A las trabajadoras y trabajadores de la patria

El 1 de mayo de 1886 miles de obreros iniciaron una huelga en las fábricas de Chicago, Estados Unidos, exigiendo la jornada laboral de ocho horas diarias.

Hoy se requiere seguir bregando y luchando para que el trabajo sea un espacio de humanización:

con horizontes de futuro, encuentros humanizadores,
y pactos sociales solidarios que permitan construir una sociedad más justa y una ciudadanía plena.

En tal sentido el trabajo no debe ser jamás un instrumento de alienación, sino que por el contrario debe portar esperanza y vida nueva.

“Yo creo en que llegará un tiempo en que, sobre las ruinas de la corrupción, se levantará la venturosa mañana del mundo emancipado libre de todas las maldades, de todos los monstruosos anacronismos de nuestra época y de nuestras caducas instituciones…»

Samuel Fielden, pastor metodista preso por su participación en esas jornadas de mayo de 1886.

Este día de las trabajadoras y trabajadores nos encuentra como pueblo padeciendo un estado de situación alarmante y de gran angustia, un escenario recesivo con aumento del desempleo, trabajos de subsistencia, precariedad laboral y un aumento de las desigualdades estructurales que afectan al pueblo en su conjunto.

Por ello seguimos afirmando que:

“…debemos ejercer una crítica activa, oponiéndonos constructivamente a todo sistema que esté basado en el egoísmo, la hipocresía, la represión, la injusticia y la violencia institucionalizada.”