Recursos para la predicación

24 Jun 2021
en
Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 01 AgostoAgo 2021

Verde


Juan 6.22-40

Contenido

Comienza la explicación del episodio de los panes. Los que habían comido acuden a Jesús, deseosos de continuar en aquella situación de éxodo, que les aseguraba el sustento, gracias a la acción de un líder, sin esfuerzo propio.

Jesús les explica entonces que no basta encontrar solución a la necesidad material, sino que hay que aspirar a la plenitud humana, y esto requiere colaboración del ser humano. Para ello, les propone en primer lugar la diferencia entre dos clases de alimento, que producen dos clases de vida, la pasajera y la definitiva. La condición para obtener la segunda es la adhesión personal a él, el Hombre sellado por el Padre.

Ante la exigencia de un prodigio semejante al del maná, el pan del cielo, para darle esa adhesión, Jesús repite la distinción en otros términos: el maná no era pan de Dios ni dio vida definitiva; ésta la da otro pan que tiene su origen en el Padre, que no cesa de llover sobre la humanidad, dándole vida. Ese pan es Jesús mismo, don continuo del Padre a los hombres, que hay que aceptar y comer por la adhesión a su persona, y que comunica incesantemente la vida definitiva, que supera la muerte. Tal es el designio de Dios.

La perícopa comienza con una escena introductoria: la gente que se había quedado en la otra orilla del lago busca a Jesús (6.22-24). Al encontrarlo, éste les advierte que su búsqueda es equivocada; los incita a trabajar por el alimento que dura, dándole adhesión a él como enviado de Dios (6.25-29). La multitud, entonces, pone condiciones, pidiéndole una señal parecida a la del maná en el desierto. Es Jesús el verdadero maná, el alimento que da vida al mundo y satisface toda necesidad del hombre. El deseo de ellos es ineficaz porque no quieren comprometerse con Jesús (6.30-36). La última sección de la perícopa explica “el pan de vida”, utilizando otro lenguaje (6.37-40).

Síntesis del comentario

La perícopa, primera parte de la explicación del episodio de los panes, presenta la falta de penetración por parte de la multitud de las señales realizadas por Jesús. Estas son el lenguaje de Dios al ser humano, compuestas, como él, de “carne” y “espíritu”. Son el medio de comunicación personal entre sujeto divino y otro humano. Considerarlas como un  mero hecho objetivo, sin descubrir el significado ni al sujeto que se comunica en ellas, equivale a percibir un ruido de palabras, el ruido del viento, en lugar de la voz del Espíritu (3.8).

Se plantea aquí la cuestión de cómo conocer a Dios. Tal conocimiento no es posible si se le objetiva, considerándolo objeto de especulación. No puede preguntarse si Dios “existe” como un objeto cualquiera, sino si Dios “está presente”, como persona. Para conocerlo hay que descubrir su presencia. No siendo Dios un ser material, éste no puede percibirse más que en la relación interpersonal, a través de una interpelación comprendida y aceptada.

La interpelación de Dios es Jesús mismo, la Palabra hecha “carne” (1.14). Es la Palabra cuyo significado es el Espíritu, que en ella se comunica. Se dirige no sólo a la inteligencia, sino al hombre entero, como sujeto personal. Aceptada, produce la presencia de Dios (el Espíritu) en el ser humano.

Las señales de Jesús explican lo que él mismo es, son palabras que explica la Palabra. El pan que da es una palabra que, significando el amor, lo comunica; es, por tanto, un  gesto de comunión. Recibir el pan sin aceptar su significado es cerrarse a la comunicación divina.

Juan Mateos y Juan Barreto, El Evangelio de Juan. Ediciones Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 325, Contenido de 6.22-40; p. 334, Síntesis del comentario.


Introducción a los textos propuestos en el Leccionario Común Revisado

Uno de los temas principales que está presente en los diferentes textos propuestos por el calendario litúrgico ecuménico para la fecha es la cuestión del sustento y la providencia del Señor para con su pueblo, en el marco de la gratuidad de sus dones y de la fidelidad.

El Salmo 78 es una reflexión didáctica que repasa la historia del pueblo de Israel desde el éxodo de Egipto hasta la dinastía davídica. El relato poético destaca la fidelidad de Dios hacia su pueblo, a través de muchas obras maravillosas de salvación, y se despacha con una crítica profunda contra las ambigüedades del pueblo y su tendencia constante hacia la infidelidad o la rebeldía. Entre las múltiples lecciones de la historia, en los vv. 23-29 se recuerda la difícil situación del pueblo de Israel en el desierto (que se cuenta con mayores detalles en Éxodo 16), cuando no tenían qué comer, y cómo el Señor les hizo llover el pan de las nubes (maná) y les mandó con un viento muchísimas aves que se comen, hasta que todos quedaron saciados.

