Recursos para la predicación

08 Jun 2021
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Recursos para la predicación
Recursos para la predicación 20 JunioJun 2021

Verde


Evangelio de Marcos 4.35-41

“Habla” el evangelista Marcos: Negros nubarrones

¿No usan ustedes frases como ésta para hablar de una situación que se va poniendo difícil? Y no necesariamente quieren decir que había realmente negros nubarrones. Lean desde esa clave el siguiente pasaje que me llegó de la tradición como un resumen de la situación de Jesús y la de los discípulos. Lo puse aquí con esa intención. Quien se quede en la pregunta sobre si realmente sucedió una tal tormenta y si en verdad se calmó o no el viento, no entenderá lo que he querido decir sobre Jesús y su relación con los discípulos.

Ya se había puesto el sol y Jesús les dice a sus discípulos: “Atravesemos a la otra orilla”. El estaba muy cansado del ajetreo de todo el día; entonces, dejando a la gente, se lo llevaron en la barca así como estaba; y se fueron otras barcas con él. De pronto se vino un fuerte vendaval y las olas se metían una tras otra en la barca y no se daban abasto para sacarla, y había peligro de que se hundieran. Pero Jesús ni cuenta se daba, dormido como estaba en la popa sobre un montón de cuerdas como almohada.

Entonces fueron a despertarlo y le dicen, en son de reclamo: “Maestro, ¿no te importa que nos estemos hundiendo? Vente a ayudar”. Y Jesús, despertando, ordenó al viento y dijo al mar: “¡Calla, enmudece!”. Y se acabó el ventarrón y se hizo una calma total.

Atención: ahora viene lo importante. Para los judíos el mar era el lugar de los poderes de la muerte, donde la vida frágil del hombre estaba en peligro. Ellos veían a Jesús exponerse a muchos peligros y, sin embargo, salir de ellos indemne. No sabían cómo no tenía miedo. Y Jesús les dijo: “¿Por qué están tan asustados? ¿No tienen fe?” Les había entrado un miedo enorme y se preguntaban: “¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

Nosotros vivíamos tiempos de persecución. Y tiempo después, acordándonos de ese hecho, comprendimos en la comunidad que lo contrario a la fe no es la incredulidad sino el miedo. Y que el miedo impide comprender a Jesús como el Señor de la vida, que triunfa sobre la muerte.

En relación con este tema he querido poner los siguientes pasajes, en los que les quedará claro, como nos quedó a nosotros después de la resurrección, que Jesús es el Señor de la vida: Un hombre muerto en vida (5.1-20) y unas mujeres muertas en vida (5.21-43).

Carlos Bravo Gallardo, sj, en Galilea, Año 30. Historia de un conflicto (Para leer el evangelio de Marcos), Verbo Divino, Quito, 1993.


Introducción a Job

En el libro de Job se combina el relato del justo sufriente que es  recompensado por su fidelidad a Dios a pesar de las penurias con extensos poemas ricos en formas literarias a través de las cuales se expresan, en una serie de intercambios, los protestas de Job realzadas por las reflexiones de sus interlocutores. Al final de cuentas, el rebelde Job puede ser cualquiera: el desahuciado, la madre viuda, el menesteroso, el desplazado que desde sus entrañas doloridas preguntan al Señor de la vida: “¿Por qué?”

Job grita por la dignidad humana que le niegan sus amigos y el mismo Dios le arrebata. El autor expone punzantes cuestiones de la experiencia humana: el angustioso problema del sufrimiento, en particular del inocente; los límites de la existencia, la experiencia y el conocimiento humanos, la pregunta por Dios mismo de cara al sufrimiento y al mal en general. Job pone sobre el tapete el problema del honor de las personas despojadas de los signos sociales de honorabilidad: riquezas, poder, posición. Job encarna a aquellos privados de su dignidad humana.

Teológicamente, el libro de Job cuestiona sin temores doctrinas y comportamientos tradicionales, afronta el agudo problema del sufrimiento inmerecido y pregunta por la relación real de Dios con  el mundo. Si Dios es todopoderoso, justo y bueno, “¿por qué permite esto?”. Tal es la angustiosa pregunta jobiana, que se sigue planteando hoy como a través de los siglos, por las experiencias de dolor inhumano que aún se viven, a pesar de todos nuestros progresos.

Este es el clamor que brota desde Auschwitz, Dresde e Hiroshima, de los gulags rusos y el genocidio armenio, los crímenes de las de las dictaduras latinoamericanas, y los sufrimientos en los hospitales y campos de refugiados. Esta la pregunta que se hacen los millones que hoy son parte del “costo social” del neoliberalismo y las víctimas inocentes de las guerras en el tercer mundo. Frente a las injusticias y a la explotación irracional que se vive en nuestro mundo, ¿cómo creer en un Dios justo y misericordioso, en un Dios padre? ¡Cómo confiar en él y en su presencia salvadora? ¿Cómo pensar y hablar de Dios al ser confrontados con el dolor, la miseria y los absurdos que se nos imponen día tras día?

