Paz y bien amada hermandad
Que en todo el Señor les este dando cobijo y fortaleciendo sus ministerios amorosos.
“Como el padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto exhalo su aliento sobre ellos…”
Juan 20: 21-22
Tenemos en este relato una bella descripción de la presencia viva y la acción de Dios en el mundo. Y que resulta fundamental en el plano de lo ordinario: aliento o respiración. Justamente esto es el Espíritu, ruah/penuma, el aliento y el oxígeno en la vida de la comunidad de fe. La experiencia con el Espíritu por parte de la iglesia ha sido, es y será una marca distintiva en su vida y misión. Aquí radica la audacia de ser impulsados a transmitir la experiencia con Jesús y la esperanza que anima y revitaliza.
La presencia activa del Espíritu, hace que la iglesia no se repliegue o cierre sobre sí misma, sino que se abra y expanda a la misión universal. Es el soplo divino el que nos impulsa a ir cada vez más lejos, no solo desde lo geográfico, sino a ir más allá de las barreras étnicas, religiosas, culturales, etc., para ejercitar la misión con un fuerte talante universal.
Sin el Espíritu mi hermana y hermano, la vida se muestra como un fantasmagórico campo de huesos resecos y sin vida tal como lo describe el profeta Ezequiel.
Oremos amada hermandad:
Ven Espíritu Santo, llena nuestros corazones y enciéndenos con el fuego de tu amor.
Ven Santo Espíritu recrea y transforma todas las cosas sobre la faz de la tierra. Amén
Abrazo fraterno/sororal!
Pastor Américo Jara Reyes
Obispo
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