El capítulo 6 de Juan comienza con el relato de la multiplicación de los panes por Jesús en un monte cercano al mar de Galilea. (vv. 1-15). La mención de la Pascua judía imprime al relato un nuevo significado a esa fiesta de Pascua, que se manifiesta en el acto de compartir el pan entre Jesús y sus seguidores. Los versículos posteriores (24-59) dan cuenta de un discurso de Jesús en la sinagoga de Capernaúm y del diálogo con sus seguidores (sin paralelo en los Evangelios Sinópticos), donde se establecen algunas relaciones entre diferentes tipos de alimento, a partir del simbolismo del pan. Parece que muchos seguían a Jesús para comer (vv. 24-26); otros buscaban señales que demuestraran si Jesús era o no el enviado de Dios, y quizás esperaban que Jesús les diera “pan del cielo” como había sucedido con sus padres en el desierto (vv. 30-31). El relato concluye que Jesús es el verdadero pan de Dios que baja del cielo y da vida para siempre (vv. 32-35), y es representado por el maná y el pan multiplicado anteriormente. Por tanto, practicar las obras de Dios significa básicamente creer (no solo como actividad del intelecto, sino principalmente como actitud de compromiso y confianza) en la obra salvadora de Dios a través de Jesús (vv. 28-29).

Éxodo 16.2-15 es el relato principal en el Antiguo Testamento que cuenta sobre la alimentación del pueblo de Israel a través del maná y las codornices. La descripción de este acontecimiento se encuentra en el contexto del peregrinaje del pueblo de Israel en el desierto, luego de la liberación del país de la opresión, Egipto (Ex 14-15). El texto conserva algunos elementos de la tradición yavista, pero en un marco de tradición sacerdotal; y uno de los elementos que señalan este encuadre son las instrucciones para la cosecha del maná, estrictamente sujetas a las exigencias del sábado (vv. 5 y 25-26).

Debemos recordar que el desierto guarda un simbolismo importante en las tradiciones bíblicas, donde representa el lugar de la revelación y las manifestaciones de Dios, pero también el lugar de la prueba y los peligros. Entre las situaciones que generaban inseguridad y crisis se puede mencionar el hambre y la sed, el desconocimiento del terreno, la amenaza de animales salvajes y conflictos con otros pueblos que encontraban a su paso. Este tipo de situaciones motivaba recurrentemente la queja y la murmuración del pueblo contra sus líderes y Dios, expresando muchas veces la nostalgia por la abundancia que dejaron en la tierra de Egipto (16.2-3). Estas quejas y protestas son un tema característico de la marcha del pueblo de Israel en el desierto (ver Ex 15.24; 17.2-3; 32.1; Nm 11.1-6; 14.1-4; 16.12-14; 20.2-5; 21.4-5); y es significativo que el texto no oculta estas reacciones, sino que al contrario las desarrolla, explorando las profundidades de la experiencia humana en situaciones límite, con sus contradicciones y paradojas.

Pero el relato no se queda en este aspecto polémico, sino que presenta una tensión clara entre la protesta del pueblo y la obra salvadora de Yavé, que es en definitiva lo que se quiere resaltar en todo el pasaje. La situación en Egipto representa la opresión y la esclavitud, pero también cierta comodidad y seguridad; la marcha en el desierto es la marcha de la libertad, pero en condiciones muchas veces difíciles y peligrosas. La tendencia hacia una u otra dirección muchas veces está condicionada o relacionada con las contingencias del camino, y se debate entre las necesidades inmediatas y los objetivos mayores.

Suponiendo que somos libres o que queremos ser libres, ¿cuál es el precio de la libertad? Y ¿cuánto estamos dispuestos a pagar, resignar o soportar para defender este principio?

En Éxodo 16 la obra portentosa de Yavé fue proveer a su pueblo, en forma gratuita, de alimento en un momento de extrema necesidad, para poder continuar la marcha hacia la tierra prometida y no tener que volver a Egipto. El relato destaca la manifestación del esplendor de Yavé (v. 10) que generalmente viene asociado a fenómenos meteorológicos como las nubes o el viento. El alimento enviado consistía de dos elementos que son conocidos en la península del Sinaí, aunque en zonas diferentes: las codornices (v. 13) y el “maná” (vv. 13-15).