Origen del libro de Job

El libro fue escrito en el seno de una comunidad judía, pues la problemática teológica que trata es propia del judaísmo. El autor está familiarizado con Jeremías, hombre justo que también sufre inocentemente por su pueblo sin ser él culpable (ver su lamentación en 20.14-18). Escrito en hebreo, tiene que ser de alguna región donde este era un idioma vivo, pero influenciado por el arameo. El lugar de composición no es seguro. El hecho de que el texto tenga muchos arameísmos y que el protagonista, Job, sea ubicado en Uz, y los lugares de los amigos (Temán, Súaj, Naamat) sean todos de “oriente”, sugiere que no fue compuesto en tierra de Israel. Ninguno de los nombres es hebreo.

La caída de Judá en manos de los babilonios a comienzos del s. VI aC, con el exilio de la crema de la sociedad como secuela, generó un clima de “iluminismo”. La reflexión sistemática empezó a formar parte de la religión y entró en conflicto con las creencias tradicionales. Fue el inicio de una larga crisis religiosa para Israel. La experiencia a manos de los babilonios –destrucción de Jerusalén, destierro– llevó a cuestionar la idea tradicional de la justicia divina.

Pero no se habla de la Alianza, ni se rememora la acción de Dios en la historia de Israel. Estamos en tiempos netamente postexílicos. La clara discusión con la sabiduría tradicional en boca de Job sugiere un tiempo más cercano a Qohélet (Eclesiastés), con el cual guarda notables semejanzas. Pero “el temor” de Dios como principio de sabiduría no es tema en Job, que recién aparece en el s. IV aC.

Género literario

El libro de Job pertenece a la llamada literatura sapiencial. El protagonista es un sabio frente a otros (supuestos) sabios. Por lo mismo, se le asignará a Job un poema sobre la sabiduría, en el cap. 28. Pero cabe preguntar por qué el autor escogió la forma que caracteriza al libro de Job, con una serie de intercambios entre personajes constituidos por extensas exposiciones, donde se reflexionan y discuten varios puntos de vista.

Esa forma está en función de la intencionalidad del autor: invita al lector a entrar en el debate, a reflexionar con los personajes, a tomar conciencia del problema planteado. Así, hay muchos que han visto el libro de Job estructurado como un drama o una tragedia griega, donde no pesan los hechos sino lo dicho a través de contrapuntos, con una trama envolvente que involucra intelectualmente al auditorio.

La respuesta de Dios a Job (38-41)

El poeta no describe una presencia de Dios como tal, sino su respuesta a Job “desde el torbellino”. Es decir, más que un hecho visual se trata de una revelación oral, de un discurso. La imagen del torbellino apunta a una experiencia que supera toda descripción, a una presencia abrumadora y a una fuerza demoledora de origen celestial. Los amigos parecen ausentes: la teofanía concierne exclusivamente a Job, ¡el único que se dirigía a Dios!

Primera parte: 38.1-40.5

El otrora locuaz Job ahora permanece silencioso, y el silencioso Dios es ahora profusamente locuaz. El poeta lo llama Yavé (38.1,3,6: 42.1), el nombre del Dios de la alianza, de la fe de Israel. El que el sale al encuentro de Job es el Dios de la vida y la libertad, el de la historia salvífica. Y se dirige a Job llamándolo “tú”, es decir, en una relación personal. El problema del libro se plantea ahora desde una base diferente, cambiando la cuestión de un sistema de creencias en un asunto de fe y confianza.

Después de las frases introductorias (38.1-3), la primera parte de la teofanía consta der una exposición de la creación en una secuencia narrativa: empieza por la tierra, luego el mar, seguido por las luminarias, los extremos, los fenómenos meteorológicos y finalmente los cielos. Después de esa exposición cosmológica (la más vasta en la Biblia), viene una exposición zoológica.

Como en otros discursos, se plantea al principio, a modo de tesis, el tema que se desarrolla a continuación. Dios lo hace mediante una pregunta dirigida al público, con sabor a sarcasmo: “¿Quién es este que opaca mi designio con palabras sin conocimiento?” El vocablo “designio” (‘etsah) denota una finalidad y un proyecto bien concebidos y aquí se refiere al propósito de Dios para el mundo en sus actuaciones, su providencia o su “plan”, como diríamos hoy. Este designio divino es la base del concepto israelita de la historia.

Dios acusa ahora a Job de “opacar” sus designios al hacer afirmaciones sin conocimiento del asunto, lo que sugiere que identificaba la creación con el caos primitivo. “¿Dónde estabas tú cuando cimenté la tierra?” (v 4). Y concluye con una afirmación sarcástica que hace eco a la inicial: “Lo sabrás, seguramente, ¡pues ya habías nacido y tienes tantísimos años!” (v 21).

