo 113; salmo 146.7-9). La alabanza se alegra de la opción preferencial de Dios hacia estas personas.

Comentario del texto

Vemos que el texto de alabanza del Salmo 148 tiene una división muy clara en dos grandes partes. Éstas se refieren a lugares desde los cuales se realiza la alabanza. Puesto en un esquema:

Lugar de alabanza: los cielos v.1 ----  Lugar de alabanza: la tierra v.7
Habitantes y elementos del cielo vs.2-4 ----  Habitantes y elementos de la tierra vs.7b-12

Humanos: vs. 11-12

Alabar el Nombre: v.5a ----  Alabar el Nombre: v. 13a
Razón de la alabanza: v. 5b ----  Razón de la alabanza: v.13b
Acción de Dios sobre cielos: v.6 ----  Acción de Dios sobre tierra: v.14

Alabad desde los cielos y desde la tierra

En relación al mundo virtual que se va creando podemos ver un “encuentro” de alabanza desde arriba y desde abajo. El espacio celestial produce alabanza y el espacio donde viven las criaturas animales, vegetales y humanas también. Esto es en primer lugar una creación de comunidad, es hacer visible una comunidad que está unida en la alabanza. Es, ciertamente, una comunidad muy especial puesto que incluye seres celestiales, seres inanimados, seres con vida, seres terrenales, seres humanos.

La creación de esta comunidad tiene un efecto importante y es ubicar al ser humano, darle su lugar dentro de la obra total del Creador. Pero también puede ser un elemento esperanzador en tiempos de desesperanza. Saber que hay toda una creación que espera en Dios puede ayudar a vivir en tiempos difíciles. Esto se observa en el libro del Apocalipsis donde la alabanza en los cielos (Ap. 4.8-11; 5.8-14 aquí se marca “toda criatura del cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían…”; 7.9-12; 19.1ss; etc.) pareciera ser lo que da fuerzas y esperanzas a los que están siendo perseguidos en la tierra. La alabanza en el cielo fortalece a los de la tierra, y la comunidad de alabanza entre cielo y tierra que se ve en el salmo 148 puede ser una herramienta para resistir en tiempos de dolor.

Alaben el Nombre de YHWH

Sobre el Nombre de YHWH hay varios estudios. Ya Abraham es el primero que invoca el Nombre de YHWH (Gn. 12.8, 13.4; 21.33) y en el final, en el libro del Apocalipsis, vemos el Nombre de Dios o del Cordero contrapuesto al Nombre de la Bestia (Ap.13 y 14). En muchos casos, tanto en el Primer Testamento como en el Segundo Testamento, cuando se pide adorar el Nombre se da la razón para tal pedido (Sal. 102.15; 138.2ss.; etc.)

No es diferente en el caso del salmo 148. La razón para alabar el nombre de YHWH, en este salmo, son dos y se encuentran en el v. 5 y en el v. 13. En el primer caso se convoca a la alabanza a Dios por su naturaleza de Creador, esto se pide a los habitantes del cielo. Esta naturaleza de Dios refleja la Creación, según el primer relato en Génesis 1.1–2.4a donde Dios ordena mediante su voz y las cosas son creadas (usa el mismo verbo, en el Salmo y en Génesis, para “crear”: bara). A la vez presenta un Dios no sólo Creador sino que es aquel que establece las leyes que permanecen rigiendo eternamente para los seres celestiales vistos anteriormente. Podríamos decir que el Dios de los cielos es un Dios que es alabado por su “estabilidad” por su capacidad de establecer leyes inmutables en la región de los cielos.

En el segundo caso, v. 13, la razón para alabar el nombre de YHWH en la tierra tiene que ver con la diferenciación de otros nombres: “porque sólo su nombre es sublime”. Esto nos dice de otros nombres que luchan por establecerse como sublimes. Esto nos habla de una pugna que surge en la tierra. La alabanza en la tierra no tiene el mismo motivo que en el cielo. Allá se alaba el nombre por su estabilidad, aquí por su fuerza para permanecer sublime entre otras opciones. En la tierra es un Dios que se agita, y necesita recordar que “su majestad es por encima de la tierra y el cielo” (v.13) En el cielo la acción por la que es alabado es porque establece leyes eternas, en la tierra es alabado porque acompaña a su pueblo, porque lo levanta (v.14) En la tierra convoca a la reunión, al encuentro “de todos sus amigos”, “de los hijos de Israel” (v.14).