Las codornices son aves migratorias que vienen en gran cantidad de Europa a África en otoño buscando las regiones más cálidas, y vuelven en primavera una vez pasado el invierno. Parte de su trayecto incluye Palestina y el Norte de la península del Sinaí cerca del mar Mediterráneo. Estas aves tienen un vuelo bajo y pesado, y luego de un largo período de vuelo o por situaciones meteorológicas adversas, quedan extenuadas y se pueden atrapar fácilmente. En Nm 11.31 el fenómeno está asociado a un viento que viene del mar y en el Sal 78.26 se hace referencia a un viento del Sur.

El “maná” es conocido como el alimento del pueblo de Israel en el desierto. En el texto también se lo llama “pan del cielo” (v. 4) o “pan que da Yavé como alimento” (v. 15). Según la Biblia (ver Ex 16.14,31 y Nm 11.7-9) tenía la apariencia de escarcha que caía como el rocío; una sustancia blanca y fina semejante a las semillas de cilandro y con sabor a torta hecha con miel. Frecuentemente se ha relacionado el maná bíblico con la secreción producida por unos pequeños insectos que viven en árboles tamariscos en la región central del Sinaí. Esta secreción se endurece rápidamente y cae al suelo de donde es recogida por las tribus nómades de la región que la utilizan como substitutivo del azúcar o la miel.

En árabe esta sustancia se conoce con el nombre de mann y no depende del hebreo. En hebreo se desconoce el significado de la palabra “maná”; y por tanto, luego surgió una etimología popular que relaciona aquella palabra con una expresión del versículo 15 que da cuenta de la reacción de los israelitas cuando vieron por primera vez la sustancia en cuestión; ellos se preguntaban: ¿Qué es esto? o ¿Esto es maná? (en hebreo: man hu).

El relato refleja también cierta dificultad de los israelitas en reconocer el alimento y sustento que Dios les estaba enviando; y pronto volverían a protestar argumentando que este alimento era poco nutritivo y liviano (ver Nm 11.6 y 21.5).

Hoy podríamos preguntarnos si sabemos reconocer, aceptar y disfrutar de los dones de la inmensa gracia del Señor, y de qué manera operan en la vida de nuestra comunidad.

Otro aspecto que se podría abordar desde el relato de Ex 16 es el tipo de relacionamiento entre Yavé, el pueblo y sus dirigentes, y sus implicaciones sobre la forma de organización de la comunidad. Al principio, la murmuración del pueblo se dirige contra sus líderes Moisés y Aarón (vv. 2-3), pero el que responde enseguida es Yavé (vv. 4-5) que ha oído las murmuraciones en su contra (vv. 6-9). Luego, de manera imprevista, y mientras aún estaban hablando los dirigentes a toda la comunidad, se produce la irrupción de la misma presencia de Yavé a través de una nube (v. 10), con el anuncio del envío de alimentos (v. 12), que se cumple ese mismo día.

Samuel Almada, biblista bautista argentino en Estudios Exegético-Homiléticos 41. Agosto 2003, ISEDET, Buenos Aires.


Efesios 4.1-16

es un enfático llamado del apóstol Pablo a la unidad de la iglesia, frente a los diferentes peligros y dificultades que amenazaban a la comunidad. Por el contexto y el tenor de la exhortación parece que Pablo apunta a situaciones concretas como discordias entre creyentes (vv.1-3), la administración de diversos dones y funciones en la comunidad (vv. 7-11), y las doctrinas engañosas (v. 14). Para esto expone los principios de la unidad, utilizando la metáfora del cuerpo humano, en el cual Cristo es la cabeza, y todos sus miembros son importantes y necesarios para el crecimiento y la edificación en amor (ver vv. 4-6, 12-13, 16). De tal manera, llegar al estado de perfección y madurez de Cristo (v. 13), es el objetivo de la comunidad en su conjunto.

Samuel Almada, en Estudios Exegético-Homiléticos 41. Agosto 2003, ISEDET, Buenos Aires.
Agregar a Calendario Google
  • Calendario
  • Guests
  • Attendance
  • Forecast
  • Comentarios

Weather data is currently not available for this location

Weather Report

Hoy stec_replace_today_date

stec_replace_today_icon_div

stec_replace_current_summary_text

stec_replace_current_temp °stec_replace_current_temp_units

Wind stec_replace_current_wind stec_replace_current_wind_units stec_replace_current_wind_direction

Humidity stec_replace_current_humidity %

Feels like stec_replace_current_feels_like °stec_replace_current_temp_units

Forecast

Date

Weather

Temp

stec_replace_5days

Next 24 Hours

Powered by openweathermap.org

Compartir