En el At el mar (yam) representa con frecuencia la fuerza del caos. Yam era una divinidad en la mitología cananea (vs 8-11). Se indica que la fuerza del caos no es destruida, sino que tiene límites fijados: “Hasta aquí llegarás, no pasarás” (v 11; cf Sal 104.7-9). Es decir, Dios no la ha eliminado, sino que ha delimitado su campo de acción.

Si bien Dios no responde directamente al problema de la justicia para los seres humanos, lo que está claro en el discurso de la teofanía es que él apela al orden del mundo y a los inescrutables designios divinos. El mundo no es un caos, no carece de orden, pero este orden no siempre responde a las expectativas de hombres y mujeres, que no son capaces de comprenderlo todo. De lo que se trata, en realidad, es de poner en claro el lugar de Job frente a Dios, de la creatura frente al Creador, que lleva a cabo con sabiduría sus misteriosos designios.

Eduardo Arens, sacerdote católico y biblista peruano-alemán, n 1943, Job, en Comentario Bíblico Latinoamericano, Verbo divino, España, 2007.


Comentario a 2 Corintios 6.1-13

No se pueden entender estos versículos sin tener en cuenta la polémica en que está inmerso el autor. Pablo enfrenta la acusación de ser débil y frágil en su cuerpo y por eso no poder ser un apóstol “exitoso”. Después de su descargo, Pablo invita a sus oyentes, sus hijos e hijas en términos de la comunidad de la que provienen, a unirse a él (“trabajando junto con”, v. 1)

Estos versículos son uno de mis textos preferidos, por el hecho de que recuperan de una manera asombrosa pero a la vez totalmente simple, la grandeza de Pablo y sus compañeros y compañeras. Una grandeza que no está dado por algún valor especial en ellos/as, sino que viene de lo que Dios puede hacer con las personas: de gente sencilla, frágil a los ojos humanos, dispensable para el sistema socio-económico y político, insignificante, Dios hace héroes y heroínas. No como los de las películas de Hollywood o como los imperios de todos los tiempos gustan de exhibir, sino héroes y heroínas de verdad, que persisten en la adversidad; que enfrentan todo tipo de dificultad con la cabeza alta y sin devolver mal por mal; que no desesperan ni desisten de su ministerio; que no buscan su propio enriquecimiento ni honor, sino el de Dios.

Todo esto que Pablo enumera con tanta maestría está en función de su propósito para con sus oyentes. Comenzando en el v. 1, exhorta a que no reciban en vano la gracia divina. Esta misma gracia es la que ha hecho de él y otras personas ministros del Señor y sus embajadores. Por tanto, no reconciliarse es no recibir a quien les ha enviado. La lista de dificultades, así como la templanza con que las han aceptado, con todos sus contrastes y contradicciones, demuestran, en la argumentación, que Pablo tiene suficientes credenciales para ser aceptado por la comunidad como su ministro; por eso termina recordándoles que son sus hijos en el ministerio y que no le están correspondiendo con un corazón entero como él se los está ofreciendo a ellos.

Numerosos comentarios destacan la similitud del “alarde” paulino en este texto con el ideal del sabio de las escuelas filosóficas cínicas y estoicas. Pablo se permite presentarse como su maestro y guía, porque tiene todas las credenciales necesarias para hacerlo. Y no lo hace para alardear de sí mismo, sino para enarbolar un modelo de ministerio que, cree, es el que es fiel al Señor del que proviene y al que anuncia.

Pistas para la predicación

Hay una temática común a todos los textos de este domingo, relacionados con las mareas y otros peligros marítimos y la contemplación de las obras y sobre todo del poder de Dios en medio de tales calamidades, de todas las cuales, milagrosamente, se ha salvado quien habla (el salmista en el Sal 107; los discípulos con Jesús en Marcos, y Pablo en 2 Cor. Job es un caso especial, donde Dios le cuestiona su impertinencia preguntándole si estaba cuando fue creando el mundo y asentándolo sobre sus bases.

Tomando 2 Corintios, la meditación no debe girar tanto en lo peligroso sino en las señales propias de un ministerio que es fiel a Dios –aunque no sea “exitoso”: un ministerio que no busca escandalizar, que abre su corazón a la comunidad, que parece loco ante Dios pero cuerdo y cuidadoso ante la comunidad para su edificación, que todo lo soporta, pero que no tolera lo que pueda dañar a la comunidad a su cargo.

Otra posibilidad es tomar la línea de la tempestad calmada y ampliarlo a las muchas tempestades calmadas por la fuerza y sobre todo por el amor de Dios: la de la creación del caos (Job 38), la del Salmo, la del lago de Genesaret, las que pasaron Pablo y sus compañeros y compañeras de ministerio. Y todo ello para la gloria de Dios.

Mercedes García Bachmann, pastora y biblista luterana argentina (IELU), en Estudio Exegético-Homilético 74, ISEDET, Buenos Aires, junio 2006.
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