El viento, el árbol, el pájaro…y los reyes

La numerosa descripción de objetos y seres que tienen la capacidad de alabar (y por lo tanto reconocer, valorar, cantar, expresar amor, libertad…) abarca desde el viento, pasando por los vegetales y animales y terminando en el ser humano. Y esto es sumamente interesante. Tiene que ver con ese mundo virtual que se crea. Que no es sólo una pintura sino una creencia de cómo deben ser las cosas. En este mundo el ser humano es puesto en igualdad con toda la creación de Dios. Pero no es el ser humano en cuanto ser humano sino que éste es descrito en sus categorías sociales, políticas, generacionales. No se es ser humano sino dentro de ciertas y determinadas categorías, diría este salmo. Pero a la vez que las reconoce también las relativiza ¿Qué diferencia hay entre el viento y los reyes de la tierra? Ambos tienen la capacidad de alabar el Nombre de YHWH. ¿Qué diferencia hay entre los reyes y los niños? Ambos tienen la capacidad de alabar a Dios. El Nombre de YHWH se transforma en algo que devuelve la dignidad, la capacidad cognitiva, la capacidad volitiva a cada ser y elemento de la creación. Y hay un especial énfasis en los seres humanos, entendido en la descripción más detallada que de ellos hace.

Además tenemos que notar que las categorías sociales son puestas en pares y no hay que perder de vista esto puesto que los pares son los que son llamados a alabar conjuntamente. Esto de los pares se da sólo en la alabanza desde la tierra y se ponen en par elementos contrapuestos también en la naturaleza. Veamos:

Fuego-granizo (calor-frío); nieve-bruma (densidad-impalpabilidad); montañas-colinas (grande-chico); árbol frutal-cedro (doméstico-salvaje); fieras-ganados (doméstico-salvaje); reptil-pájaro que vuela (arrastrar-volar)

Sin dudas que los opuestos aquí esbozados pueden ampliarse o bien buscar otras características para oponer.

De la misma forma tenemos las categorías sociales humanas puestas en pares:

Reyes de la tierra – pueblos todos (dominantes-dominados, opresores-oprimidos, servidores-servidos, etc.).

Príncipes - todos los jueces de la tierra (gobernantes-ejecutores de la justicia, injustos-justos, etc.).

En estos dos pares notemos que el segundo término tiene la partícula que indica la totalidad (kol).

Jóvenes y también doncellas (varones jóvenes-mujeres jóvenes, varón - mujer)

Viejo – junto con niños (ancianidad respetada – niñez carente de derechos, sabiduría-no sabiduría, no vitalidad – vitalidad, etc.)

En estos dos pares notemos partículas que indican conjunción de los dos términos, son llamados explícitamente a alabar en conjunto (im, viejos y niños) o de la misma forma (gam, jóvenes y doncellas).

Reflexión sobre el texto

¿Qué mundos presentamos en nuestras alabanzas? ¿Reforzamos los sistemas jerárquicos, valorativos, económicos, religiosos de nuestros tiempos? ¿O los desafiamos con una alabanza que invierte la muerte, transformándola en vida?

¿Quiénes podrían alabar en comunidad con nosotros? ¿Quiénes no podrían hacerlo? ¿A quiénes incluye y a quiénes excluye nuestra alabanza?

¿Alabamos a un Dios inmutable o a un Dios compañero?

¿En nuestra alabanza está la naturaleza, ya sea la campesina como la ciudadana? ¿Nuestra alabanza nombra, incluye situaciones de fuera de nuestros templos? ¿Cuáles son los opuestos que en nuestra alabanza son convocados a juntarse, a entrar en comunión?

Estas podrían ser las primeras preguntas que nos ayuden a armar un mensaje a partir del salmo 148. Cada uno, cada una, tendría que revisar en su propia comunidad la situación. Sin dudas que puede ser un muy buen momento para repensar en conjunto nuestra alabanza a Dios.

Pablo Ferrer, biblista metodista argentino en Estudio Exegético-Homilético 86, ISEDET, Buenos Aires, mayo 2007.


Gálatas 3.16–4.4-11 – Presentación de Elsa Tamez

El movimiento de esta sección pone de relieve la condición de hijo e hija libre de Dios. Tal condición se hace realidad por acoger la fe (3.26), por el bautismo (3.27) y por haber sido liberados de la ley gracias al Hijo (de Dios) (4.5).

3.26-28 es la parte central de toda la argumentación de los caps 3-4. Aquí Pablo describe con claridad el mensaje de liberación para los gálatas a las demás naciones. También se encuentra aquí la única referencia al bautismo. Si lo menciona es porque quiere recordar a los gálatas el sentido de la nueva creación a la cual ya pertenecen. Los textos (3.26-29) aluden a la nueva realidad de los que se han revestido de Cristo, es decir, que asumen su vida y obra y actúan como Cristo. Hay acuerdo en los comentarios de que 3.26-28 es parte de una fórmula bautismal prepaulina. Pablo la retoma para afirmar la novedad de una nueva sociedad sin discriminaciones.

