Vigesimosegundo domingo después de Pentecostés

Mt 22.34-46; Lev 19.1-2, 15-18; Sal 1; 1 Tes 2.1-8

Evangelio de Mateo 22.34-40 (41-46): Un intérprete de la ley pregunta a Jesús para ponerlo a prueba: ¿Cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús responde: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, tu alma y tu mente”; y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (¿De quién es hijo el Cristo? De David. ¿Cómo entonces David mismo lo llama “Señor”? ¿Cómo entonces es su hijo?)

Libro del Levítico 19.1-2, 15-18: Ustedes deben ser santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo. No seas injusto en el juicio, trata a tu prójimo con justicia, no propagues chismes, no abrigues odio, no te vengues ni guardes rencor contra los hijos de tu pueblo.

Salmo 1: Dichosa la persona que no anda en compañía de malvados, sino que al contrario se deleita y medita en la ley del Señor. Es como árbol plantado junto a un arroyo, da su fruto y en todo prospera. El Señor conoce el camino de los justos, pero los malos terminan mal.

1ª Carta a los Tesalonicenses 2.1-8: Dios nos ayudó a anunciarles a ustedes su evangelio, con todo valor y en medio de fuerte lucha. Nunca los halagamos con palabras bonitas, fuimos para ustedes como madre que cuida sus hijos.

El Leccionario Común Revisado ofrece dos alternativas. Una siguiendo la secuencia, en este tiempo, del Evangelio de Mateo y las lecturas concomitantes. Esta alternativa es la que propone el Leccionario Metodista. La otra propone la celebración del Día de Todos los Santos o Memorial de los Fieles Difuntos, el 1 de noviembre o el primer domingo de noviembre, atendiendo los siguientes textos para el Ciclo A: Mt 5.1-12; Ap 7.9-17; 1 Jn 3.1-3; Sal 34.1-10, 22.