En la dimensión de la fe, nadie es superior o inferior a nadie. La fórmula de 3.28 adquiere aún más fuerza si se lee en el contexto de la sociedad grecorromana, altamente estratificada y meritocrática, y en la sociedad judía que se creía superior a las naciones por el hecho de tener la Torá. La radicalidad de la afirmación alcanza no solo lo ético-religioso, sino lo social y cultural. Escuchar en una sociedad esclavista y patriarcal que ya no hay esclavo ni libre y que hay igualdad entre el varón y la mujer es acoger la sociedad utópica hacia donde apuntan las aspiraciones y sueños de los marginados y discriminados.

Por algo era muy significativa la participación de la mujer en el movimiento de Jesús y en las primeras comunidades cristianas. ¿Qué opinarían las mujeres gálatas sobre la vuelta a la circuncisión como requisito para la salvación? Es muy probable que ellas se sintieran las primeras víctimas de la discriminación de la ley y la circuncisión. Pablo tiene que recalcar que la filiación divina ocurre por la fe en Cristo Jesús.

Los vs 4-5 del cap 4 desarrollan el evento cristológico que hace posible la filiación. Se trata de la solidaridad máxima de Dios en su Hijo, quien asume la historia en todo su dimensión humana: nacido de mujer y bajo la ley (4.4). La liberación acontece desde abajo: consiste en abolir la esclavitud de la ley y de todo otro sistema esclavizante, convirtiendo a los esclavos y esclavas en hijas e hijos llamados a vivir en libertad.

Los liberados de la ley ahora tienen la palabra. Antes, la ley tomaba posesión de ellos y les imponía el camino. Ahora, por el don de la filiación divina, han pasado a ser personas, sujetos con palabra propia que claman “Abba, Padre”. Dios les infundió el Espíritu del Hijo y los constituyó herederos por su gracia (3.29, 4.7).

Tal vez los gálatas no sabían lo que significaba estar sometidos a la Ley judía, pero sí habían experimentado el sometimiento a ciertas creencias de su propia cultura en Galacia. En 4.8-9, Pablo les recuerda la vida pasada, antes de acoger la fe de Cristo. Ellos no conocían al Dios verdadero, sino que servían a dioses que no lo son en realidad. Pablo piensa de nuevo en las fuerzas naturales, en los “elementos del mundo”, es decir, honraban como dioses y sentían un temor reverencial por los poderes cósmicos que presuntamente dirigían sus vidas. Quien no conoce al Dios creador se siente sometido a las poderosas leyes del mundo, al destino ciego. Pablo considera a estos elementos como débiles y sin valor.

Al “en otro tiempo” se opone el ahora (v 9). Desde que los gálatas creyeron en la predicación del apóstol, se han disipado las tinieblas del desconocimiento de Dios y del sometimiento a los elementos naturales. Los gálatas han conocido a Dios; o mejor, han sido conocidos por Dios, que los eligió y se les manifestó a sí mismo en la predicación. Quien ha sido conocido por Dios no puede volver a los “elementos impotentes y pobres”. Por imponentes que sean esos elementos, son débiles comparados con Dios y no pueden prestar ninguna ayuda.

Pablo observa luego las exigencias que pretendían imponerles los innovadores judeocristianos, es decir, el cumplimiento de la Ley judía con la estricta observancia de ciertos días, meses y años del calendario, junto con el consiguiente respeto a los cuerpos celestes. Pablo trata de describir la sumisión a estas fiestas fijadas por el curso de los astros (cf Gén 1.4) como una recaída en la esclavitud de la naturaleza. Los judíos sabían que las luminarias del cielo no eran dioses, sino “signos para señalar las fiestas, los días y los años”. Pero lo excesiva sumisión a estas observancias era volver atrás y como dejarse esclavizar de nuevo por los ídolos, perdiendo el status de persona digna, hija libre de Dios.

Según 4.11, Pablo teme que los gálatas estén a punto de abandonar el evangelio de la libertad o que hayan sido convencidos por los oponentes (“me hacen temer que mis fatigas por ustedes hayan sido inútiles”). Pero en 5.10 se muestra más optimista cuando dice: “Confío en el Señor que no cambiarán de actitud”.

Elsa Tamez, biblista evangélica costarricense en Carta a los Gálatas, Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo Divino, España, 2003.


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